Never be the same // omegaverse // larry stylinson

Parte 22.

Harry cerró los ojos con los hombros cayendo sobre la almohada debajo de él. Apenas abrió los ojos cuando sintió a alguien más, todo borroso frente a él.

—Harry —escuchó por fin, y su mirada se fue aclarando poco a poco mientras parpadeaba. No era Tay ni era Louis, solo Gemma con una media sonrisa en su rostro, reflejando casi la misma pena que había visto en ojos ajenos cuando había acudido a su trabajo—, ¿cómo te sientes? —le preguntó como si estuviera tratando con un niño.

Harry quiso meterse a vivir debajo de las sábanas, no salir nunca de esa comodidad si eso resultaría nunca volver a sufrir. Pero tuvo que suspirar, apartar la sábana de su rostro y mirar a su hermana mayor con el mejor rostro posible.

—Estoy bien —aseguró, pese a que su cuerpo temblaría si no tuviera donde acurrucarse. Podía sentir las puntas de sus dedos fríos cuando se rozaba a sí mismo—. Es solo una gripe por el clima.

—Mmm. —Ella no sonó convencida, arrastrando sus dedos por el cabello en la frente de Harry. El alfa quiso apartarla, pero no tenía muchas fuerzas para hacerlo—. De pequeño también te enfermabas mucho. Pasaba cada mes y mamá se burlaba del asunto en vez de preocuparse.

—¿Cómo está ella? —preguntó para dejar el tema atrás. Nadie más que Harry sabía sobre las manías de Gemma sobre preocuparse demasiado sobre las cosas, siempre y cuando las tuviera frente a frente. Era como una batalla ajena que decidía enfrentar por su cuenta.

—Está bien —dijo evasiva, ella también conociendo demasiado bien a Harry—. Quiere que la visites más. Le dije que llevaría a Tristán para que lo conociera —Se encogió de hombros, dejando el tema atrás. Y ambos hermanos suspiraron para sus adentros por la avalancha que estaba a punto de caer sobre sus cabezas—. Tienes el cabello muy largo... No me había fijado.

El alfa bufó, sin la energía necesaria para apartarse del toque de su hermana. Muy en el fondo, casi por encima, se sentía bien dejar de ser el mayor frente a todo. Gemma odiaba escucharlo, pero Harry siempre sería débil ante los demás por mucho que tratara de ocultarlo bajo el estereotipo de ser el alfa. Nunca llegó a ser uno realmente, después de todo. Ni siquiera pudo mantener a su familia junta. Viva.

—No he tenido tiempo de ir a un peluquero —susurró, cerrando los ojos cuando estos ardieron. Gemma no se molestó en responder más, tentando

directamente al asunto cuando se recostó a su lado.

—No me gusta verte así, Harry. —El rizado abrió los ojos, fijándose en la tristeza en los ojos de su hermana. La conocía como la palma de su mano.

—Es solo una gripe —trató de justificar mientras un escalofrío lo sacudió sobre el toque de Gemma, que ignoró el hecho con un sacudir de cabeza y una sonrisa que no fingía demostrar felicidad. Harry sintió el regaño antes de que los labios rojos de su hermana se abrieran y le escupieran más difíciles verdades a la cara.

—Ambos sabemos que no es una gripe —susurró, como si hubieran regresado a ser niños, escondidos debajo de las sábanas con secretos absurdos que se musitaban en medio de muchas madrugadas para evitar ser regañados—. Muchas veces odio ser la hermana mayor, porque me toca ser más madura que tú —confesó, chasqueando la lengua. Harry sabía que bromeaba, sin embargo, otra parte de él le reprochaba el hecho.

—Pero yo soy el alfa...

—Cállate, por favor. No es justo para nadie tener que cargar con todo por ser un alfa, ¿de acuerdo? —Gemma corrió un rizo de Harry sin darse cuenta—. Así que no tienes que hacerte cargo de todo por ser un alfa, ¿está bien?

El alfa se encogió de hombros, reconfortado pese a la conversación que estaba teniendo. Esa conversación que no quería tener, pero que no podía parar por la poca fuerza que ya quedaba en él.

Lentamente, las palabras fueron surgiendo como capullos cerrados.

—¿Recuerdas cuando murió papá? —Harry se quedó en silencio repentino por la brusquedad de Gemma al cambiar de tema. Ella no parecía estar perturbada, a pesar de que nunca habían hablado realmente de ello—. ¿Recuerdas lo enferma que se puso mamá cuando tuvo que hacerse cargo de nosotros? ¿Te acuerdas cuando la pillamos llorando en el armario porque no quería que la escucháramos?

—Siempre estaba sonriendo —Harry recordó despacio, una imagen borrosa que ni siquiera sabía que guardaba.

—Yo no quiero eso para ti, Harry. No quiero que te enfermes como mamá y te la pases tirado en una cama, sin poder hacerte cargo de tu hijo —Gemma apretó los labios antes de continuar—. Fingir tampoco está bien. Mamá fingió tanto que los años le cayeron encima de la nada, y ahora ni siquiera puede salir de casa por sus bajas defensas.

Harry inhaló profundo, ya sin darle importancia al erizar en su piel. Solo miró directo a los ojos verdes de su hermana, casi iguales y muy diferentes al mismo tiempo.

—No sé qué quieres que haga, Gemma —confesó.

—Quiero que le llores todo lo que quieras, pero no dejes que te mate. —Harry parpadeó sus lágrimas lejos, sintiendo que su pecho no se llenaba de aire. Estaba invadido por la sensación de pesar, de saber que estaba en lo incorrecto y aun así no saber cómo huir de su error. Estaba atrapado entre dos paredes que se movían hacia él, una siendo el dolor en sí y otra siendo el acto de dejarla atrás. Dejar su recuerdo descansar y seguir adelante.

A simple vista, parecía tan fácil solo desear volver a comenzar, o simplemente avanzar de una vez.

—No puedo —dijo en voz demasiado baja, como para no ser oído desde algunos cercanos metros. Pero Gemma lo abrazó, dejando que el alfa recargara su mejilla sobre su hombro y soltara ese sollozo que le cortaba la respiración, queriendo escuchar todo lo que Harry quisiese decir o llorar—. No... No puedo.

—No llores su ausencia, Harry —Gemma besó la frente de su hermano como pudo entre tantos rizos regados—. Llora su partida. Llora todo lo que quieras hasta que lo entiendas.

Harry asintió desde su escondite, suspirando largo para recuperar algo de aire en sus pulmones. Dolió, pero sobrevivió cuando se alejó y regresó a recostar su cabeza sobre la almohada. Se quedó allí, con los ojos cerrados y las lágrimas saliendo pese al cerrar de sus parpados avergonzados. Lentamente, sintió como Gemma se iba levantando de la cama y se alejaba de la cama.




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