Némesis

CAPÍTULO 13

Mark se encaminaba a ver a Kun cuando Turs lo paró en la entrada principal del gran salón.

—Hola Mark. Si no te importa, me gustaría hablar contigo un momento a solas.

—Claro, no hay problema.

Turs comenzó a andar y Mark lo siguió. Lo llevó a un pequeño estudio que Kun utilizaba para relajarse. Mark conocía el lugar ya que había estado anteriormente allí compartiendo alguna copa de vino y hablando de cosas de la vida con su amigo. Turs se sentó en un pequeño sillón y le ofreció asiento a Mark, el cual lo imitó. Mark tuvo la impresión de que Turs estaba nervioso y dejó que el elfo se explicase, ya que su comportamiento estaba siendo todo un misterio.

—Cuando Lena y Cris llegaron, le ofrecí privilegio a su hija, pero ella lo rechazó y prefirió luchar por su libertad. Perdió, y desde entonces se supone que yo soy su amo y ella mi esclava, pero he… he renunciado a ese derecho porque ella es… mi némesis, solo que ella no opina lo mismo. Anoche, uno de los huéspedes de palacio, Lug, intentó violar a Lena. —Los ojos de Mark se desorbitaron—.Tranquilo, ella escapó y no le pasó nada, pero antes de que ella escapara, Lug le dijo que fui yo quien lo mandó a hacer tal atroz crimen y Lena lo creyó. Yo mismo me encargué de Lug y lo encarcelé para más tarde juzgarlo, pero parece ser que con ayuda de su padre y su hermana ha escapado y tengo a una buena parte de mis hombres buscándolo. Yo sé que he deshonrado a Lena permitiendo que todo esto sucediera, pero yo… quería pedirte su mano porque… la amo y necesito algo de peso para limpiar la mala imagen que ella tiene de mí. Necesito tu apoyo para que ella vea que no soy malo, que puedo ser mejor de lo que ella ha visto. Yo siento que tu hija tiene los mismos sentimientos por mí, pero se niega a admitirlo, y esto ya ha sido la gota que ha colmado el vaso. Necesito tu ayuda.

Mark respiró hondo y soltó el aire lentamente. Sin duda no era lo que había esperado. El hombre se tomó unos segundos para asimilar todo lo que Turs le había contado atropelladamente.

—Sondearé a Lena e intentaré averiguar la verdad de sus sentimientos, pero necesito algo de tiempo.

—Un mes. Si después de un mes los sentimientos de Lena no están claros, reclamaré mi derecho sobre tu hija.

Turs salió de la habitación y Mark se quedó allí un rato cavilando la conversación que acababa de tener. ¿Cómo iba a convencer a Lena? Y lo más difícil ¿Cómo iba a hacer que su hija se uniera a Turs por voluntad propia? Entendía su inquietud por marcharse de allí, pero también conocía lo suficiente a Turs para saber que él realmente sentía algo por Lena. El honor de Turs era intachable y si él decía que amaba a su hija, sabía que era cierto. Los elfos tienen un don especial para ese tipo de cosas y nunca se equivocan. Había visto muchas vinculaciones y sabía que ese tipo de cosas eran sagradas y que se tomaban muy en serio. Cuando un elfo encontraba a la compañera que le pertenecía, tarde o temprano se unía ella, pues ellos terminaban reconociendo sus sentimientos. Si su hija era tan testaruda como recordaba no iba a ser tan fácil que reconociera que estaba enamorada y menos aún que se vinculara por iniciativa propia. Mark se quedó mirando el cielo azul que asomaba por la ventana, pensando en cómo narices iba a hacer que Lena reconociera lo que sentía por Turs.

*****

La semana pasó con rapidez. Lena y su padre compartían una habitación y aunque Lena intentó por todos los medios evitar a Turs, nunca pensó que su padre sería el mayor fan del elfo. En cada conversación que tenían acababan hablando de Turs, a cada excursión Turs era invitado, y en cada actividad Turs estaba y su padre insistía hasta que ella lo hacía partícipe. Lena empezó a mosquearse ya que ella solo quería huir de él y su padre se lo ponía hasta en la sopa.

Una tarde, Lena le comentó a su padre lo de la pequeña casa de la cala y le dijo que le pidiera a Kun permiso para poder vivir allí. Su padre se mostró evasivo y su actitud le dolió. Ya no sabía qué pensar.

Era la última noche de Alba en palacio. Al día siguiente partiría a su ciudad. Todos estaban en el gran salón sentados a la mesa degustando la gran cena que les habían servido. Lena, como ya se había convertido en costumbre, se encontraba sentada entre Turs y su padre, debido a los empeños éste porque se pusiera al lado de Turs. El ambiente era distendido y alegre. Gala hablaba con su tía y Alba, a su vez, era la que manejaba la conversación de todo el mundo al mismo tiempo. A Lena le caía bien esa mujer, no se dejaba amedrentar por nadie. Kher, Cris, Day, Ivae, Nyel y hasta Rab habían sido invitados. Turs había intentado hablar con ella varias veces, pero ésta no lo había dejado. Lena se había propuesto evitar cualquier contacto directo, ignorándolo y disfrutando de la cena y de las anécdotas que bombardearon la cena sobre las travesuras de Gala, Day y Kher. En cierto momento hasta se olvidó de él, a pesar de que lo tenía a su lado. Estaba disfrutando de la alegre charla que compartían entre todos cuando la puerta del salón se abrió de repente y un hombre de pelo castaña oscuro entró en el salón. El silencio se hizo de golpe. Cuando se acercó, Lena pudo distinguir el parecido que éste tenía con Kun, aunque sus rasgos eran más jóvenes. Sus ojos trasmitían desesperación. El extraño se paró a pocos pasos de la mesa. Kun y Alba se levantaron de su asiento como un resorte.

—Wer, hermano ¿Qué ha ocurrido?

—Estamos en peligro, Kun. Arana ha sido raptada. El portal del Bosque Verde se ha abierto y fue traspasado por un grupo de Exnal con mi hija al frente.



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En el texto hay: elfos, new adult, magia

Editado: 30.03.2020

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