Fue exactamente hace 16 años cuando el primer problema llego, una hermana era algo que yo no deseaba en esos momentos me bastaba con mi abuela y no me atraía la idea de cuidar a alguien que babeara todo el tiempo. Aún recuerdo el día que mamá llegó del hospital con un bulto entre sus manos, recuerdo incluso el domingo en que dijeron que mi hermana (Aún pequeña) no pertenecía a este pueblo ni a nuestro mundo, aquella noche mi madre lloró, mi abuelo simplemente negó vociferando que este era un castigo que él merecía también recuerdo a mi padre contándome un cuento a mi y al nuevo bulto (Que ya de por sí era mal visto por toda la Iglesia a la que asistiamos) para terminar dejándonos solas en mi habitación, ese día, cuando vi sus ojos azules y su pequeña boca sonreirme me di cuenta que ella realmente no pertenecía al pueblo, porque era diferente, porque después de todo era mí hermana y todos sabían que la familia Herabi había sido diferente por generaciones, además por que al igual que ella yo también era diferente.
Hay noches en las que mi padre suele contarme que con apenas dos años yo ya era proclamada por casi todo el pueblo como la salvadora que nos liberaría ¿Pero de que? Jamás había entendido a la gente de este pequeño pueblo y cuando los indigentes se acercaban para mirarme y decirme tú eres la salvación papá dice que yo salía corriendo gritando como una loca desenfrenada, luego de años y la llegada de mis tres actuales problemas la gente del pueblo dejo de hablar sobre nosotros y si lo hacían, mi familia nunca estaba presente para defenderse.
—¿ Casey?—la voz de mi hermana me atrajo a la realidad—¿Sigues aqui?
Asenti con la cabeza, mi hermana sólo sonrió.
—¿Entonces ...—se apresuró a decir—me llevarás contigo a la Iglesia?
Entrecerre los ojos, antes de que una respuesta cínica saliera de mi boca, una mano empujó a mi hermana hacia atras.
—Casey prometiste llevarme—una rubia de seis años me observaba descaradamente.
— Ella dijo que me iba a llevar—la más alta rodó los ojos— ella no va a llevarte Cloe comprende eso.
Yo seguía en shock, cómo era posible que esas dos estén dando un espectáculo en mi cuarto peor si era para llevarlas a la Iglesia, yo no iba a llegar temprano, Daisy iba a ser la primera...
¡Maldita Daisy, bien jugado!
Mientras estas peleaban frente a mi una voz un poco más grave, dio un grito de guerra.
— Adiós perras ¡Ahí está por meterse con Daisy Herabi! ¡Las veo allá!
Por último la puerta principal cerró, las voces pararon para luego de unos segundos correr hacia la salida de la casa, al menos eso suponía.
Salí del cuarto tranquilamente, camine hacia la cocina, una pequeña foto familiar colgaba de un imán.
Tres rubias y una castaña sonreían, abajo el nombre Casey, Daisy, Cloe y Keila estaba acompañada de una pequeña frase.
Recuerden que en momentos difíciles, sólo ustedes se apoyaran.
Negué con la cabeza cuando el grito de Keila rompió el silencio, y sonreí porque realmente no sabría que hacer sin ellas eso me había dado cuenta cuando Daisy sonrió aquella noche.
—¡Casey!— la voz de Cloe me hizo reír—mueve tu trasero, debemos llegar antes que Daisy.
La Iglesia era un tema aparte, demasiado aparte.
Mientras caminaba por el pequeño pasillo de la parada, mi mente se debatía en entrar o no a ese lugar del que había escapado hace ya dos meses. Yo culpaba a la Iglesia y a la gente del pueblo por ello, mientras claramente ellos le echaban la culpa a algo superior a nosotros.
Muchos aún suelen lanzarme miradas de enojo cuando camino por las calles del pueblo con Lenin, incluso han llegado al extremo de enviarle cartas a Daisy expresando su severo enojo hacia la decisión que yo tomé.
— ¿Casey, estás bien? — Mi madre pregunto con cautela.
Intento sonreír, aunque falló un poco en ello, al final niego y mamá me abrazo.
— Todo estará bien, ahora entremos, Daisy debe saber que no está bien abandonar a sus hermanas— su voz salió enojada—peor llamarlas perras ¡Qué clase de hija estoy criando!
Unas pequeñas risas se escuchan a pocos pasos, Daisy iba a matar a Cloe de eso estaba demasiado segura.
La Iglesia o célula como solían llamarla no era muy grande, un pequeño pasaje abría pasó al parqueadero del lugar, de un lado un pequeño restaurante con aspecto antiguo sobresalia, más abajo un edificio de color marron ofrecía una tienda de instrumentos en sus pisos se encontraban diferentes aulas y oficinas, cerca de ellos un pequeño grupo de jóvenes rodeaba lo que parecía ser una nevera, hablaban entre ellos mientras caminabamos mi madre saludaba amablemente a todos.
Yo sólo pose la mirada en uno, Jackson.
Un amigo de mi infancia antes de que me alejara de todo, él había sido mi mejor amigo, solíamos compartir todo incluso llegue a sentir algo más que una amistad pero entonces llegó Lenin y junto a él muchas peleas con Jackson, terminamos de ser amigos y ahora se toma muy literal lo de ignorarme.
Una pequeña risa me distrae principalmente porque la conozco Jackson posa su vista en la procedente de aquel sonido, Daisy sonríe con una confianza desbordante, aunque no hable con nadie ella es asi fuerte, audaz y valiente si es necesario, Daisy y Jackson nunca se conocieron y no fue porque se odiaran, en realidad Daisy no presta atención a alguien hasta que literalmente la vida provoca que choquen además estaba ocupada enamorandose de un patán, pero eso es otra historia.
Daisy camina hacia la carpa y sin pensarlo sonríe triunfal a Cloe algo me decía que esa chica tramaba cosas muy malas pero no podía quejarme el pueblo y su retinencia a creer que ella No era igual a los demás fue lo que desató el huracán que hoy por hoy es mi hermana.
Sin más veo como mi madre se acerca, saluda a Jackson y jala del brazo a mi hermana ella sólo bufa para luego juntar sus brazos y entrar al culto.