New City Chronicles: The loss Compass

«CAPITULO 8»

Resultó ser un simple apagón.

La biblioteca parecía no recibir gente o clientes en la noche, por lo que supuestamente no estaba del todo apta para  ese tipo de situaciones.

Al menos eso había dicho la señora que nos sacó del lugar, minutos después del apagón.

— ¿Quieren que las lleve?— hablo Theo.

Antes de que yo hablará, Keila asintió.

Se había comportado así desde que tradujo la última línea  de aquella profecía.

Subió sin decir nada al camaro de Theo.

— ¿No vas a preguntar?—solté sin más.

Theo negó, parecía que ya había tenido suficiente ese día.

Solté el aire acumulado y subí al auto.

El trayecto a nuestra casa fue tranquilo, la música de una banda sonaba de fondo, mire por el espejo retrovisor, Keila observaba los árboles que nos rodeaban con una clase de sentimiento que no lograba identificar, parecía triste y distante.

— Gira aquí a la derecha— Keila indicó a Theo un camino roca graminea.

Theo asintió y giró.

— Viven cerca de la Iglesia, ¿Y aún así llegan tarde?

— No vivimos cerca de la Iglesia— solté— ves esa colina de allá.

Señalé un par de montañas que se observaban lejanas.

Theo asintió.

— Ahí vivimos.

Espere ver la reacción de sorpresa de Theo, en vez de eso escuche una carcajada de su parte.

— ¿Que es lo que te da chiste?

Repentinamente el camaro paró, Theo giró hacia mí, comenzó a acercarse.

Intercambie miradas con Keila, pero a ella pareció no importarle.

Cuando estuvo demasiado cerca, cerré los ojos, escuche la puerta abrirse.

— Es hora de que entren a casa, ya son más de las diez y mañana tiene clases.

Abrí los ojos con vergüenza a Theo no parecía importarle ya que había regresado a su posición frente al volante.

— Gracias— susure bajando del camaro.

Las luces de mi casa estaba apagadas, como si nadie se hubiera dado cuenta de que yo y Keila no estábamos en la casa.

Quizás, Cloe había hecho algo para distraerlos.



 

Keila y yo caminamos hacia la puerta trasera de la casa, logramos escuchar el sonido del  camaro de Theo alejarse.

— ¿Porque lo metiste en esto?

— Yo no lo he metido en nada— reproche a Keila— ni siquiera sabemos que esta pasando realmente.

Keila no giró, ni se quejo, empujó la puerta despacio e ingresó a la casa.

Las siguientes semanas fueron por así decir tranquilas, Keila había vuelto a clases luego de su suspensión de tres días.

Los domingos Theo parecía normal, no me hablaba, tampoco a Keila, mi hermana solía decir que hacía bien, ya que no nos habíamos hablado antes de lo ocurrido en la biblioteca.

Yo por mi parte me sentía rara.

Daisy y Maicol habían vuelto en sí, jamás nombraron o pidieron la brújula, fingian que nada había ocurrido en el bosque, aunque aveces no lo hacían demasiado bien.

— ¿Entonces me estas diciendo que el psicólogo de Henry en realidad es Pepe el Grillo?

— Ya te dije por cuarta vez que no lose, recién vamos en el segundo capítulo, observa y pregunta luego— se quejo Daisy por tercera vez.

Maicol rodó los ojos en su dirección.

— Ya no me está gustando esta serie— hizo un puchero— porque no rompe el hechizo y ya.

— ¿De que serie hablan ahora?—pregunté dejando el cereal de lado.

— Érase una vez— susurro Daisy mientras miraba a la pantalla— vez, te dije que Rumplestinski fue el que le dio el hechizo.

— Yo te dije que eso hombre daba miedo—dijo Maicol— así que técnicamente ya te había supuesto eso.

— ¡Hey!— levanté mis manos— estoy aquí no me olviden.

Daisy cerró la laptop, para clavar la vista en mí.

— De acuerdo que paso— miró a Maicol— dilo rápido, tenemos que terminar la maratón antes de mañana.

Alce una ceja en su dirección.

— Daisy apostó— Maicol rió—ya sabes que no le gusta perder.

Eso yo lo sabría de sobra, hace unos años Daisy y yo habíamos apostado a quien comía más rápido un bote de helado, luego de casi dos horas mi hermana me había dado una paliza, le tuve que lavar los platos por más de un mes, fue la última vez que aposté con ella.

— Mañana en la noche es la iniciación—solté de golpe— y si lo hago mal, peor aún, si piensan que soy mala y por eso me alejan de la familia.

— Esto se parece a Sabrina—dijo mi hermana— sólo no firmes el libro, a ella le funcionó.

— ¿Quién es Sabrina?

— Una chica mitad humana, mitad bruja— tomo mi plato de cereal— al igual que tu debía tomar una decisión antes de su bautizó.

— Para comenzar no es ningún bautizo, ¿Que pasa con ella al final de la serie?

— No lo sabe— dijo Maicol— Daisy dejo de verla luego del capítulo en el que la Iglesia terminaba comiéndose a una chica.

Mi hermana asintió.

— Pero creo que no firma el libro—alzó la cuchara llena del ceral— se supone que es la buena, los buenos siempre ganan.

Después de eso tomo el plato de cereal, me sonrió y junto a Maicol se dirigieron a su habitación.

Gran consejo Daisy, sólo hay una pequeña variante.

Nosotros no firmamos un libro, nosotros juramos.




 

La noche pasó demasiado rápido para mi gustó, sentí que sólo había cerrado los ojos un par de segundos para volverlos abrir al instante, suspire sentandome en la cama.

—¡Feliz día del escudo!— logré escuchar a Cloe.

— Es Halloween— mascullo Keila— idiota.

Me levanté perezosa, camine hasta llegar a la puerta de la habitación.

— Aqui dice que es el día del escudo— reprochó Cloe.

Al salir las observé, ambas estaban arrecostadas en la pared de enfrente, Cloe tenía un libro en sus manos y Keila lo observaba fijamente.

— ¿Es broma verdad?—miró a Cloe.

Mi hermana negó.

— En Ecuador no hay Halloween, porque naturalmente es el día de escudo.

Keila enterró la cabeza entre sus piernas.

Cloe por fin me miró.

— Creo que la traume— sonrió al pararse— dijo mamá que te alistes y bajes a desayunar hoy hay clases normales.



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En el texto hay: amor, magia, poderes

Editado: 06.05.2020

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