CASEY
Primer día de vacaciones.
Y yo me encuentro aquí, dentro de mi casa, huyendo de los que dicen ser mi familia. Carnaval era una época que odiaba, digamos que mojarme no estaba dentro de mis planes vacacionales.
—Ya sal a jugar —pronuncia mi madre desde la entrada —, Keila dice que está en desventaja y a este paso va a perder.
—¡Pues que pierda! —gruño—. Si salgo los locos van a manchar mi linda chompa y primera muerta a que lo logren.
Suspiro al escuchar la puerta ser cerrada, una cosa era acabar los quimestrales, terminar mitad del año y salir a vacaciones por el máximo de dos semanas.
Eso era lindo, hasta que recordabas que la mayoría de la semana libre también se debía a una fecha un poco especial: Carnaval.
Eso significaba, días enteros de estar mojada, algunas con varias sustancias como la harina, el huevo, el aliño y por supuesto el colorante.
Así que, por el bien de mi preciada ropa había decidido mantenerme dentro de la casa y específicamente el cuarto.
—¡No mames! —la voz de Maicol me confirmo quien había ganado el juego hace más de tres horas.
—¡No es justo! — siguió Daisy, — ¡Ni siquiera estabas dentro del juego!
Alce una ceja y comencé a acercarme a la ventana. Afuera divisé a los chicos y mi madre, ella se encontraba sentada en las escaleras de la casa mientras el equipo de Daisy y Maicol se encontraban cerca del árbol de manzanas que mi madre había sembrado a inicios de año, ambos estaban mojados y frente a ellos se encontraba Keila también mojada con una carioca en mano y a su lado un chico que había creado ya suficientes remolinos en mi vida.
—Técnicamente está en mi equipo ¿Verdad? —pronunció Keila.
El joven pelinegro asintió un par de veces— ¿Dónde está su hermana?
—Ya decía yo que no venía para jugar —se quejó Daisy—. No fui este fin de semana a la reunión porque habían surgido uno a problemas en casa.
Claro, si a los problemas de casa se refiere con ver la maratón de la última temporada de Erase una vez.
Theo simplemente alzó su mano y realizó un like, mi hermana giro los ojos. Ella solía darse cuenta cuando una persona no solía estar interesada en el tema que ella estaba tocando, además que conocía muy bien a Theo y sus cambios de humor y carácter.
—¿Dónde está Casey?
Keila fui quien señaló la ventana y cuando este volvió la vista mi reacción no fue la más esperada. Sentí como si mi cuerpo comenzará a seguir un plan que de pronto tomó forma en mi cabeza.
Me adentró al cuarto para poder escapar de su mirada. Vale, me acerqué a la puerta del cuarto y coloque el seguro, sabía que algo como eso no lo detendría.
Conté hasta cinco antes de alzar las mano y con todas mis fuerzas empuje la ventana que hace más de un mes había usado para sacar a rastras a quien ahora me busca.
Camine hasta ella, tome una maleta y corrí hasta la ventana.
Abajo la mirada incrédula de Daisy se encendió.—¡Qué carajos te pasa! — su grito por un momento casi hace que me arrepentirán por lo que estaba a punto de hacer, pero como dije, sólo fue por un par de segundos.
Retrocedí unos pasos, al momento en que la puerta fue golpeada corrí de vuelta a la ventana y con todas mis fuerzas salté.
Al comienzo supuse que caería de pie, vamos eso siempre ocurre en las películas pero la verdad es que sentí un dolor ensordecedor cuando llegue al suelo.
—¡Maicol! —el grito de Daisy y el golpe que recibí segundos después fue prueba de que realmente había cometido un error al caer.
Observe muy apenas cuando ni hermana se acercaba a su amigo, quien estaba desmayado por el golpe, sus ojos habían vuelto a ser dorados, posó su mirada en mi pero cuando supongo yo, vio mi estado su mirada se suavizó. Y sus ojos volvieron a ser azules.
—¿Estás bien? —susurró al acercarse.
No asiento sólo intente sonreír, pero al ver que nada de eso podría hacer estiro mi mano con clara intención de que Daisy la tomará. Un mareo me invade y por primera vez me dejó llevar por esas sensaciones porque estoy muy cansada como para luchar.
—¡Casey! —grita asustada, y no puedo hablar por qué definitivamente ya no me encuentro ahí.
…..
—¡Casey! —algo comienza a sacudirme— ¡Despierta, por Dios!
Un impulso recorre mi cuerpo a velocidad luz, tan fuerte que por impulso terminó sentándose en la cama. El cuerpo aún me duele y las ganas de gritar no dejan de presionarme.
Cuando abro los ojos frente a mi observó los ojos azules que mi hermana lleva, contiene un brillo peculiar, como si ahora el dorado y el azul fueran uno solo.
—¡Matt! —llevo mis manos a los costados de mis orejas— ¡Ya la tenemos!