New Opportunity

5

Tenia unas cuantas interrogantes a cerca de ellos, pero solamente una pregunta quería que me contestaran, solo una.

Tomé valor y pregunté:— ¿Qué paso con mis padres después de todo? —el temblor en mi voz fue notable.

— Ellos... — entre un suspiro habló mi abuela— Amanda y Rob murieron, Cassie. Pero no están aquí, eso ya no es nuestro mandato. Los extrañamos tanto, igual que a ti. Pero hicieron cosas malas siendo personas buenas.

Bajé mi rostro. Tenía esa esperanza, pero sabia que ellos no estaban aquí, desde un principio y aun sin tener conocimiento de ellos. La esperanza de ellos estuviesen aquí, esa esperanza de conocerlos, sin embargo no podría. Y lo sabia.

Aunque el peso de estos veinte años sobre la duda de mis padres fueron liberados, se sentía como una especie de mochila llena de piedras cayera fuera de mis hombros, me sentía... Libre.

Todo estaba en paz conmigo, no podría culparlos por nada, tomaron decisiones malas pero quien soy yo para cuestionar eso cuando yo también las tomé, aunque había dicho que no me interesaba en lo absoluto siempre fue mentira, sabia que tenían una razón por la que ya no podían estar conmigo y lo aceptaba.

Mis abuelos se levantaron de la banca y por consecuencia hice lo mismo que ellos, sus ojos estaban puestos en mi, soltaron otro suspiro y sonrieron felices, ellos también se habían sacado un peso de encima, la abuela tomo aire y habló con esa dulce voz que tanto quería y extrañaba.

— Ahora que sabes la verdad, ahora que estás libre... puedes irte. Suerte nieta, te amamos... nunca lo olvides. Nos volveremos a cruzar pronto.

¡Como que cruzar pronto! ¿Se iban? No entendía nada. ¿Donde se van? Ella sonrio divertida.

— ¿Se van? Pero recién...

No terminé de formular la frase ya que alguien me había interrumpido.

El arcángel Raguel reapareció por arte de magia haciéndome causar un susto tremendo. Pegué un salto y me recompuse fácilmente.

Me reprimi decir alguna palabrota,  ¡Vamos! Es el cielo.

El abuelo rió.

— Debemos irnos Cassie.

— ¿Por qué? —pregunté afligida y triste.

No quería irme, no quería separarme de mis abuelos, hace unos años no los veía, los extrañaba demasiado, no podía charlar con ellos y ahora me tengo que despedir nuevamente. No quiero. Quiero pasar el tiempo con la gente que amo y recuperar el tiempo perdido.

— Cassie, cariño, ve. Recuerda que aquí no pasa el tiempo, tenemos muchos segundos, días, años suficiente para pasar tiempo en familia. Como en los viejos tiempo ¿No es así, Abraham?

El abuelo asintió sonriendo. ¿Es que tenían poderes mentales? ¿Como supo que pensaba eso? 

— Así es amor, ve pequeña, haz lo que dice Raguel, —rió el abuelo—te esperan cosas por hacer. Nos veremos pronto. Ten cuidado y... suerte Cassie.

Y yo no entendía nada, nuevamente. ¿Qué cosas tendré que hacer?

Asentí lentamente y me despedí de ellos con un muy fuerte abrazo. Miré al Arcángel y caminó para que lo siguiera lo cual hice sin mucha prisa.

Me pregunto ¿Cual es la función que cumpliría aquí en el cielo? 

Me llevo a un escenario de mármol blanco, no se exactamente lo que era pero es hermoso.

—¿Bonito verdad? Aquí es donde los arcángeles reparten las obligaciones a los ángeles. —asenti maravillada—  Se le llama Sagrado Lugar.

— Wow

Es lo que pude decir.

Me llevó al centro y de la nada apareció una columna pequeña del suelo, parecía un tipo de mesa. Allí había una copa con agua. Entonces el arcángel, mojó sus manos y toco mi frente.

— Seras un Guardián.

Y nuevamente, de la nada, aparecen objetos a mi lado.

Una espada pequeña.
Una caja.
Y una ¿Visera*?

En cuanto desapareció la mesa con la copa, tome la visera roja con mis manos. Yo era un signo de pregunta humano. Entonces Raguel río fuerte, susurrando un <<Me encanta hacer eso>>

— ¿Que se supone que voy a hacer con esto?— Pregunte casi indignada, que surte que no lo noto.

El se calmo y me dijo.

—Vas a ir a la tierra como ángel guardian, Cassie. Sin discusiones.

Ni lo sueñes Raguel. No no y no.

 

————— Notas —————

*Viseras: Gorra redonda de tela que queda totalmente ajustada a la cabeza y lleva una gran visera que protege la vista y la cara del sol.




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