Era un buen día para caminar.
Resulta que después de cierto descubrimiento en mi hermana Keila, y si, hablo del don de poder entender otras lenguas.
— Casey te lo digo por cuarta vez no es un don— masculló enojada— esto más da miedo que otra cosa.
Alce los hombros en su dirección.
— Pues no eres tú la que supo que lengua antigua era.
Keila me observó y asintió, juntas habíamos llegado a una simple conclusión.
Estábamos cagadas.
O bueno nuestra familia lo estaba.
Primero los sueños de papá luego la linda caminata que Daisy y su mejor amigo habían realizado en el bosque, Keila y yo nos sumabamos a eso con el yo leo en latín antiguo y ella sabe que es latín antiguo, por que simplemente lo sabe.
La única normal era Cloe.
— ¿Les ocurre algo?— susurraron— siguen mirando esa pantalla desde hace una hora.
Keila entorno los ojos hacía Cloe.
— ¿A ti que te importa? Ni que eso te afectará.
Mi hermana negó y se alejó.
— Porque la tratas así, se supone que somos hermanas ella debería saber.
— Que sean nuestras hermanas no significa que deban saber toda nuestra vida.
Hice una mueca de disgusto, esas palabras que ahora mi hermana decía yo se las había dicho a Daisy hace tres veranos.
Cuando según ella cambié.
Miró hacia las escaleras que conducen al segundo piso, ¿Será que Daisy también estaba ocultando algo?
— Y ahora…
— Ahora— habló Keila— tu y yo nos iremos averiguar el pasado de nuestra familia, estoy harta de que me engañen de este modo.
Sujetó su chaqueta y salió por la puerta trasera, yo me quedé estática en mi sitio ¿Cuándo había dejado de ser la mayor?, porque las palabras de Keila no eran una invitación, eran una orden.
Y sólo yo podía dar órdenes.
— Casey—hablo Cloe detrás de mi— sigue a Keila, yo cuidaré a nuestra hermana y al loco de Maicol.
Asenti sin regresar a verla, empuje la puerta y salí.
Mientras caminábamos por las calles, observé el cielo azul que ese día azotaba al pueblo, estábamos a mediados de octubre lo que significaba que ya mismo el verano daba fin para abrirle pasó al invierno.
—Keila ¿Dónde piensas averiguar el pasado de nuestra familia?
Keila dejo de caminar, yo regresé la vista en su dirección.
Mi hermana entorno los ojos, siento que un día de tanto virarlos va a terminar virola.
— A unos metros de aquí—soltó— queda la biblioteca.
La miré sin entender algo de lo que dijo.
— ¿Que tiene la biblioteca?
— Los archivos de todo el pueblo, por Dios Casey, como es que eres buena estudiante y nisiquiera sabes la historia de nuestro hogar.
— La historia y saber donde se encuentran los archivos de todo el pueblo son cosas totalmente diferentes.
Sin decir nada Keila avanzo dejándome ahi, mi hermana tenía un carácter demasiado bipolar, cuando quería estaba feliz y cuando no, pues ese era el resultado.
Tras caminar varias calles, por fin llegamos a nuestro destino,un edificio de la época victoriana tenía escrito en letras grandes.
"Biblioteca de new city, abierto las veinticuatro horas".
Observé por primera vez el edifico, en todo el tiempo que he vivido aquí, jamás, pero jamás he venido a la biblioteca.
Este mundo era definitivamente para Daisy.
Una idea cruzó mi mente.
— No estamos aquí sólo para averiguar de nuestra familia ¿Verdad?
— A la hora que te das cuenta— la mirada de Keila se cruzó con la mía— mataremos dos pájaros de un tiro.
Decir que la estructura de la biblioteca era magnífica era poco, mientras afuera la imponente casa era blanca con uno o dos muros negros adornada de varias estatuas a lo largo de cada pared.
Era poco comparado a su interior, la casa parecía brillar por si sola, las paredes estaban decoradas por filos dorados, el cielo tenía diferentes arcángeles dibujados, todos alrededor de la sala.
Una joven mujer se encontraba a unos pasos nuestros, mantenía la vista en la computadora.
— ¿Disculpe?—habló keila— podemos ingresar.
La mujer levanto la vista sólo unos instantes.
— ¿Son mayores de edad?
Mi hermana y yo negamos.
— Entonces la respuesta es no.
Volvió su vista al lugar donde la encontramos.
— Escuche—pronunció con cautela Keila— tenemos un trabajo de historia, que habla sobre la fundación del pueblo y nuestro llegada en el, además de que mi hermana— dijo señalandome— cumplió la mayoría de edad hace una semana.
La mujer nos miró de nuevo,
fijamente.
— ¿Algún documento que lo respalde?
Antes de que yo hablará diciendo seguro que no, Keila rebusco en su chaqueta, sacó un pedazo de papel, lo puso frente a la mujer.
— Pueden pasar— la mujer asintió con la cabeza al guardia que se encontraba respaldando la entraba a la biblioteca.
Mi hermana tomo el papel y siguió su camino.
Cuando la alcancé, solté una mirada incrédula.
— Fue hace dos meses— habló sin mirarme— el señor Ramos quería que investiguen sobre la fauna nativa del medio Oriente, yo tenía Internet así que …. No necesite venir a esto.
Pronunció señalando lo que para nada era una biblioteca pequeña.
Frente a nosotros se encontraban diversos anaqueles, cada uno detrás de otro, a la lejanía se observaba una escalera en espiral que llevaba al segundo piso, no había nadie en el lugar a excepción de la recepcionista no entran si no son mayores, el guardia y claro nosotras.
— Por donde empezamos
— Tu busca por allá—señaló uno de los pocos pasillos que tenían iluminación.
Me encaminó por el lugar, lo malo de las bibliotecas grandes y solitarias era que claramente eran grandes y despobladas, aparte de todo los libros que en realidad no ayudaban con el panorama.
Cuando me di cuenta me encontraba rodeada de un montón de estanterias, como si el lugar no tuviera salida, gire completamente, la paz me invadió al ver el pasillo por el que claramente había llegado.