Never be the same // omegaverse // larry stylinson

Parte 12.

Louis nunca se había enamorado. No antes de tener a su bebé a centímetros de él, muerto.

Nunca había sentido nada parecido al amor, ni siquiera cuando era solo un niño que, se suponía, debía recibir el amor de los padres quienes lo trajeron a la vida. Pero Louis no los había conocido, y no los recordaba cuando miraba a sus espaldas, directo al pasado. Sólo estaba él con su sonrisa engañosa y prometiendo ese amor que Louis nunca pudo sentir como real, quizá teniendo como consecuencia el hecho de que su pancita nunca había cosquilleado por nada más que un bebé, que ahora estaba muerto en algún lote lleno de basura, apestando.

Louis nunca se había enamorado como para saber qué era sufrir perder eso que tanto amas.

—Podemos vivir juntos —lo convencía con sus palabras y sus dedos acariciándole como una promesa—. Podemos casarnos cuando estemos listos, Louis. ¿Qué te parece?

El omega vio el amor en sus ojos, dispuesto a ser entregado hacia Louis si aceptaba. Y Louis lo hizo, no viendo más opción cuando las calles dejaron de ser seguras desde que había comenzado sus ciclos de celo en plenos callejones oscuros, con el temor de ser abusado cada que cerraba los ojos. Así que Louis aceptó recibir el amor de un extraño que le había comprado con un cuento barato, que había estado detrás de Louis durante semanas con fundas de comida que le ofrecía con una sonrisa, jurando nunca hacerle daño.

—¿Entonces...? —él preguntó, esperanza en sus ojos y sus dedos apretando los de Louis, sucios—. ¿Vienes conmigo?

Louis debió negarse. Debió no dejarse llevar por la promesa de algo bueno en sus ojos azules. Sin embargo, aceptó cuando supo que un omega como él no duraría mucho en las calles y él parecía lo suficientemente estable como para que el omega fuera con él, y no debería culparse por haber sido tan interesado.

Debería culparse por no haber logrado enamorarse de él.

—Te amo —sollozaba en el regazo de Louis unos meses después, rogando tener de regreso ese amor que le había ofrecido al castaño. No había tenido nada más que rechazo desde que Louis había llegado a su vida—. Te amo —siguió repitiendo, esperando una respuesta que nunca pudo llegar, que nunca salió de los labios de Louis porque no existía. Louis nunca lo amó.

Por supuesto, él se dio cuenta un año después, cuando Louis le besaba los labios y se apartaba de su toque con más rapidez que antes, y no lo pudo soportar más. Louis lo vio dejando de ser ese alfa que le sonreía y se veía realmente enamorado de él. Lo vio convertirse en un monstruo con el tiempo.

—Te he dado todo lo que podría ofrecerte —le reclamó un día, ojos rojos y viéndose mareado en medio de la sala, Louis parado delante de él, sosteniéndose con el frío besando su desnuda piel—. Te di un lugar donde quedarte, ¿y así es como me pagas, Louis? ¿Con rechazos que no merezco?

—Yo... —Louis comenzó en voz baja, queriendo decirle que él no había pedido ser salvado, que no pidió amor a cambio de una buena vida. Pero él negó, viéndose decepcionado.

—Quítate la ropa.

El amor se había ido tan rápido, que Louis lo considero algo pasajero que no merecía la pena. No perdería el tiempo en ello, no cuando al final terminaría llegando al mismo punto de partida, sin algún premio. El premio, curiosamente, lo había recibido sin jugar con el amor, pero fue tan bueno que no duró demasiado.

—Te dije que no sobreviviría —él dijo esa noche.

Louis se arrastró por la casa con pereza ese día, cuestionándose si ese era su karma por haber rechazado lo único bueno que había tenido, si merecía los golpes por no haber sabido apreciar el único amor que le habían ofrecido a lo largo de su miserable vida.

No fue directamente a la cama como él la había ordenado. Fue al baño, donde tiró sobre su cuerpo agua fría que se sintió como cuchillas, nada parecidas al dolor que sentía en su pecho y parte de su estómago vacío, hinchado todavía porque aún no había sido el tiempo correcto para traerlo a la vida. Tan sólo observó el agua correr y un poco más de sangre correr por sus piernas, su pecho cubierto, ya que la valentía le faltaba para verse desnudo con su pancita luciendo como si todavía guardara a su cachorro.

Cuando salió, él lo envolvió en una toalla, gruñendo algo que Louis no logró escuchar. Fue llevado hasta la cama, donde él se sentó frente a él y lo miró fijamente para obtener respuestas.

—Dime qué pasó —exigió saber, cruzándose de brazos.

Louis lo miró, viendo el vacío en sus ojos. El vacío que él había provocado.

—Lo perdí —susurró, aún sin terminar de creérselo. Se preguntó que qué haría con el pequeño trajecito que había robado, a quién se lo colocaría ahora.

—Eso ya lo sé, Louis —Rodó los ojos. Por unos segundos, calló y estiró su mano para acariciar la mejilla del omega—. Cuéntame qué fue lo que pasó.

—Yo fui... —Secó sus lágrimas, recordando lo que había sucedido horas atrás en ese mismo horrible día—. Yo fui a donde me dijiste, a tratar de...de robar algo de dinero, pero...

—¿Pero? —Frunció su frente. Louis sollozó, abrazándose a sí mismo.

—Pero me sentía mal —dijo con dolor en su voz, recordando la ola que le golpeó y lo hizo doblarse, correr hacia el baño cuando sintió algo bajar dentro de sus pantalones—. Me sentía mal —sollozó más fuerte.

Él rió, bufando. Louis lo vio rodando los ojos cuando alzó la mirada, sintiéndose más patético, inservible.

—¿Y ahora qué, Louis?

Louis parpadeó, tocando su pancita adolorida por encima de su ropa húmeda, esperando como un tonto a que se sacudiera.

—Un médico... —Suspiró—. Un médico dijo que debía realizarme un aborto, o pagar... O pagar por unas pastillas.

Antes de siquiera pensarlo, él golpeó su mejilla, haciéndolo girar hacia un lado. Louis soltó un gemido de la sorpresa, siendo otra vez sorprendido cuando su mejilla contraria también recibió un golpe, más fuerte que él anterior.

—No llores —le dijo entre dientes. Louis parpadeó varias veces, perdido por los golpes. Tocó su labio, encontrando sangre parecía a la que había a su alrededor cuando estuvo tirado en ese sucio baño, frente a su cachorro muerto—. No llores —le volvió a exigir.




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