Nefarious

NO LO MIRES.

—La nueva generación de computadoras es un avance tecnológico fascinante. El procesador es más veloz porque se han agregado nuevos modos de funcionamiento y numerosas novedades en la arquitectura del nuevo chip instalado —explicaba Marvin Bristow, a través de la emisión de su programa de radio.

Las noticias sobre la rápida evolución que tienen las computadoras en su sistema operativo son cada vez más. Cada mes logran un nuevo progreso, un nuevo implemento o una modificación.

H.G dice que es casi imposible que alguien avance tan rápido en un elemento que se ha inventado recién. La velocidad con la que se está descubriendo todo, solo se podría lograr con una tecnología muy avanzada que permita redescubrir fallas técnicas o mejoras en los dispositivos electrónicos. Una tecnología que en nuestra época no poseemos. Y no solo estos avances se han presentado en las computadoras, sino también en otros aparatos tecnológicos de la actualidad como el walkman, las filmadoras caseras, el Nintendo que tanto ama Matt y, según noticias, de igual manera en la flota de la marina y aeronaves de las fuerzas gubernamentales.

Es realmente impresionante.

De pie, frente al espejo largo de mi habitación, desenredaba mi cabello con un peine, mirando mi silueta y pensando en lo desafortunada, triste y vacía que ha sido mi vida durante los últimos dieciocho meses desde la muerte de papá. Él me entendía, era mi mejor amigo, mi consejero, mi apoyo, mi defensa o escudo cada vez que mi madre se enojaba conmigo.

Él era feliz con su vida, con nosotras y hasta incluso con mamá.

La amaba.

Nunca nos quejamos de él en su papel de padre y esposo porque no había razones para hacerlo, solo nos daba motivos para que lo amáramos. Él mantenía a la familia fuerte, sólida, unida. Nos guiaba. Se alegraba por los logros que Liliam y yo conseguíamos en la escuela. Iba a cada uno de mis entrenamientos y competencias de gimnasia. Estuvo conmigo celebrando cada medalla que gané con el equipo de la escuela.

Práctica que dejé porque me invadió la tristeza.

Estoy segura de que mi padre estaría muy decepcionado de mí por haber dejado de vivir como lo haría una persona de mi edad. Dejé de ser una adolescente para convertirme en el ancla de la casa, para cuidar a Lil y ayudar a mi madre.

Me he apagado.

¿Realmente quiero sentirme así el resto de mi vida?

Mi padre me incentivaba a acudir a las fiestas que mis amigos solían realizar. Entre los dos planeábamos una coartada para que mamá no se opusiera cuando le pida permiso para salir. Con la muerte de mi padre, murió también mi espíritu deportista, mis ganas de sobresalir en la escuela, mis ganas de relacionarme con más gente.

Murieron esas salidas a las fiestas con Win y con los otros chicos.

Ahora solo me escapo de casa para encontrarme con mi mejor amigo y contarle algunas de las cosas que me suceden, para relajarme con su compañía. Aun así, debo reconocer que ya no me reúno mucho con mi grupo de amigos, salvo en Chase y en la escuela. He notado que muchos de ellos se sienten incómodos por mi actitud, pero no lo dicen y aceptan mi nueva forma de actuar. No me dejan sola en ningún momento y siempre tratan de animarme: Barbara con su personalidad extravagante, Matt intentando enseñarme los controles de las consolas para que pueda acompañarle en una partida de videojuego, Harnie haciendo aquellos pasos de baile peculiares cuando pone el walkman en su hombro, Winchester con sus bromas en medio de una conversación seria y triste e incluso Sam, con sus comentarios graciosos de vez en cuando, sujetándome siempre del brazo cual hábito al caminar.

—¡Niña, Winchester al teléfono!

Mi madre gritaba desde el primer piso. Dejé mi peine sobre la cómoda, bajé las escaleras y tomé el auricular del teléfono que reposaba en la mesa.

—¿Hola?

—Drya, ya solo faltan tres horas para la fiesta en casa de Luc —contestó Win, desde el otro lado de la línea—. Iré a verte media hora antes. Papá me prestó el auto.

—Win, yo... —Estuve a punto de decirle que no iría, pero me detuve y pensé bien en lo que en realidad quiero.

¿Seguiré privándome de salir?

—Es mejor que llegues quince minutos antes, demoraré un poco en vestirme — rectifiqué.

—Por un momento pensé que no irías —suspiró aliviado—. Entonces pasaré por ti.

Colgué el teléfono sobre el interruptor para cortar la llamada.

—¿A dónde piensas ir? —interrogó mi madre, cruzada de brazos y observándome con las cejas alzadas.

Ya no tenía a papá para que me ayudara en estas ocasiones así que debía arreglármelas sola.

—Iré con mis amigos a casa de un compañero de la escuela —informé—. Hará una fiesta de Halloween, aquella que te comenté hace unos días.

—Celebrarán esa fiesta del demonio... —reprobó indignada—. Bueno, ¿sus padres estarán allí?

—No lo creo. Nadie hace una fiesta cuando sus padres están en casa.

Mala respuesta.

—¿Qué quisiste decir con eso? —Me quedé en silencio y bajé la mirada para evitar que siguiera con el tema—. Te quiero en esta casa a las diez.

—No es una cárcel, mamá —protesté—. Vendré a las once y media. Winchester me traerá porque su papá le prestó el auto.

Win no le caía ni bien ni mal a mi madre. Ella solo sabe que somos amigos porque nos ve siempre juntos. No le interesó nunca saber quiénes son parte de mi círculo social y quiénes no.

—Yo me quedaré despierta hasta tarde porque necesito terminar unos planos para la compañía. Aprovecharé ese tiempo para vigilar la hora de tu llegada —advirtió, alzando una ceja—. Ni un minuto más, ni un minuto menos. A las once y media, Drya.

Asentí.

Fui a mi habitación y me puse el traje negro pegado que Barbara había elegido para mi caracterización de "Sandy" de "Grease". El cinturón, los aretes de argolla y tacones rojos acompañaron el atuendo. Para poder obtener el peinado desenfadado de la protagonista, seguí cada una de las sugerencias que había leído en algunas revistas de moda. Utilicé un labial rojo —que me lo puso Liliam con un poco de mi ayuda— y un maquillaje sencillo en los ojos para que "profundicen" mi mirada, tal como lo decía Barbara. Gracias al Cielo, Win prometió traerme una de sus chaquetas negras de cuero para finalizar mi vestuario. De lo contrario, habría tenido que ir con la mía que está muy vieja.




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