Nereida

CAPÍTULO 5

Tenía comezón en la piel.

Mi cabeza no dejaba de recordarme lo sucedido una y otra vez, y sentía que si no obtenía una respuesta pronto el pánico iba a aumentar en mi interior.

Me sentí cansada.

Mi mente estaba cada vez más confusa, y aquella mirada no la podía ni sabía despegar de mí.

Daphne y Laia habían insistido en salir, y yo tuve que excusarme con la mentira más miserable que se me pudo ocurrir.

Había solicitado un servicio de comida a la habitación y pasé todo el día enrollada entre las sábanas mientras mi cuerpo temblaba.

Mis pies picaban por regresar a la playa y buscar respuestas.

Porque por más irracional que pareciera, mi mente pretendía encontrar respuestas en el medio de la nada.

Como si ese fuera el único camino acertado hacia la verdad.

Respiré sonoramente y salí de una rápida ducha, observé entonces mi reflejo en el espejo y volví a ahogarme en mis imperfecciones.

Mi pecho ardía y mis manos temblaban.

Tiré la toalla y solté mi cabello dejándolo caer como una cascada libre.

Mis ojos entonces se abrieron ante la visión de mi pequeña cicatriz.

Brillaba más que nunca haciéndola lucir inhumana.

— ¿Cómo?

Las palabras salieron de mis labios sin poder retenerlas.

Fue entonces cuando un fuerte escalofrío me envolvió nuevamente.

Sentí de pronto una sed tan profunda...

Corrí a beber agua y para cuando mi mirada se dirigió al horizonte azul mis manos volvieron a temblar...

Cerré los ojos intentando enfocarme en blanco.

Intenté meditar todas las herramientas que mi terapeuta me había dado.

Pero era como si de pronto...

Nada funcionaba.

Ahogué un gruñido y tomando el vestido más cercano envolví mi cuerpo en él y tomando unas sandalias y un pequeño bolso en el cual tenía la tarjeta de la habitación, salí a caminar.

El sol volvía a ponerse, y parecía que el atardecer era mi hora favorita para caminar.

La costa parecía más solitaria que nunca con pocas personas, pero decidí caminar a lo largo de la orilla.

Las olas golpeaban con calma y mis dedos temblaban con cada paso que daba a lo largo de la playa.

Fue entonces cuando divisé las grandes piedras y un pequeño camino de arena que parecía continuar más allá.

Las aves cantaban, mi cabello se agitaba en el viento y mis pies descalzos se impregnaban en la arena.

Inhalé profundamente sintiendo mi corazón palpitando.

Fue entonces cuando me detuve, cuando las grandes rocas llegaban a su fin y hacían un gran arco sobre mi cabeza.

El atardecer se apreciaba más hermoso que nunca, y con los labios resecos dejé soltar un suspiro.

— Respira, Nerea.

La arena causó un leve escozor en mi piel al momento en el que me dejé caer sobre ella, sentada con las piernas en mi pecho.

Cerré los ojos y comencé a respirar.

Cada vez más lento...

Con el corazón cada vez más acelerado...

Sentí que mi piel ardía y que mis labios se secaron más que nunca.

Relamí mis labios y me concentré entonces en el sonido del mar, el aroma salado de la costa y sentir del océano...

Como aquella vez...

Hace mucho tiempo...

Una vez la oscuridad me envolvió.

El mar era sumamente profundo.

Y la simple idea de estar en él tan silenciosamente...

Me puse de pie y aún con los ojos cerrados me acerqué al mar.

Y algo muy dentro de mí quería escucharlo.

Tenía la loca idea de que el mar hablaba, y que su lenguaje no era compatible conmigo, no desde esa noche.

Pero esta vez sentía algo muy diferente.

Mis manos dejaron de temblar al instante en el que mis pies entraron en contacto con la suave marea.

Mi corazón seguía acelerado.

Algo dentro de mí sintió por primera vez que el mar me acogía.

Sentí entonces que mi piel se erizaba de una manera que solo una mirada podía causar.

Y tuve tanto miedo de abrir los ojos que mis manos se apretaron dejándome escapar un gemido de frustración.

«Abre tus ojos, Nerea»

Y con el resonar de aquel pensamiento mi cabeza tan solo reaccionó ante la voz.

Abrí mis ojos lentamente permitiéndome ver el azul que ante mi se presentaba.

Tan azul como sus ojos.

Fue entonces cuando todo pareció pasar en cámara lenta...

Sólo pretendía girarme...

Sólo quería volver...

Pero un remolino gigante pareció arrasar conmigo.

Vislumbré su mirada en mí mente.

Pero más allá del miedo, un nuevo sentimiento me envolvió...

Mi sangre ardía con tantas fuerzas que era imposible respirar.

Y tan solo sucedió...

Una fuerza completamente externa envolvió mis pies y tiró de mi con tanta intensidad que mi cuerpo se sumergió por completo en el mar.

Pero era ilógica la manera en la que me llevó tan pronto...

Sólo sé que mis gritos fueron vacíos ante el mar y que nadie jamás me recordaría.

Vi azul, vi negro, vi profundo.

La arena desapareció a mi alrededor y el vacío del mar parecía abrazarme.

Sentí que en cualquier momento moriría, pero mi piel fue envuelta en un gran zumbido.

El mar parecía temblar, el cantar desconocido volvió a envolver mis oídos dejándome completamente hipnotizada.

Siquiera sabía cómo seguía existiendo, pero ya nada importaba.

Mi mente se había consumido, mis pensamientos habían desaparecido y una nueva voz me manejaba.

Mi cicatriz brilló con tanta luz bajo el mar que mi mente se bloqueó ante la simple idea de que todo lo que estaba ocurriendo fuese normal...

Sólo sé que el cantar desconocido me envolvía cada vez más...

Mi ojos quedaron cegados ante la luz de mi piel y un fuerte dolor inundó mis sentidos.

Pequeños flashbacks de gritos y furia se reprodujeron en mi mente...

El efímero recuerdo de una pequeña niña al saltar de la borda apareció ante mí...




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