—Solo 6 días faltan para poder usar mi disfraz de "Alex" de "Flashdance" —comentó Barbara emocionada, sorbiendo el jugo que llevaba en la mano.
—Yo puedo ser tu "Nick Hurrey". —La abrazó Matt, dándole un beso mientras caminaban.
—Drya, ¿tú irás a la fiesta que está organizando Luc en su casa? —preguntó Sam, tímidamente.
Cuando Luc me invitó a participar de la pequeña reunión de Halloween que organizaba, me planteé la duda de si debería o no ir. Recordar que no he pisado un ambiente festivo desde la muerte de mi padre y que salir con mis amigos es mil veces mejor que quedarme en casa para ver cómo mi madre fuma tres cajetillas en una sola hora, inclinó más la balanza por el "sí".
—Iremos vestidos de "Sandy" y "Danny" de "Grease" —respondió Winchester por mí, masticando su sándwich a mi lado.
Sam bajó la mirada.
—¡Es perfecto! Tú ya eres rubia. —Aplaudió Barbara, observándome. Alzó una ceja y continuó—: Espero que te vistas como "Sandy, la sexy" y no como "Sandy, la dulce".
Sonreí.
Otro de los factores que influyó en mi decisión, fue la insistencia de Win. Me animó argumentando que podríamos ir disfrazados de esos dos personajes porque no necesitamos pelucas, lentes de contacto o algún elemento exótico para lograr la similitud. Él tiene ojos verdes al igual que yo, solo debe plancharse el cabello para ocultar sus rizos, al menos por esa noche. Yo debo hacerme aquel peinado desenfrenado que tiene la protagonista en la película.
Cuando por fin decidí ir, Win fue el primero en enterarse.
—¿Y tú, Harnie? —pregunté.
—Ya saben que me gustan las cosas futuristas y todo lo misterioso. —Se irguió, roció un poco de laca en su cabello crespo de la lata que usualmente lleva en la mano y pasó un peine pequeño—. Seré "Marty" de "Back to the future".
—Va muy bien con tu estatura —bromeó Win—. Un "Marty" moreno es muy innovador.
H.G siempre está metido en las revistas científicas o leyendo libros de robótica en la biblioteca de la escuela. Es un fan incansable del avance tecnológico. Siempre creando, armando y desarmando todos los aparatos nuevos que aparecen; desde walkies-talkies, hasta la única computadora de la escuela —hecho por el cual lo mandaron al salón de castigo un par de veces—. El misterio es otra de sus pasiones. Todo aquello que no tiene explicación es fascinante para él. Y como adicional, es un fiel amante de la música. Por eso, siempre lleva un walkman consigo —lo que ha logrado muchas veces que evite escuchar lo que la gente le dice porque trae la mayor parte del tiempo los audífonos puestos—.
—Tú, Sam, puedes ser "Jennifer", la pareja de nuestro "Marty McFly" —sugirió Barbara. Sam se encogió tímida, escondiendo el rostro tras un mechón de cabello—. Te le pareces mucho. Puedes ponerte una peluca para tapar tu cabello pelirrojo.
Aproveché que los chicos iban tan concentrados en sus planes y bromas para acomodar la pila de libros que traía en mi regazo, quedando un poco atrás del grupo. Una de las obras se cayó, deslizándose por el suelo, quedando justo al frente de la oficina de dirección de la escuela. Me agaché para recogerlo y me reincorporé.
Entonces, lo vi, otra vez.
¿Qué hace aquí?
Inmediatamente, me escondí tras el muro que está al lado de la puerta entreabierta de la oficina y espié lo que sucedía por la rendija.
Mostrando su perfil hacia mí, sentado de forma relajada frente a la directora, junto a la misma rubia con la que se fue anoche, escuchaba atento el intercambio de palabras que ellas dos protagonizaban, moviendo el grueso anillo de plata con una enorme piedra negra que traía en su dedo anular derecho.
Debo reconocer que, por algún motivo extraño, él me causa mucha curiosidad. Tiene un toque de misterio en su comportamiento. Más allá de atraerme por ser atractivo físicamente, algo en él me causa terror y, esa combinación, absurdamente me gusta.
Parece ser muy seguro de sí mismo, tener experiencia y ser reservado, pero a la vez es atrevido y desafiante.
Siento qué hay algo diferente en él.
—No puedo aceptar eso —dijo la directora, rechazando un sobre que la rubia deslizó en su escritorio. Me apoyé más e hice rechinar la puerta, ambos voltearon a ver y de inmediato me escondí tras el muro con el corazón a punto de salirse por mi boca.
En ese momento, oré a todos los santos para pedir que no me hayan pillado husmear.
Esperé unos minutos y volví a asomarme un poco por la rendija.
Lamentablemente, para mí la curiosidad es más fuerte que la vergüenza.
Los tres permanecían en silencio. Ambos observaban a la directora que se mantenía congelada en su asiento. La rubia pronunció unas cuántas palabras en un idioma que no entendí y la directora por fin tomó mecánicamente el sobre, asintiendo y respondiendo en el mismo idioma.
—Es sueco —habló Winchester a mi lado, haciéndome pegar un salto del susto. Nadie nos escuchó, así que decidimos ponernos en una distancia prudente, frente a la puerta, apoyados justo en los casilleros.
—¡No vuelvas a hacer eso! —lo reprendí, tratando de no enojarme más por las risas que le causaron mi expresión.
—Como los chicos se adelantaron, tuve que regresar a buscarte. —Con una risa entrecortada me preguntó—: ¿Qué hacías espiando?
—Solo me dio curiosidad porque vi la puerta entreabierta —expliqué—. ¿Cómo sabes que hablaban sueco? Has vivido la mayor parte de tu vida en Phoenix.
—Entiendo algunas palabras —aclaró, recostando su cabeza en los casilleros—. Cuando era niño me interesó durante un mes aprender el idioma del lugar en el que nací, pero luego se me pasó.
Jamás oí a la directora hablar en otro idioma, mucho menos en sueco.
Win me hizo un gesto para empezar a caminar. Justo antes de girar para seguir el pasadizo y llegar a la salida, la puerta de la dirección se abrió. Primero, salió la rubia con las manos en los bolsillos de su largo abrigo café, sonando los tacos de sus botas negras al caminar. Atrás, le seguía el misterioso chico, acomodando el reloj que traía en la muñeca izquierda.
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Editado: 17.06.2021