Radis comía su plato de verduras con despreocupación incluso cuando muchas de estas parecían estarse moviendo hasta dentro de su boca pero dejando de lado eso, eran deliciosas y hasta entretenidas de comer. Le gustaba especialmente la que tenía forma de árbol que no se movía.
—La comida aquí es curiosa— Admitió Anid contemplando una calabaza que parecía retorcer algunos apéndices que salían de la base de su raíz— ¿No te parece?
— ¡Es deliciosa!— Le dijo Radis encogiéndose de hombros mientras masticaba una de esas.
—Supongo que no mientes— A Kayo aún le costaba masticar pero no podía dejar de comer. Los sabores eran intensos y una vez dejaban de moverse, las texturas no estaban mal.
Hela aún tenía dificultades con una papa que vibraba.
—Es tan delicioso como lo recordaba— Admitió Lirio al borde de las lágrimas mientras masticaba lentamente, disfrutando de las texturas y de su sabor— ¿Ya viste hermano? Como cuando…
Blas de verdad estaba llorando.
—La comida no es tan mala— Le dijo Gerba, dándole palmaditas en la espalda.
—No es eso— Admitió el chico, sorbiendo sus mocos— Solo extrañaba esta comida…
—Me alegra que te guste— Gerba le sonrió un poco— ¡Disfruten, amigos míos! Mientras tanto ¿Por qué no me cuentan su historia? Entonces nosotros les hablaremos de la rebelión.
Los chicos le espaciaron su historia, la inventada por Hela como la de Blas y su hermana.
—Así que al final todos están igual— Gerba se quedó pensativa unos segundos tras escucharlos— Supongo que contarles mi historia seria más de lo mismo ¿No? Muchos de nosotros formábamos parte del ejército pero decidimos dejar de pelear porque por lo que descubrimos, es una guerra perdida desde hace años.
— ¿Perdida?— Hela le contemplo con atención mientras comía el brócoli que no se movía.
—Esa computadora podría ser clave— Aseguro Gerba.
— ¡Lo sabía!— Blas hasta se levantó de su lugar de la emoción.
Gerba se rio un poco— Pues sí, la cosa es que durante una batalla aquí para proteger un pueblo de Tovs encontramos ciertos documentos que decían algo sobre el plan para disminuir la población de los cuatro planetas y algo más sobre el proyecto de acoplamiento pero eso estaba incompleto.
— ¿Disminuir la población?— Blas hizo una mueca de desagrado— ¿De verdad es algo tan bajo? ¿Por eso seguimos peleando? ¿Para matarnos entre nosotros y disminuir la sobrepoblación?
—Yo trate de hablarlo pero solo encontré indiferencia y por poco me matan para silenciarme— Admitió la chica mirando a todos en la mesa— Cuesta creer que solo seamos carne de cañón para nuestros gobernantes ¡Nosotros que íbamos a dar nuestra por vida por nuestra gente! Pero ahora solo pudimos traer a quienes nos quisieron escuchar y a sus familias.
—Así que hicimos lo correcto al irnos— Hela se aclaró la garganta y los miro— Lo han hecho bien aquí ustedes también, por cierto.
— ¡Exacto! Lo importante es que ahora pueden hacer lo que quieran y ya no deben morir por esa causa tan estúpida— Les dijo Radis mirando a todos en la sala— Eso es para estar orgullosos.
—Buena frase— Le felicito Kayo— Pelear una guerra sin razón es triste pero aquí, protegen a quien deben proteger y lo que es más, pueden hacer lo correcto de verdad, para todos.
—Son chicas increíbles— Admitió Gerba abrazándolas desde atrás.
—Afirmativo, lo entendí desde que te vi— Dijo Anid dirigiéndose a Radis quien solo se sonrojo mucho.
—G-gracias— La aludida se aclaró la garganta.
—Bueno, les asignare habitaciones mientras esperamos el análisis de Lavanda ¡Es hora de descansar!— Les dijo Gerba con energía. Casi no parecía haber anochecido y de hecho, no lo parecía.
—Así que aquí no anochece como tal— Kayo se mostró sorprendida.
—Ese efecto tenía un nombre— Radis se quedó pensando— ¿O no?
—Se llama sol de medianoche— Les explicó Hela— Aunque no ocurre siempre, este lugar debe ser el polo del planeta pero debido a que está muy cerca del sol, no se enfría como en otros planetas planetas.
—Que interesante— Radis asintió.
—Nunca entendí como es que te gustan estas cosas— Kayo alzo una ceja en su dirección.
—Supongo que me gustan los planetas— Ella se encogió de hombros.
Se encontraban en una habitación con tres catres de metal, con algunas enredaderas en el techo que no se movían, lo que relajo a Hela. Por otro lado no había mucho para ver en ese pequeño rincón.
Las tres se tumbaron.
— ¿Gerard? ¿Cómo van las cosas?— Hela hablo por su pulsera.
—Aquí Gerard, sin ningún cambio— Afirmo el chico que se encontraba jugando en la computadora de la nave— He vigilado el cielo en busca de más perseguidores pero nada. La escama sigue en el mismo lugar aunque ustedes se movieron ¿Verdad?
—Estamos bien, gracias y no te preocupes. Informa cualquier cambio— Afirmo Hela— Descansa.
—Entendido…— Y Gerard termino la comunicación.