Némesis

EPILOGO

Dos años más tarde...

Dos jóvenes mujeres reían y charlaba mientras miraban a tres niños re- tozando en el verde césped. Uno de los ellos, una niña, acababa de empujar con energía a su primo, un niño de pelo rojizo y ojos grises que se precipitó al suelo con rapidez mientras el hermano gemelo de la chica, de pelo negro y ojos violeta, censuraba a su hermana con una mirada airada. Él intentaba proteger a su primo de terminar comiéndose el césped, algo que ocurría muy a menudo cuando su hermana le daba por hacer concursos de sumo. Estaba a punto de gritar cuando dos fuertes manos alzaron a su hermana diciéndole en tono reprobatorio.

—Eh, cielo, no trates así a tu primo, pórtate bien o papá tendrá que tomar medidas —dijo Turs con una disimulada sonrisa de satisfacción.

La niña clavó sus ojos azul hielo en los de su padre haciendo un puchero. Tal cosa hizo que el corazón de Turs se encogiera y con rapidez empezó a consolara a su hija mientras los demás reían ante la escena.

—Por los dioses, Turs, esa niña te maneja como quiere —soltó Day con sorna.

—Sí, es cierto. Deberías de enseñarle modales —dijo Kher cogiendo a su hijo en brazos y consolando su llanto.

—Solo ha sido un empujón —soltó Turs algo divertido por el comportamiento tan guerrero de la niña, que ahora se revolvía en los brazos de su padre con júbilo.  

—Si no te andas con ojo, esa niña será igualita a su madre, o a su tía —dijo Kher malhumorado.

—¿Y eso qué tiene de malo? —soltó Lena con tono airado.

—Nada, querida cuñada. Mientras no sea mi hijo el sparring de tu hija, no tengo ningún problema.

—Vamos, Kher —soltó Cris—, solo son niños. La pequeña Noah es un poco más inquieta que estos dos chicos, pero yo no le daría tanta importancia. Te aseguro que estos dos tampoco se quedan quietos.

—Querido hermano, no sé de qué te quejas. Si no recuerdo mal, la semana pasada fue tu hijo quien empujo a mi hija haciendo que esta cayera, produciéndole un chichón que le duro tres días —soltó Turs algo ofendido.

Lena puso los ojos en blanco a la vez que exclamaba con pesadez.

—¡Oh por favor, ya basta! No vais a empezar otra vez con esto, ¿verdad? Sé que los dos amáis a vuestros hijos y sobrinos por igual. ¿Por qué no dejáis la fiesta en paz?

—Muy bien dicho, estoy totalmente de acuerdo con Lena. Desde que mis primos son padres están inaguantables. He de confesar que al principio me divertía muchísimo ese tipo de competición que mantenían entre ellos, pero ahora me aburren mortalmente —soltó Day con tono cansado.

—Créeme primo, me importa un real bledo tu estado de ánimo —dijo con burla Kher.

—Bueno, ¿y qué ha decidido el consejo con respecto a ese nuevo portal que se quiere abrir? —preguntó Lena, intentado llevar la conversación a terreno más neutral antes de que los tres se pusieran a discutir sobre quien era mejor o peor en esto o aquello.

—Ha habido mayoría absoluta. Mi padre y mis tíos han decidido que el portal se abra aquí y que se su enclave sea una ciudad y más concretamente una casa que sirva como tapadera —explicó Kher.

—Lena, tu padre ha ofrecido la casa de tu abuela. Dice que es una finca situada a las afuera de la ciudad. Creemos que es la tapadera perfecta. Nos facilitará poder controlar a los humanos y su mundo con la máxima discreción —aclaró Day.

—Vaya, qué extraño. Pensaba que se opondrían en firme a abrir otro portal —murmuró Cris.

—Sí, yo también pensé lo mismo durante un tiempo —dijo Turs—, pero lo que pasó les ha hecho plantearse las cosas desde otra perspectiva. Créeme, han meditado mucho y pensado todo esto con mucha calma, no querían equivocarse, pero después de todo este tiempo se han dado cuenta que nuestro deber como guardianes estuvo a punto de fracasar, y en su mayor parte fue debido a nuestro total desconocimiento de cómo ha evolucionado la raza humana. Estuvimos muy cerca de quedar expuestos ante los humanos y perder la batalla. Eso hubiera producido el caos en ambos mundo. Gracia a la ayuda y los consejos de Lena y Cris pudimos librar a los dos mundos de la exterminación total y seguir en el más absoluto anonimato.

—Así que ya es oficial, el portal saldrá de la ciudad de arco iris hacia la propiedad de la abuela de Lena. ¡Eso significa que tendremos casa en el mundo humano y que podremos pasar temporadas allí! —exclamó Cris llena de euforia.

—Eso parece, amor —dijo Kher con el mismo tono.

Kher sabía lo que eso suponía para Cris. Ya le había comentado en varias ocasiones que quería que su hijo conociera su raza, ya que era mitad humano, y que se educara con conocimientos de ambos mundos. Cris vería su sueño cumplido y a él le parecía una buena idea. Había estado poco tiempo en el mundo humano pero en ese corto periodo le había bastado para quedarse totalmente eclipsado, sobre todo por sus tecnologías y avances. Lo cierto es que estaba deseando volver allí para investigar todo lo que pudiera sobre medicina, mecánica, tecnologías... Pero sobre todo por esas máquinas a las que llamaban ordenadores las cuales parecía saberlo todo de todos. Era increíble cómo esos extraños aparatos te daban las respuestas con tal eficacia y rapidez.

— ¿Y cómo lo vamos a hacer? —pregunto Lena mirando a su marido.

—Sencillo, dividiremos el tiempo. Pasaremos una parte del año allí para aprender a controlar los aparatos y tecnología de vuestro mundo, eso es básico. Queremos estar preparados por si lo que ocurrió vuelve a pasar. La próxima vez sabremos movernos entre los humanos y la única manera de aprender es viviendo allí como uno de ellos —dijo Turs mientras echaba un brazo protector por los hombros de Lena.

—Y la otra parte del año la pasaremos aquí, así los niños seguirán con su entrenamiento y aprendizaje. Mientras estemos fuera yo me encargaré de tener contacto mental con mi padre. Él nos ira informando de cómo va todo por aquí y si necesita nuestra ayuda. Day y Arana podrán quedarse cuidando los portales



#5366 en Novela romántica
#1426 en Fantasía

En el texto hay: elfos, new adult, magia

Editado: 30.03.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.