KEILA.
Miraba directamente al espejo, mi cabello castaño caía a los lados de mi cara, haciéndola ver un poco redonda. Aún así mis ojos brillaban como si hubiera la noticia de que gane la lotería o algo por el estilo.
—¿Estás segura de que esto es una buena idea?
Cloe asiente desde la cama, aparta su cara del celular y sonríe.
—Te queda bien —una sonrisa se posa en sus labios—, digámosle a Casey que ya estamos listas.
Asiento y mi hermana abandona la habitación, yo vuelvo a mirar el espejo de mi recámara.
Mis labios están pintados aparentemente de un rosado pálido. Me armo de valor y doy vuelta.
Frente a mi cama está el peluche que Lenin le había dado a Cloe hace más de tres semanas, antes de morir por culpa de Patrick.
Mis ojos se aguan, Lenin no había sido mi persona favorita desde que llegó, pero el no merecía eso, sacrificarse por todo un pueblo merecía ser reconocido, el problema era que nadie lo recordaba, después de todo la gente había desaparecido y cuando volvieron nadie se acordó del chico que había sacrificado su vida por salvar a la hermana de la mujer que amaba. Mucho menos preguntaron o asistieron a su entierro. Como Casey había hablado en su discurso. Lenin sólo era un chico, no iba a se recordado. Al menos no por las personas correctas. Pará todos el había muerto, el asesino había huido del pueblo y jamás hallaron más. Ni a Patrick, ni la brújula o señales que nos metieran a nosotras en aprietos, simplemente todo había desaparecido. Todo lo que podría inculpar nos había sido tragado por el bosque.
Me acerco al peluche y lo acarició. En ocasiones podía sentir a Lenin por aquí preguntando que hacía o si ya habíamos encontrado alguna pista.
—¿Otra vez? —la voz de Daisy me hace girar—, a mi también me duele, pero hay que ser fuertes. Por el bien de Casey.
Asiento y sonrió.
—Él desearía que seamos felices aunque ya no esté aquí.
Daisy sonríe y me abraza, me transmite esa tranquilidad que había perdido hace un mes cuando la primera guerra que combativos se presentó. El sueño en el que ella desaparecía aún aparecía en mi memoria como advirtiendo que está no sería la primera vez que perderíamos a alguien en batalla.
—Vamos Maicol esta esperando abajo.
Juntas salimos de la habitación, en el piso de abajo mis otras dos hermanas esperaban hablando con nuestros padres sobre las hazañas que logramos hacer, por suerte ninguna se recalca de ser la ganadora, todas sabemos que el verdadero héroe había salvado a Daisy.
—Por Dios —pronuncia mamá divertida—, si hemos tenido cuatro hijas.
Una risa abandona mis labios, corro hacia mama y la abrazo, luego hago lo mismo con papá, resulta que después de la pequeña contienda, mi papá había decidido seguir el trabajo desde casa, mama trato de hacerle entender que eso no volvería a pasar, mi padre no dio el brazo a torcer.
Así que ahora está aquí, a nuestro lado.
Nos despedimos de todos cuando Maicol entró alarmado diciendo que llegaríamos tarde y que el no deseaba perderse los juegos artificiales.
…..
La playa a la que iríamos quedaba a media hora de nuestro pueblo, así que en todo el trayecto fuimos escuchando música de diferentes géneros y una que otra vez poníamos canciones de BTS.
Cuando el letrero de la playa se asomó, gritamos con incredulidad.
—¿Estamos cerca? —la voz de Cloe volvió a interrumpir.
—Ahora si —Dijo en respuesta Casey.
Comenzamos a ver a diferentes chicos del pueblo caminando en el malecón del lugar, muchos saludaban. Otros compraban cosas, no había tanta gente del pueblo y quizá se debía al duelo que todos estábamos pasando.
—¿Está reunión era sólo del pueblo?
—En realidad no —hablo Maicol—, todos los colegios de la zona costera estaba invitados.
Asiento y vuelvo a mirar por el retrovisor, por unos pocos minutos me pierdo viendo las pequeñas luces chocando una contra otra. Las pesadillas habían cesado y ahora eran los recuerdos lo que me quitaba el sueño. La sangre, las armas e incluso mi enfrentamiento contra Cloe.
Esto solo fue el inicio había dicho Kaia antes de por fin dejarme en paz.
Cuando vuelvo a pestañear, la cara de Maicol se encuentra frente a la mía.
—¿Estás bien? —sonríe—, te hemos estado llamando dese hace diez minutos.
Lo único que hago es apartarlo para bajar, el malecón está encendido no sólo por luces, muchos adolescentes sonríe mirando una que otra cosa para comprar, más allá una hoguera está encendida y muchos de nosotros se encuentran alrededor de ella hablando. Hay demasiados adolescentes en el lugar dando a entender el punto de Maicol sobre qué no éramos los únicos invitados a la fogata.
—Vaya que si vino mucha gente.
Mis hermanas asienten, Cloe me toma la mano y comenzamos nuestra caminata hacia la hoguera. Aún tiemblo al recordarla de esa manera, con sus ojos apagados y su magia al máximo. Ella no tiene la culpa pero eso no piensa todo mi cuerpo y mi cabeza. Me había asustado pero sabía que ella al igual que yo se tenía miedo como él que yo me tenía siempre que Kaia tomaba mi cuerpo sin permiso.
Cuando mis pies sienten la arena, sonrió, me sentía otra vez en casa, sin pesadillas o personas desapareciendo.
Me sentía alguien normal.
—Están aquí —grita la amiga de Casey.
Yo simplemente asiento. Para luego seguir caminando, la hoguera produce más calor del que ya presenta esta época del año.
Me siento por algunos minutos, más precisamente media hora, mis hermanos están animadas, Casey habla con su amiga animadamente, Daisy sonríe con Maicol mirando de reojo a Jackson una que otra vez, sonrió ante eso, mi hermana aún no sabía que hacer con él. Era demasiado obvio el que se amaban pero ninguno quería dar un paso en falso por miedo a como reaccionara el otro.