KEILA.
El mundo suele dar vueltas.
A veces tarda quizás un poco, o mucho, la cuestión no es que tarda, no, es todo lo contrario. Es que cuando llega, destruye todo.
—¡Auxilio! —mi voz comienza a salir ronca por haber gritado hace más de media hora.— ¡Ayúdenme!
La gente corre a mi alrededor, y los gritos siguen abandonando mi garganta. No entiendo nada, sólo estoy segura de una. Algo malo había pasado.
—¡Keila! —la voz de Casey llega a mi como una avalancha y mis emociones simplemente me ganan.
Doy vuelta y cuando la veo al otro lado de la calle, la gente parece desaparecer a mi alrededor, como si sólo ella y yo estuviéramos.—¡Casey!
Cruzó la calle empujando a la gente, no me importa los golpes que también recibo de su parte, cuando llegó a mi hermana lo único que hago es caer en sus brazos. Jamás había sentido un abrazo tan real como ese, no se si se debía a la situación pero por lo que sea que yo lo halla hecho debía ser grande y peligroso, porque yo no abrazaba a cualquiera.
—Pensé que habías muerto — susurró mientras me abrazaba con fuerza—. Y-yo enserio pensé que las había perdido.
Cuando soltó lo último lo único que yo pude hacer fue llorar, muchas lágrimas abandonaron mis ojos y rodaron, no podría decir que se habían llevado mi miedo o mi inseguridad porque la verdad es que eso no se iría, no hasta que estuviéramos las cuatro reunidas.
—¿Dónde están las demás? —pronuncie, un agarre más fuerte fue lo que recibí de respuesta.
—Cloe ya salió del pueblo —susurró cuando nos separamos, por primera vez reparo en el tipo de ropa que Casey porta, su cabello estaba recogido, su ropa celeste con el short negro combinaban perfectamente. — Sobre Daisy…— volví mi vista, chocando con la suya, no tuvo que decir nada. No fue necesario. Yo entendía lo que estaba ocurriendo.
Daisy, ella simplemente no estaba.
……
—¿Estás segura de que te encuentras bien? —el susurró de la voz de Casey me trae a la tierra. Volteo y sólo la observó. Se ve tan diferente a la Casey del sueño, como si aquella pesadilla que últimamente se repetía en mi mente viniera de mi completa imaginación. Yo realmente esperaba eso.
—Si. —vuelvo mi vista al taller de Naturales que habían entregado está mañana. Debía estudiar y dejar sueños detrás.
—¿Estás segura? —repuso llevando sus dedos al comienzo de la mesa, no respondí nada.—, si te sientes rara por tu sueño del fin del mundo…
Fin del mundo. No era el maldito fin del mundo, lo había comprendido la tercera noche del sueño, Casey siempre repetía lo mismo, Cloe logró salir del pueblo.
—Ya deje de tener esas pesadillas —se que mentir está mal pero hay cosas de ese sueño que aún despiertas me atormentan.
—Si claro y yo soy Batman.
Rodé los ojos—Tus gustos, tus problemas. —un minuto después, Casey y yo reíamos como un par de focas retrasadas.
—Te dejaré estudiar —mi hermana se levantó y comenzó a tararear una pequeña melodía—. Cuando Daisy llegue por favor infórmale sobre la pesadilla ha estado preocupada por ti últimamente.
No respondí otra vez, parecía que eso ya se estaba haciendo costumbre.
Cuando vi a la lejanía a Casey reposo mi cabeza en el respaldar de la silla y sin esperarlo las lágrimas volvieron a caer, y está vez ni siquiera yo sabía por que.
…..
La cueva frente a nosotras está encendida de diferentes colores, la belleza de cada una de las figuras fosforescente era simplemente increíble, los matices utilizados y lo rupestre de ellas las volvía el lugar perfecto para esconderse.
—¿Por qué aquí? —pronuncie observando la pared, una pequeña corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Yo reconocía el lugar.
—Theo dice que es un buen lugar para esconderse — la voz de Casey solía despreocupada.
Levante mi pequeña linterna y señale al fondo de la cueva. —Todo esto se me hace conocido — susurro.
Casey al no escucharlo comienza a adentrarse más a la cueva, al pasar por cada pared un pequeño dolor comienza a instalarse en mi corazón. —Sobre Theo y tú — repongo siguiéndola— ¿Desde cuándo?
Casey no volteo pero puedo sentir como se pone rígida. — Y-yo no tengo nada con él.
—Mientes.
—No lo hago.
Logró pasarla y ahora soy yo quien dirige está expedición a la cueva— Sabes que es lo peor —suelto, la linterna de mi hermana me señala un pasillo que cada vez es más estrecho.—. Lenin no se merece esto.