Su pie estaba sobre su estómago hinchado, tan cerca de sus ojos que estaba seguro que ya había manchado sus pantalones también de lágrimas.
Siguió mirando un punto fijo. Letras sin sentido en el lugar donde miles de desconocidos pasearon con prisa para ir a realizar sus necesidades, y él estaba sobre ese piso a la espera de nada.
No tuvo fuerza cuando había intentado levantarse la primera vez, huyendo con espanto. Se rindió cuando su cerebro le dijo que no podría lograrlo, que la ropa llena de sangre llamaría la atención y que estaría en un hospital antes de que pudiera volver a llorar, así que solo se sentó y esperó lo inevitable. El punto fijo, la palabra sin sentido escrita sobre la pared frente a él que miraba sin entenderle el mensaje.
Había llorado y lo había sacudido cuando lo vio por primera vez, esperanzado de que quizá pudiera salir con él en sus manos. Pero el bebé no se movió cuando lo sacudió con su dedo. No respiró cuando miró su pancita fijamente a la espera de un suspiro.
No sucedió nada más que lágrimas de su parte y sus piernas adoloridas en su pecho, apretándose contra él con fuerza para que el estómago, donde ya no había un bebé, desapareciera.
—Mi Dios... —alguien dijo a su lado, pero sus ojos seguían en la pared—. ¿Qué...? ¡Necesito una ambulancia aquí!
Louis parpadeó ante los gritos, casi gimiendo porque sabía que no los toleraba. Siempre se erizaba cuando alguien gritaba a su lado y no había sido la excepción la voz desconocida. La excepción hubiera sido su bebé chillando para que lo recogiera del sucio suelo pero, mirándolo de reojo, supo que en serio no sucedería.
—¡Que alguien llame a una ambulancia! —volvieron a gritar y cuchicheos se escucharon como una ola chocando contra la arena y llevándose todo.
Louis volvió a mirar el cuerpo de su bebé delante de él, a pocos centímetros que si tuviera su mano estirada lo alcanzaría con facilidad. Pero la falta de muchas cosas sobre él le recordaba que no debía hacerlo, que no debía mirarlo tanto tiempo y aprenderse su rostro.
Tenía un pequeño lunar en la mejilla.
—Está bien, omega —Una mano le apartó el cabello de la frente que había tenido pegado gracias al sudor que provocó haber pujado en vano—. Ya viene una ambulancia... Ya viene alguien a ayudarte.
Parpadeó y siguió apretando su rodilla en su pecho para que realmente le doliera.
Se había abierto de piernas con tambaleos en un bar de mala muerte. Se había tirado sobre el piso y había quitado sus pantalones con rapidez cuando el dolor se sintió como si sus huesos estuvieran sido quebrados uno a uno. Había pujado con las piernas recogidas solo lo necesario para que el bebé pudiera salir de él*.
—¿Cuántos meses tenías? —Una voz de beta le hizo abrir los ojos y darse cuenta que estaba siendo levantado del suelo—. ¿Cuántos meses de embarazo tenías, omega?
—Ocho meses —susurró y miró hacia el suelo, donde el diminuto cuerpo seguía en el mismo lugar. Nadie se había tomado la molestia de asegurarse de que estuviera vivo, si es que quizá Louis se había confundido—. El bebé...
—El bebé no sobrevivió —dijeron enseguida, otra voz que le hizo brincar y chillar con debilidad—. ¿Tienes alfa?
Volvió a mirar a su bebé, a la puerta del baño con cientos de ojos curiosos mirando la escena y una sábana sobre él pero no sobre el bebé.
—El bebé —susurró con debilidad en su boca y sabor a lágrimas sobre sus labios—. Mi bebé necesita...
—¿Tienes alfa, omega?
Negó y cubrió su boca con su mano, sollozando y negando una vez más de forma frenética. Porque realmente no lo tenía. Había pensado que cuidaría de su hijo solo cuando naciera en un hospital, cuando llorara por querer su calor.
—Por favor —rogó y con debilidad señaló al cuerpo de su bebé—, necesita... necesita que alguien lo cubra. Por favor.
Un desconocido lo hizo con una mueca en sus labios. Con asco en su rostro.
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Nosotros nos basaremos en las guías normales, con una única excepción:
*Los partos en omegas varones son por medio de su ano. Al igual que a la hora de tener relaciones, estos sueltan lubricante para que el bebé pueda salir.
De todas formas, esto no es de gran importancia para la historia.