Son los otros integrantes de The Dead, los tres restantes. Uno de ellos se apoya contra la pared junto a la puerta y permanece allí. El callado, Craig, se arrodilla inmediatamente a la altura del cuerpo de Aaron y empieza a zarandearlo para que reaccione, sin decir palabra. El último se pavonea hasta el escritorio detrás de mí. Maximilian estira un brazo y me jala hacia su figura protectora, mientras vemos al chico apoyarse cómodamente en la superficie metálica y sonreírnos.
—Supongo que debemos presentarnos, ¿no? —señala, divertido por el semblante peligroso que les dirige Max—. Yo soy Reed Angelo Morgan. «Mmm-así-sigue», para las damas —guiña un ojo en mi dirección.
El tal Reed se ve muy joven, no más de veinte años. Viste vaqueros ajustados negros y una camiseta roja. Su rostro es, podría decirse, exquisito. Unos cincelados labios rosados, sus ojos son de un verde precioso, tal vez el mismo tono vivo y llamativo de un prado en plena primavera; sus facciones masculinas y su cabello repleto de rulos castaños echados hacia atrás.
Su actitud es burlona y le resulta divertida la situación. Mantiene una sonrisa coqueta de perfectos dientes blancos y continúa:
—El que está en la puerta es Vincent, pero prefiere que lo llamen por su segundo nombre, Alexander. —Cuando miro hacia el chico lo encuentro analizando fijamente a Max desde la otra punta del salón, con una mirada que aterroriza—. Tranquilos, tiene todas las vacunas al día. —Reed suelta una carcajada que se escucha en el silencioso y tenso salón.
El tal Alexander es muy alto y mantiene unos brazos musculosos y llenos de tinta cruzados sobre el pecho. Su cabello es negro y con corte militar, su rostro tiene severas facciones y su mirada es hostil, desconfiada y llena de intimidación. Parece salvaje, del tipo que te agarra a puñetazos y te deja inconsciente. Se ve fuerte y parece que solo espera un movimiento en falso para lanzarse sobre nosotros.
—Y por último y menos importante, Craig Theron, damas y caballeros —el tal Reed parece ser el único de buen humor aquí, provocando un gruñido por parte del chico aún en el suelo tratando de levantar a Risk—. Vaya, parece que nuestro líder quedó noqueado.
Craig es callado y misterioso. Su complexión es delgada, pero al vestir esos pantalones ajustados y una simple camiseta sin mangas puedes ver que el chico tiene sólidos músculos que se remarcan en su vestimenta. Sus ojos son indiferentes, de un café casi negro contrastando con su piel blanca y asemejando su cabello lacio peinado hacia arriba. Posee una barba de unos pocos días, cosa que a mí no me agrada.
—Bueno, creo que ahora les toca a ustedes —sugiere el animador de la reunión—, ¿se van a presentar?
—Maldita sea, Angelo, deja esta mierda y calla hasta que Aaron esté totalmente consciente.
Es la primera vez que escucho a Craig hablar. Mi corazón acelera sus latidos a mil por hora y siento el pulso palpitando en mis oídos. Aterrorizada, me acerco más al costado de Max mientras entro de nuevo en pánico. Esa voz rasposa es la misma que me amenazó al oído.
Es él.
Comienzo a rememorar el miedo que me consumió mientras nos perseguían, cómo mi sangre se heló, cómo me sentí vulnerable.
—Es él. Fue él. Su voz…
—Creo que ella se refiere al pequeño mensajito que le envió Aaron vía www.craigelalmaenpena.org —señala el tal Reed.
Cada músculo del cuerpo de Kersey se contrae.
—¿Se acercaron a ella? —Su voz es cruda, conteniendo la rabia—. No los quiero cerca de Madeline. No quiero que la vean, que le hablen, que siquiera la nombren. Ella está bajo mi protección y ustedes saben lo que eso significa.
—Craig, Lex, ¿por qué no se llevan a Risk de aquí? —Reed ignora a Maximilian, mirando a ambos chicos de hito en hito y hablando en tono relajado—. Sáquenlo ahora que terminaron las clases. Tengo que decirle un par de cositas más a mi amigo aquí presente.
Ambos miran a Reed con total y evidente desconfianza, pero por algún motivo no rechistan a pesar de que es el más joven. Ponen en pie al Risk inconsciente y, como si estuviera totalmente borracho, colocan un brazo sobre el cuello de cada uno y lo llevan despacio hasta que salen del salón.
—Crack, Crack, Crack… Todos saben quién eres, hablan de ti y conocen tu historia.
—No sé a qué demonios quieres llegar con esto, Angelo. Ustedes son nuevos, no los originales integrantes que yo conocí.
—Sabemos lo que significa que tú la protejas —prosigue Reed—, pero nosotros tres no mandamos, sino Aaron ya que es el más viejo en esto, por decirlo de alguna manera. Él te odia con su vida y te quiere decapitado si es posible. Ordenó a Craig que te siguiera, preciosa, y te asustara un poco —ahora habla observándome a mí—. Risk quiere acercarse a ti para joderlo a él.
—No entiendo el punto de esto —espeta Kersey.
—Quiero que no te tomes nada personal, Maximilian. Oye, ¿te puedo decir Milán?
—No.
—Bueno, Milán —Max gruñe y Reed carcajea—, solo quiero decirte que yo no soy como Aaron y mato por venganza. No soy Craig y hago todo lo que dice Risk sin pensarlo dos veces. Tampoco pienso como Lex ni soy un maníaco que ama ver correr sangre. —El chico se pasa las manos por su joven rostro, exasperado, y se echa los rulos de su cabello hacia atrás, prosiguiendo—: Si trabajo en esto es porque necesito el dinero, ¿entienden? No porque me plazca. Ahora, no quiero tener a una leyenda queriendo cortarme los huevos porque me estoy metiendo con su chica, cuando todo lo ordena Risk.
Oigo a Max bufar.
—¿Estás tratando de pedirme que no te dé caza si llegas a lastimar a Madeline? ¿Te excusas con que es culpa de Aaron?
—Exacto. Él manda y yo obedezco, aunque soy el segundo al mando por aquí por ser el que siempre tiene la cabeza un poco más fría. —Se reincorpora y se acerca a nosotros, que no podemos retroceder más—. Está bien, yo no hago daño a alguien que no lo merece.