—Ji-seok, apártate, no me sigas más. —Decía Liam mientras lloraba y salía corriendo. —Necesito estar solo un momento.
—Espera, no corras, fue mi culpa no tuya. — No iba prestando mucha atención al suelo debajo de mí, pero el ambiente estaba sumamente húmedo y frío porque estaba nevando. — ¡Ay, dolió! — Me había caído. —No te alejes de mi por favor, no quiero volver a estar solo, por favor no te vayas. — Susurré, mientras veía como Liam se alejaba hasta no poder verlo más.
Hace cuatro años. Estaba en el último año de secundaria me estaba preparando para mi graduación para la cual faltaban dos meses. Era muy inseguro y no tenía muchos amigos exceptuando a Mason, un “Hoobae”, al cual a veces le hablaba; tampoco sabía con exactitud qué es lo que iba a estudiar. Siempre me habían dicho que era bien parecido y que tenía buena voz, y gracias a eso podía llegar a ser actor, modelo o hasta Idol; este último no me interesaba porque no quería debutar solo por ser guapo. Se que por la presión todos esperarían que yo fuera a la universidad, tenía los recursos, pero ni sabía qué hacer con mi vida y tenía un presentimiento que sí iba, algo me pasaría. Por lo menos mi hermana mayor apoyo mi decisión de no ir cuando terminara la secundaria.
—Ji-seok, vamos a una cafetería después de las clases, es que le necesito pedir un favor ¿está bien? — Dijo Mason.
—Está bien. — De vez en cuando me llegaba a pedir favores, ¿acaso me veía como una persona confiable? Además, casi nunca usaba honoríficos conmigo, teniendo en cuenta que era dos años mayor que él; se lo dejaba pasar por el hecho de que era extranjero, pero no entendía como podía hablar coreano al nivel de un nativo. —Te he dicho que me digas sunb… ay ya que, ya se fue.
Las clases habían pasado velozmente sin percatarme, eso me asaba por fijar mi vista en la nada al ver por la ventana que estaba al lado de mi asiento. Fui a la cafetería donde me dijo que nos viéramos y lo empecé a esperar.
— ¡Ji-seok Sunbae! Hola. — Mason había llegado a la ventana de la cafetería, llevaba unos minutos esperándolo y tenía calor porque empezaba a llegar el clima de verano.
—Oh, Mason ya estás aquí ¿Qué vas a querer? ¿Un americano?
—Sí, por favor, lamento llegar un poco tarde.
Me acerqué al mostrador y pedí los cafés, dos americanos fríos. Solo faltaban unos pocos días para que la primavera se fuera.
— ¿Y cuál sería el favor que me ibas a pedir? — dije al sentarnos en una de las mesas cerca de la ventana. Tenía curiosidad ya que usualmente no me hablaba, solo me saludaba cuando estábamos en el colegio.
—Era que, si me podía ayudar yendo a recoger al aeropuerto a una familia muy cercana a mi papá y a mí. — Dice mientras se rascaba la nuca, ya que no era usual de pedir favores.
— ¿Por qué yo? Porque no le pediste ayuda a tu papá, algún amigo o a otro Sunbae.
—Mi papá está ocupado ese día.
—¿Tus amigos?
—No son confiables y eres el único Sunbae responsable que conozco ¿por favor ayúdame sí? Se lo recompensare luego.
—Está bien, pero me lo debes.
Era raro que me pidieran favores, ya que por mi apariencia parecía alguien sombrío y de pocos amigos. Solo mis “amigos” sabían que era muy atento y responsable, aunque sí, estos podían ser contados con los dedos de una mano.
—Enserió gracias, sería el sábado a las 9:30, pero es mejor estar antes.
—Bueno, adiós nos vemos luego.
—Adiós, cuídese.
Vi algo que me llamó la atención en la puerta, que se encontraba por fuera de la cafetería había un póster sobre un trabajo a medio tiempo; siempre me habían interesado el arte de los postres, las diferentes texturas que se podían lograr y sus diferentes sabores. Entré de nuevo y me dirigí hacía el señor del mostrador.
—Disculpe, ¿aún está libre el espacio para el trabajo a medio tiempo?
Cuando llego el sábado por la mañana, vi la zona de “Entradas” del aeropuerto muy vacía y con poco movimiento, por lo que decidí que mejor iba a una cafetería cercana a esperar a Mason, ya que no tenía ni idea de como eran las personas conocidas de su Hoobae. Era tranquilo y acogedora, el nombre era gracioso “Miss Pumpkin”. Solo me encontraba yo y la del mostrador. Mientras esperaba a Mason, me pedí un sándwich ya que no había desayunado. Cuando me fui a sentar en unas de las mesas cerca de la entrada vi una familia extranjera llegar, hablaban en inglés y por el poco ruido que había se escuchaba claramente su conversación.
—Bentley, pide sándwiches para tus hermanos y nosotros, así practicas lo que aprendiste.
—Pero papá…
—Solo pídelos, nos vamos a ir a sentar, tu mamá va a ir con Elizabeth a un lugar.
—Está bien. —Vi como se alejaban la señora y su hija y el resto se movían hacía una mesa larga que había frente a la ventana de cristal. El muchacho soltó un gran suspiro y pidió unos cinco sándwiches; uno sin tomate. Estrujaba sus manos por detrás de su espalda y mientras esperaba a que le alistaran su pedido se empezó a hacer viento con la mano, en un momento volvió a ver en mi dirección y estaba sudando y con la cara roja. Era curioso ver como la barrera del idioma podía poner nervioso a cualquier persona.
—Tus hermanos van a estudiar aquí y tal vez tu después.— Dijo el señor al dirigirse a su hijo.
—¿Enserió papá? Aunque yo quería quedarme en Inglaterra con ustedes. —Lo ponía muy nervioso tener que estar en un país sin saber su idioma y lejos de sus padres. Al haber sido educado en casa, siempre habían estado en un lugar sin cambios bruscos en su día a día. Tal vez no se le dificultaría tanto, ya que su lengua materna era el inglés al haber nacido en Inglaterra, pero según su hermana decía que en Corea no lo hablaban mucho y por eso ellos prefirieron aprender el idioma.
—Va a ser una buena experiencia, puede que te llegue a servir en el futuro. —Dijo su padre.
Empezó a sonar mi teléfono en mi bolsillo, y lo saque para ver quien me llamaba. Era Mason.
Editado: 17.10.2024