Némesis

CAPÍTULO 16

Lena se despertó sobresaltada por unos pequeños ruidos. Abrió los ojos y vio a Cris sentada en una de las sillas de la barra, zampándose un tazón de cereales enorme. 

—¿Qué narices haces a estas horas aquí?

—Yo podría preguntarte lo mismo, ¿Qué estás haciendo durmiendo en el sofá en puesto de en la cama con tu estupendo macizorro?

Lena puso mala cara.

—No quiero hablar de eso. ¿Qué hora es?

—Las siete de la mañana.

—Necesito un café.

—Eso está hecho, pero ya que estamos solas, ¿Por qué no vamos a comprar unos bombones glaseados? Necesito uno de esos.

—No me digas Cris, ¿eso es un antojo?

—Mucho me temo que sí.

Lena suspiró con resignación.

—Bueno, no quiero que mi ahijado salga con una mancha en la frente porque su madrina no quiso llevar a la pesada de su madre a comprar bombones glaseados.

—Las llaves del coche están aquí —dijo Cris sonriendo de oreja a oreja—. Veo que estás de muy buen humor esta mañana.

—Ya lo tenías más que pensado ¿Verdad?

Cris sonrió y se encaminó hacia la puerta de la calle. Lena la siguió cogiendo su chaqueta por el camino.

—¿Y sabe tu querido esposo que te vas?

Cris hizo un aspaviento con la mano.

—No te preocupes, está controlado.

—¿Por qué me da la sensación de que no le has dicho nada?

—Bueno, de vez en cuando hay que recordarles a estos elfos que no son nuestros dueños.

Lena arrancó el motor del coche.

—¡Vaya! Parece que no soy la única que está mosqueada. ¡Malditos elfos posesivos! ¿Qué les meterán en la cabeza de pequeños para que de mayores sean así?

—Bueno, es Kher quien tiene el problema, no yo. Él no es mi dueño.

—¿Problemas en el paraíso?

—Digamos que estamos teniendo una crisis de identidad y Kher es el que anda un poco perdido, pero yo no soy la que tiene el problema.

—Queda claro quién tiene el problema, Cris ¿Hacia dónde?

—Ve a la avenida general, ahí tiene que haber de todo.

Lena se encaminó hacia donde Cris le dijo. Cuando llegaron Lena aparcó el coche y ambas se bajaron en busca de un lugar donde tomar un buen café. Encontraron un Starbucks y entraron.

—Deberíamos aprovechar que hemos salido para comprar algo de comida y algunas cosas que nos pueden ser útiles —dijo Lena cargando con su café.

—Estoy de acuerdo.

Y eso hicieron. Ya de vuelta parecía que los ánimos de ambas estaban más calmados.

—¿Y a ti qué te ha pasado con Turs? Porque anoche se os veía la mar de cariñosos.

—Digamos que tenemos opiniones contrapuestas.

—Entonces estamos igual. Kher se niega a que yo me vaya con vosotros hoy y me ha impuesto que me quede en casa de Alisa esperando. 

—Claro, claro, y tú te has negado.

—¡Claro que me he negado! No pienso quedarme atrás.

—¿Sabes? Me jode mucho decir esto, pero por una vez estoy de acuerdo con ese gilipollas que tienes por marido.

—Muy bonito. Esperaba un poco más de comprensión y apoyo por tu parte.

—Eh, eh, y lo tienes, es solo que tienes que pensar también en el bebé.

—Lo sé —dijo Cris con lágrimas en los ojos—, pero no quiero quedarme sola, esperando y sufriendo por vosotros. 

—Bueno, tranquila. Ya lo solucionaremos. No llores, anda. El día se va a hacer muy largo, quizás si acampamos allí puedas venirte.

—¿Y por eso has comprado esa tienda de campaña y toda esa comida?

—Sí. Buscaremos un lugar seguro para acampar de modo que tú te puedas quedar en la tienda. Tal vez Kher esté de acuerdo con esa idea. 

—Tal vez —dijo Cris, limpiándose las lágrimas—. Kher está que trina. Cuando lleguemos me espera una buena. Está bastante cabreado.

—Pero tú sabes manejarlo. Te he visto hacer que ese elfo baile en la palma de tu mano. Saca tus armas y verás como claudica.

—¿De verdad piensas eso?

—Totalmente.

—¿Y tú que vas a hacer con Turs?

—Mi problema con él es distinto. Él quiere que yo le muestre todos mis sentimientos, que los reconozca, pero él es incapaz de ser sincero con los suyos. No pienso hacer nada para solucionarlo, al menos por ahora, creo que tenemos cosas más importante de qué preocuparnos entre manos.

Cris asintió con la cabeza y Lena giró el volante para aparcar el coche delante de la casa de Alisa. Nada más bajar del coche la puerta de la casa se abrió y Kher salió hecho una furia. Kher se acercó a Cris y la cogió por los hombros, pero ésta se soltó de su agarre.

—Ni se te ocurra tocarme. No eres mi dueño y no tengo que darte explicaciones de mi vida. Si intentas castigarme por desobedecer tus órdenes lo único que vas a lograr es una patada donde más te duele ¿Queda claro? 



#33160 en Novela romántica
#14858 en Fantasía

En el texto hay: elfos, new adult, magia

Editado: 30.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.