Never be the same // omegaverse // larry stylinson

Parte 23.

Harry y Louis dejaron que los días transcurrieran con la misma normalidad casual en sus vidas. De vez en cuando, Harry se echaba sobre su cama a pensar sobre el amor que alguna vez tuvo y sobre la confusión de sus sentimientos. Mientras tanto, Louis seguía a la misma casa de siempre, sin la mínima esperanza de que algo haya cambiado. El omega no esperó mucho de él, pero logró obtener poco a poco una batalla pacífica que no pidió y que le fue dada en cuanto Louis le contó a él respecto a cómo Harry se había dado cuenta de las marcas en su piel. Fue una promesa silenciosa la que obtuvo, que le provocaba más miedo por el repentino golpe que se estrellaría sobre su rostro sin estar preparado antes.

Mientras el frío llegaba con lentitud y copos de nieve morían antes de formar una capa, Louis decidió seguir la vida a lado de un Harry pensativo, que de vez en cuando recordaba cómo se vivía una vida sin realmente desearla.

—¿No eres la cosita más bella del mundo? —Louis le susurró a Tristán, mientras el niño salpicaba agua con sus pies.

Louis se mantuvo sentado sobre el suelo, recargado sobre el filo de la bañera mientras seguía mirando al bebé. Había llegado más temprano por el miedo de coincidir con alguna tormenta de nieve inesperada, pero solo terminó teniendo la comida mucho más temprano de lo usual y tiempo de sobre. Cuando había llegado, Louis había comprobado que sería un buen día cuando entró y descubrió a Harry cargando a Tristán mientras le daba su biberón.

—¿El agua sigue bien? —Sabía que Tristán no respondería, pero Louis solo amaba ver la atención que siempre le daba cuando hablaba.

Gemma también había llegado a casa en un par de días, y se había ido sin lograr demasiado. Louis no escuchaba sus conversaciones, espantado junto a las ganas de hacerlo y perteneciendo en la cocina por el mismo temor de descubrir que Harry se pensaría el trato. Sin embargo, él se negaba a mantener demasiadas palabras con su hermana antes de bajar las escaleras y pedirle que se marchara con fingida amabilidad. Gemma terminaba yéndose, por supuesto, y regresaba al día siguiente con órdenes nuevas que Louis tenía que seguir. Harry luego ponía todo en su lugar y se disculpaba.

Tristán parecía crecer día a día con casi el mismo escenario. Y Louis estaba agradecido de ello, sintiéndose egoísta cuando disfrutaba ver a Harry en sus días de calma, sosteniendo a su hijo y pretendiendo que no se quedaba embobado con la mirada de inocencia que el niño tenía. Aquellos días eran los que Louis apreciaba más, y los que lo mantenían despierto con una sonrisa inevitable oculta bajo sábanas.

—Louis —Harry entró al baño. Louis dio un respingo, girando para verlo parado en el marco de la puerta del baño—. Lo siento, no quería asustarte...

Louis sonrió de lado.

—No importa —le dijo con calma—. ¿Pasó algo?

Harry medio asintió, echándole una mirada al cachorro dentro de la tina de baño. Dentro de la misma tina, había otra más pequeña que Harry había dejado cierto día fuera del armario para que Louis pudiera usar. No se dijo nada al respecto, pero no era demasiado necesario. Louis sabía que había más cosas dentro del armario; cosas que seguramente Harry deseó haber abierto con su omega, no sin ella.

—¿Puedo hablar contigo? —murmuró. 
Louis le asintió, mirando hacia donde Tristán comenzaba a morder uno de sus juguetes.

—¿Le van a salir los dientes? —Harry preguntó de repente.

Louis quiso no reír, pero una ligera risa salió de sus labios antes de que pudiera controlarlo. Apenas atinó a cubrirse la boca con su mano húmeda y evitar de reír más, sin embargo, ya era algo tarde cuando se giró hacia Harry, quien lo miraba sin entender. Louis le sacudió la cabeza ligeramente, consciente de que seguía sonriendo.

—No. No le saldrán hasta unos tres meses o más —le explicó—. Apenas tiene tres meses, ¿no?

Harry asintió, sin verse del todo seguro. Pero Louis solo le sonrió, deteniéndose a criticarlo cuando sus propias manos habían palpado las lágrimas de Harry. Cuando sus propios ojos habían visto la concentración en el rostro de Harry mientras miraba a su hijo, a la par que Louis lo paseaba por la sala para conseguir que durmiera. Era una rutina a la cual Louis se acostumbró con demasiada rapidez, en especial por la fragilidad que Harry mostraba en momentos así, cuando creía que nadie lo miraba realmente romperse sin derramar una sola lágrima. Sin embargo, Louis había aprendido a escabullirse por toda la casa, y había aprendido cuándo Harry necesitaba espacio para sí mismo y no necesitaba ver a su hijo. Así mismo, Louis también aprendió cuando era la hora justa antes del derrumbe, llevando un juego variado cada día a la oficina de Harry cuando sabía que tiraría su cabeza hacia atrás y dejaría de concentrarse en su trabajo para caer de golpe a la realidad. Y quizá Harry también lo sabía, porque siempre sonreía cuando Louis cruzaba la puerta con un nuevo vaso en sus manos antes de que se perdiera a sí mismo en la neblina de sus pensamientos profundos.

—Llamaron del pediatra —Harry interrumpió los pensamientos de Louis—. Ya he agendado una cita. Fue rápido porque Gemma tiene sus contactos, pero no vendrá con nosotros. Es en dos días.

Gemma. Gemma aparecía ciertos días y luego se marchaba como si nada, sin haber logrado poco de lo que deseaba. Harry se negaba a pasar demasiado tiempo con su hermana, y le había contado a Louis una noche después de despedir a la omega en la puerta que se debía a la mirada que ella tenía sobre él. Tan preocupada y queriendo dar un discurso de hermana mayor que Harry ya no estaba dispuesto a escuchar. Louis sabía lo que contenía ese discurso, pero se negaba a contárselo a Harry por la inseguridad que seguía teniendo. Porque sí, Harry miraba a Tristán como si fuera un tesoro, y al día siguiente también lo miraba como si fuera una maldición que no quisiera tener en sus brazos.

—¿Ella está bien? —Menos por curiosidad, Louis preguntó porque había notado a Gemma distinta. Se había pasado todo el día con Alexey, alimentándolo y quedándose callada; algo que Louis entendió que no hacía muy a menudo—. No ha venido hoy…




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