AK y Nova se adentraron en los oscuros túneles del distrito industrial de Vexis, un laberinto de pasillos y edificios en ruinas que servían como el corazón palpitante de la ciudad, donde la corrupción y la desesperación se entrelazaban en cada rincón. La luz de los neones parpadeaba a lo lejos, como una promesa vacía de un futuro mejor.
"Estamos cerca", murmuró Nova, manteniendo un paso firme a su lado. A pesar de la aparente calma, sus ojos brillaban con la intensidad de alguien que sabía que cualquier segundo podría desencadenarse una tormenta. "El prototipo está en una sala subterránea en la Torre Umbra. Está fuertemente custodiado, pero sé cómo entrar."
AK no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en el horizonte, donde las luces de la ciudad se mezclaban con la neblina, ocultando la realidad de lo que sucedía en el suelo. No era solo el prototipo lo que lo mantenía en movimiento. Había algo más. Algo que lo atormentaba, algo que resonaba en lo más profundo de su ser, como un eco lejano de su pasado. Pero no había tiempo para pensar en eso ahora.
"Vamos a hacer esto rápido", dijo finalmente AK, ajustando los controles de su implante neural. El zumbido familiar de su sistema cibernético le daba un poco de calma. Estaba preparado, como siempre lo estaba, para lo que viniera.
Nova asintió y, sin perder tiempo, comenzó a teclear en su dispositivo. La pantalla holográfica proyectada frente a ella brillaba mientras decodificaba las capas de seguridad digital de UmbraTech. Cada línea de código era un obstáculo, pero Nova no se detenía. Era una experta, y su mente era tan afilada como cualquier espada.
"Entrada desbloqueada", dijo Nova en voz baja, con una sonrisa fugaz de satisfacción. "Te queda un minuto antes de que el sistema cierre el acceso. Tienes que moverte ahora."
AK asintió y se adelantó, deslizándose en las sombras como una sombra más en la ciudad. La Torre Umbra se alzaba ante él, una estructura imponente que dominaba la zona como una bestia silenciosa. Las cámaras de seguridad rotaban a su alrededor, pero AK ya estaba preparado. Sus implantes cibernéticos le permitían ver el flujo de datos y anticipar el movimiento de los sensores.
Llegó a la entrada principal y se detuvo un segundo, observando el sistema de seguridad. Los guardias cibernéticos patrullaban la zona con eficiencia militar, sus ojos brillando con la luz roja de sus implantes. AK necesitaba un camino seguro, y sabía que no podía confiar en nada ni en nadie en ese lugar.
Con un gesto sutil, activó un pequeño dispositivo en su muñeca. Un pulso electromagnético recorrió el área, desactivando momentáneamente las cámaras y sensores. Aprovechó la brecha, corrió por los pasillos oscuros, esquivando trampas y dispositivos de seguridad. La adrenalina recorría su cuerpo mientras avanzaba.
"Estás cerca", la voz de Nova resonó en su oído. "La sala está a dos niveles abajo. Ve con cuidado. Hay más sorpresas esperando."
El sonido de pasos se escuchó de repente, y AK se detuvo en seco. Un guardia pasaba cerca, su figura destacándose contra las luces parpadeantes. AK agachó la cabeza y se fundió con la oscuridad, como una sombra, inmóvil, esperando que el guardia siguiera su camino.
El reloj no se detenía, y con cada segundo, la tensión crecía.
"Ahora", susurró Nova, y AK se lanzó hacia adelante, utilizando toda su velocidad y precisión. En pocos segundos, ya estaba frente a la puerta de seguridad que protegía el prototipo.
Ajustó su implante y, con una explosión de energía, la puerta se abrió. Frente a él, en una sala herméticamente cerrada, estaba el prototipo: una esfera flotante, resplandeciente con luces azules y verdes. Era una pieza de tecnología avanzada, un dispositivo con el potencial de cambiar el destino de la humanidad, y AK sabía que ya no había vuelta atrás.
Pero algo no estaba bien.
De repente, las luces de la sala comenzaron a parpadear. Una alarma comenzó a sonar en lo lejos, y la puerta se cerró detrás de él con un estruendo metálico. Un resplandor rojo iluminó la sala, y AK sintió una vibración extraña en su implante neural. Era como si algo estuviera interfiriendo con su conexión, como si algo... lo estuviera observando.
"¡AK! ¡Te están esperando!" gritó Nova, la desesperación en su voz.
Pero antes de que pudiera reaccionar, una figura apareció en el umbral de la sala: Kai, el androide. Su figura metálica brillaba bajo la luz roja, sus ojos azules, casi humanos, fijos en AK.
"Es hora de enfrentarte a la verdad", dijo Kai, su voz resonando en la mente de AK como un eco distante.
Y entonces, AK comprendió: no solo luchaba por robar el prototipo. Estaba luchando por descubrir quién era realmente.
Editado: 24.01.2025