Nefelibata

PROLOGO

_ Ewan ven aquí!

Aquel niño sonriente corría por la arena con las olas detrás de sí, desintegrándose en la orilla.

Con los brazos abiertos y el viento corriéndole por la piel. Abriéndose paso por sus finos y rubios bellos. Sonreí al verle feliz y me incline a abrazarle.

Alex nos veía a lo lejos con el típico gorro playero y esa horrible bermuda por la que habíamos discutido antes de salir. Era bueno convenciendo a la gente, había que darle el crédito, después de todo, se había salido con la suya. Ahí estaba, cargando con las sillas plegables que había sacado de la valija del coche, para montar bajo la sombra que otorgaba aquella estúpida sombrilla, que nos regalaron cuando firmamos los papeles de la casa.

 

_ Mami puedo ir al agua? - Preguntó Ewan.-

La luz del sol hacía de la imagen que veían mis ojos una hermosa vista.

_ Juega en la orilla, de acuerdo? -Él asintió jubiloso.-

Volví mis pasos sin dejar de verle, caminando hasta donde se encontraba Alexander.

_ Pareces feliz. -Afirmó.-

_ Lo soy. -Sonreí.-

Me quite la remera que llevaba puesta junto con el short de mezclilla, quedándome solo con el bañador. Uno que habían decidido regalarme como sorpresa en mi cumpleaños. Y me senté en la silla de colores junto a Alex, quien se había ofrecido a ponerme el bloqueador solar, haciendo el gesto con las manos. 

 

La tarde fue hermosa. El sonido del agua, sin dudas estimulante. Ewan corrió hacia nosotros, con su pequeño cubo de arena. A nuestro lado un castillo aún sin terminar le esperaba a su regreso. 

_ Es hora de irnos cariño. 

El niño cambió el semblante, pero no chistó ni una sola vez.

Levantó sus juguetes para luego volver hacia nosotros y Caminamos unos pocos metros hacia la casa. 

Atravesando a la mujer de las banderillas y al hombre de los helados. 
Llegamos donde un chico quizá de unos años más joven, hacía retratos por un dólar.

_ Mami, mami! Yo quiero uno! - Gritó Ewan, señalando el carrito de los helados.

Alexander como siempre lo consintió y yo lo llamé a sentarse en uno de los bancos cerca del estacionamiento.

_ Ahora quédate quieto aquí, De acuerdo?

Ewan aceptó, moviéndose solo para impedir que el helado se le escurriera por la muñeca.

Las manos del chico eran excelentes, y llevaba una mueca en el dedo anular por llevar recargado el pincel. En un par de pincelazos el boceto estaba casi listo. 

_ Es hermoso, pero yo jugaría más con el contraste de aquí.. - Hablé sin pensar en voz alta señalando con el dedo meñique la hermosa pintura.-

_ Usted pinta?. - Sonrío el chico, deteniendo su trazo al subir la mirada hacia mi.-

_ N-No.

Negué con la cabeza algo nerviosa, el olor a pintura y la sensación fría en las manos cada vez que manchaba el lienzo en blanco, mis manos, mi overol y mis lentes salpicados...

_ Qué tal está quedando? - Alexander me sacó de mis pensamientos, abrazándome por detrás y sonreí acariciando sus manos en mi vientre. Volviendo en mi, tragando saliva y sonriendo algo nerviosa. Aquel sueño me seguía como una parte de mí que buscaba desesperadamente no extinguirse.

_ Abby, cariño estás bien? -Preguntó en un tono calmo.- 

_ Si, claro. -Hice una mueca.- Esta perfecto, toma.

Le estiré un par de dólares más y miré a Ewan quien parecía decepcionado de que el helado se terminase.

_ Amor, vamos a casa, ven!.

Y tome su mano de camino al coche. Donde Alex colocaría las cosas en la cajuela, mientras yo esperaba en el asiento del copiloto.


Llegamos a casa.

Coloque la contraseña de la alarma al entrar y caminé hasta el salón que daba a un balcón hermoso con la vista al mar. Caminé fuera viendo el paisaje. Cerré los ojos.

_ Abby! Quieres una taza de café? -Llamó Alex sacándome de mis pensamientos, y asentí.-

Estaba aún en bañador y desde arriba podía ver asomarse la cicatriz de la cesárea. La toqué. 
Sobresalia de mi vientre bajo, una línea delgada. 

Hace dos años atrás no podía dormir si no lo hacía antes de acostarme. Era lo único que me conectaba con la realidad.

_ Ten.

Alexander me dio una pequeña taza y beso mi hombro.

_ Estas cansada? Te noto un tanto distante.

_ Solo recordaba. - Él me vió esperando que prosiguiera.- el nacimiento de Ewan.

Alex sonrió con orgullo, sus ojos brillaban.

_ Obviamente no lo recordamos de la misma forma pero Ewan fue todo un caso. Recuerdo que la enfermera no sabía que hacer y tus insultos no la ayudaban a pensar con claridad.

Sonreí.

_ Y el doctor Evans corrió por el pasillo en busca de Carol. -Dije.-

_ Evans? No. No, creo que se llamaba Thomas. -Sonrió Alex.-

Mis recuerdos volvían a mezclarse, esto no estaba bien. Pero no podía permitir que se enteraran.

_ Tienes razón. -Sonreí tragando saliva.- Iré a bañarme. Vienes? -Dije.-

Él sonrío dejando la taza de café a medio tomar, sobre la pequeña mesa blanca del salón. Caminó despacio pasando por el corredor y subiendo las escaleras en silencio, casi imperceptible justo en frente del cuarto de Ewan quien reposaba dormido sobre su oso de felpa. 
Sonreímos como niños traviesos, entrando al cuarto de baño.

 

Algo está mal...

algo no cuadra... 

 

¡DESPIERTA!

 

 



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En el texto hay: misterio, ficcion, romance drama

Editado: 01.02.2022

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