NEREA.
—Gina pega estos folletos allí— le indique con una seña el tablero del colegio donde se pegaban o escribían todo tipo de noticias y otras cosas.
Mientras yo pegaba algunos folletos por los pasillos, Gina volvió de ya haber cumplido la tarea y se reunió conmigo.
—¿Sabés qué los sacarán por las lindas palabras que decidiste poner?— Pregunto ella.—"CUIDEN EL MEDIO AMBIENTE... Si quieres participar ve a la reun... No lo olviden es gratis, idiotas, y por cierto HABRÁ PASTEL; aunque no aseguró que no esté envenenado."— Agrego leyendo uno de los tantos que sostenía en sus manos, no puede evitar soltar unas risitas.
—Si lo sé, pero irán por el pastel al menos— Respondí encogiéndome de hombros.—Aparte que alguien se atreviera a escribir eso les llamará la atención— Sonreí angelicalmente, Gina soltó un suspiro de rendición, mientras seguíamos nuestro paseo por el colegio pegando los folletos restantes.
—A veces me pregunto cómo es que haces para que la directora sea ciega contigo— Dijo mi amiga pensativa.
—Me necesitan, privilegio por ser una de las mejores alumnas en notas, todo eso de "buena imagen de la institución y blablabla"— Respondí rodando mis ojos.
Una hora después ya habíamos terminado de pegar y repartir todos los que quedaban, gracias a eso pudimos saltarnos algunas clases.
La hora del receso había empezado y Gina y yo decidimos ir a la cafetería a por algo de comer.
—Hola preciosas, ¿como les fue?— Pregunto Marcos mientras aparecía a nuestro lado, en el pasillo. Marcos era nuestro amigo de la infancia, tenía el cabello rubio, los ojos color marrón, era bastante alto, diría que media 1.80, y su piel era pálida. Gina en cambio tenía el cabello castaño claro con infinidad de rulos, unos lindos ojos grises y la piel trigueña; su altura se aproximaba a los 1.67.
—De maravilla— Respondimos al unísono y sonreímos.
—No hagan eso, por favor— Dijo él horrorizado.
—Lo sentimos— Volvimos a decir al unísono y solté unas cuantas carcajadas. La verdad daba miedo como aveces hablábamos a la misma vez y decíamos lo mismo sin darnos cuenta. Creo que pasar mucho tiempo juntas estaba empezando a afectarnos.
—Estamos invitados a la fiesta de Diana, es el sábado en su casa— Nos informo Marcos mientras entrábamos a la cafetería y nos formábamos en la fila para comprar comida.
—¡Genial, fiesta... Si!— Exclamé sonriendo.
—¿Es enserio?— Me pregunto Gina pero me hice la desentendida. Bufó—Si, claro, ahora no me escuchas— Rodó sus ojos.
—Hablaremos luego Gin— Le dije para tranquilizarla.
—Como quieras.— Enojada salió de la fila y se fue a nuestra mesa.
—Wow. Enojada es aún más hermosa— suspiro Marcos. Sonreí enternecida, el realmente estaba loco por mi amiga.
—Pero si eres la cosita más tierna y dulce de este mundo— le apretujé sus mejillas sonrojadas.
»Hay Gin... No puedo seguir así por mucho tiempo...«
La razón del enojo de Gin es que hace poco salí de rehabilitación, un poco más exacto... el verano pasado y ahora el invierno ya estaba llegando a su fin. Ella piensa que volveré a caer en ese ciclo vicioso del que tanto me costó salir, y la verdad es que no lo haré porque estar encerrada en una especie de internado todo el verano no es nada lindo, menos si es por decisión propia. ¿Por qué como no? aveces me encanta llevarme la contra a mi misma. Ella me ayudó mucho, demasiado a decir verdad, y por eso es más que mi mejor amiga... Es mi hermana. Y ni con toda mi vida podría devolvérselo.
(...)
—... Si es necesario se debe indicar con números la ubicación de las ramas en la cadena principal— El profesor explicaba y todo estaba sumido en un cómodo silencio, yo en cambio tenía ganas de llorar, química me estaba matando iba a ser imposible poder aprobarla. Luego de esto pienso ahogarme en helado y depresión. Y sé que dije que era buena en notas, pero química era otra cosa aparte, en realidad era la única que no tenía con la máxima nota, al contrario la tenía con la mínima.
Gin estaba al otro lado del salón, ella seguía enojada. Solté un suspiro y apoye mi codo en la mesa, arriba de mi mano repose mi cabeza.
Mis pensamientos iban y venían. Por un lado tenía ganas de ir a esa fiesta, ¡Por Dios! era una de las mejores que se daban por año y yo no iba a una desde que salí de rehabilitación, por otro lado no quería que se enojara más conmigo de lo que ya estaba.
Con el sonido del timbre que anunciaba el final de clases, junte mis cosas y salí del salón.
Espere a Gin en el estacionamiento apoyada en la puerta de mi auto, la tenía que llevar a su casa; en el camino podría tratar de arreglar las cosas.
Mire un punto cualquiera en el suelo, otra vez concentrada en mis pensamientos. Gin era como mi hermana y ni siquiera eso bastaba para armarme de valor y contarle mis dos más grandes secretos, supongo que es para no perderla pero... sé que en realidad es para no perderme a mi, y si suena egoísta.
Para cuando Gin apareció a mi lado, yo ya había tomado una decisión y era contarle uno de esos secretos, no porque fuera necesario sino porque yo sabía todo de ella y no era justo.
—Gin...— Suspiré—Tenemos que hablar o mejor dicho, tengo que hablar contigo— Levante la mirada del suelo y ella tenía una mirada curiosa en su pequeño rostro.
—Esta bien.— Dijo cortante y subió del lado del copiloto. Me subí y emprendí el camino hacia mi casa, no quedaba muy lejos eran 10 minutos en auto. Y iba a ser en mi casa porque seguro no esté nadie.
Al llegar, bajamos del auto y entramos a la casa.
—MAX, YA LLEGUE, SI ESTAS NO BAJES TENGO QUE HABLAR CON GIN— Grite a todo pulmón, aunque de seguro seguía en su trabajo. En mi casa solo vivíamos él y yo. Mis padres murieron en un "accidente" hace 1 año. Mi hermano tiene 26 años y yo 17 aunque en unos meses cumpliría los 18. Luego de lo de mis padres el decidió venir a vivir conmigo —ya que él vivía en el centro y no aquí con mis padres— y ser mi tutor hasta que ya tenga la mayoría de edad.
Tire mi mochila en el sofá junto a la de Gin, que al contrario, depósito suavemente.