Cuando llegamos al bosque lo supimos.
Luego de aquella llamada mi madre había gritado algo parecido a una maldición ¿En qué idioma? Ni idea.
Después salió corriendo con nosotras al carro, que estaba esperando en la puerta de la casa, supongo que a pedido de mamá.
— ¿A dónde vamos?—preguntó Cloe.
Mi mamá había visto a mi hermana con una cara de "callate, ahora".
Después de ese extraño suceso, todo el trayecto estuvo en completo silencio.
Cuando divisamos un cartel gigante que avisaba la entrada a nuestro infierno y no lo digo de broma el cartel decía algo así.
Bienvenidos al bosque de Wolturf, un lugar perfecto para perderse.
Y no volver jamás pense más no lo dije.
A los diez minutos el carro término estacionandose en uno de los parqueaderos que tenía el bosque, mi madre salió y nosotras detrás de ella.
— Busquen por todos lados, Daisy no puede estar muy lejos.
— Mamá que está ocurriendo ¿Porqué buscamos a Daisy en un bosque?
— Quizás por que hizo algo tonto por segunda vez
— Técnicamente está sería la sexta— resoplo Keila.
Decidí mirarla mal por primera vez en días, mi hermana tenía una lengua capaz de envenenar de una manera muy fuerte, difícilmente se detenía.
— Ahora no importa cuantas estupideces allá cometido—dijo mamá con un tono de desesperación— Casey, tu y Keila diríjasen por ese camino.
Había señalado un sendero formado por (supongo yo) muchos pinos y ramas. Como solía llamarlos Keila un sendero natural, algo que sólo se hallaba en ciertos bosques.
— Yo y Cloe buscaremos por acá.
Luego de eso sujeto la mano de mi hermana y desapareció.
Keila y yo nos encaminamos por el sendero que mi madre había dicho.
De tantos lugares para escapar, Daisy había escogido el más oscuro y sombrío.
Una lucecita cegó mis ojos por unos instantes.
— ¿Que?—observé una linterna en la mano de mi hermana— la traje por si acaso.
Gire los ojos y seguí el camino señalado por las hojas secas que se encontraban en el suelo.
— Osea que sabías que Daisy vendría al bosque.
Mi hermana no respondió.
— Keila ¿Cómo lo sabías?
Al final escuche un resoplido de su parte.
— Puede ser que escuchará la conversación que tuvo con el gilipollas de Maicol.
Gire mi cabeza hacia ella.
— Y no pudiste decirnos eso antes de regresar a casa contigo.
— Ustedes no preguntaron.
Tome mis manos y las lleve a mi cara, ese día había sido demasiado estresante, para el colme teníamos que sumarle el lindo suceso de Daisy y su asqueroso "iré al bosque a perderme".
Mi hermana detuvo el paso, tomó mi mano, quise safarme varias veces, al ver que no tenía resultado gire en su dirección.
Los ojos de mi hermana había perdido el color, su piel se había vuelto un poco pálida.
— Keila no es momento para tus esce…
Mi hermana me había girado tan deprisa que creí por un momento que el mareo golpearia fuertemente en mi.
Frente a mi la escena no era de lo más emocionante.
Daisy estaba sobre una roca, parecía estar pérdida ya que ni siquiera se había dado cuenta de nuestra presencia.
Su ropa estaba rota, tenía tierra y hierba en su cabello, supongo que había rodado varias veces por ahi.
Sus manos se encontraban a los lados de su cabeza, sus ojos parecían perdidos, veía en una sola dirección.
Nos hubiéramos quedado paralizadas ahí de no haber sido por el grito que rompió el silencio.
Por inercia Keila corrió hacia la roca tan rápido que tropezó dos veces seguidas, cuando llegó tomo el brazo de Daisy y la sacudió por varios segundos.
Me uní a ellas cuando unas pisadas comenzaron a sonar, cada vez más cerca, más rápido.
Debíamos salir de ahí.
Estaba segura que no sólo mi familia estaba en ese bosque.
— Daisy despierta— gritó mi hermana asustada— por Dios ¡Daisy!
Su grito fue lo suficientemente alto que Daisy pareció regresar en si.
Fijo la vista en nosotras, luego regresó su mirada hacia los espesos árboles que nos rodeaban.
Hizo repetidamente eso, hasta que parpadeo y nos abrazo.
Hubiera sido un momento de hermanas perfecto, si los pasos que había escuchado antes no sonarán cada vez más cerca.
— Tenemos que irnos— aparté a Daisy de nosotras— ahora.
Mis hermana asistieron, volvimos al sendero tan rápido que cuando las pisadas habían llegado al claro las nuestras se escuchaban lo suficientemente lejos.
— Que carajos a pasado en ese lugar— gritó Keila, mientras corriamos.
Daisy giró la cabeza como intentando borrar un recuerdo de su cabeza.
— No la presiones— le dije a mi hermana.
Keila sólo me miró y asintió.
Cuando llegamos al estacionamiento, mi madre junto a Cloe alzaron la vista para vernos, detrás de ellas estaba Maicol.
El parecía más perdido que Daisy y cuando vio a mi hermana, apartó a mi madre del camino y corrió hacia ella.
Los dos se fundieron en un abrazo mientras lloraban.
Lo que sea que había pasado en el bosque, no se quedaría sólo ahi.
De eso estaba segura.
— Entonces..—susurro mi abuelo al vernos a todos aturdidos— ¿Qué ha pasado?
Todos miramos a Daisy y Maicol, quienes seguían en estado de shock, sus manos estaban unidas, tenían cobijas térmicas sobre ellos, nos miraron y negaron.
— Chicos— susurró nuestra madre— deben decirnos..
— ¿Quién te llamo mamá?— Keila había hablado.
Todos giramos nuestra vista de ellos a nuestra madre, era muy raro que llamarán a mamá para decirle que nuestra hermana y su mejor amigo estaban siendo parte de una cazaria humana en el bosque.
Porque para comenzar en ese lugar no había señal.
— Lo importante es saber que les ha ocurrido— dijo mamá.
— Si queremos saber eso, también es justo que tu nos digas de quien recibiste la llamada— Keila observó fijamente a mi madre.