Nexthar no era el mago prodigioso que muchos esperarían. A pesar de su determinación, era torpe, fallaba hechizos básicos y, en ocasiones, incluso se ponía en peligro a sí mismo con su magia. Su mentor, el anciano maestro Orlath, veía en él un gran potencial, pero sabía que el camino sería largo y arduo.
Desde joven, Nexthar tenía la habilidad innata de crear objetos de la nada con su magia. Sin embargo, la inestabilidad de su poder lo hacía impredecible. A veces, conjuraba una espada reluciente, y otras, un amasijo de metal sin forma.
Todo cambió cuando las pesadillas comenzaron. No eran sueños comunes, sino visiones aterradoras en las que el universo entero era envuelto en oscuridad. En ellas, una criatura colosal hecha de humo negro flotaba sobre los restos de galaxias destruidas. Un rostro sin emociones emergía de la oscuridad, observándolo con una presencia sofocante.
Su maestro notó cómo las noches sin descanso debilitaban a Nexthar. "Las visiones son un llamado," dijo Orlath un día, entregándole un cetro antiguo. "Este bastón canalizará tu poder. Con él podrás lanzar rayos capaces de derribar montañas y volar por los cielos. Pero recuerda, la verdadera fuerza no radica en la magia, sino en la voluntad."
La muerte de Orlath marcó el inicio de su travesía. Sin su mentor, pero armado con su cetro y la determinación de descubrir el significado de sus visiones, Nexthar comenzó a investigar en todas las bibliotecas posibles. Buscó respuestas en textos antiguos, en grimorios prohibidos y en relatos de viajeros estelares.
Un nombre comenzó a repetirse en los libros más antiguos: Umbraeth. La entidad de la oscuridad absoluta, un ser tan vasto que su sombra se extendía más allá de los confines del cosmos. Se decía que existía en las profundidades más remotas del universo, donde la luz nunca ha tocado.
Nexthar supo que debía encontrarlo.
Pero Umbraeth también lo había notado.
Antes de que Nexthar pudiera siquiera iniciar su viaje, un enemigo fue enviado para detenerlo: Iluvex, el mago de las ilusiones. Creado por Umbraeth como su guerrero estrella, Iluvex no tenía magia destructiva, pero poseía un poder aún más peligroso: alterar la percepción de la realidad. No podía cambiar lo que era, pero podía hacer que cualquiera creyera en algo que no existía.
El primer encuentro entre Nexthar e Iluvex no tardó en llegar. En una ciudad en ruinas, mientras investigaba un viejo santuario, Nexthar sintió que el suelo temblaba bajo sus pies. Frente a él, un hombre de cabello largo y capa negra apareció de la nada.
"Así que tú eres Nexthar," dijo Iluvex con una sonrisa arrogante. "Mi amo no quiere que continúes."
Antes de que Nexthar pudiera responder, la ciudad entera cambió a su alrededor. Los edificios se transformaron en torres infinitas, el cielo se tiñó de rojo y las estrellas cayeron como lluvia ardiente. Nexthar levantó su cetro y disparó un rayo, pero la energía atravesó a Iluvex sin causarle daño.
Era una ilusión. Todo era una ilusión.
Y así comenzó la verdadera batalla.