La tormenta de perpetua de Otakhi azoto la pequeña nave de transporte de Kayo y Gerard pero solo durante unos minutos, aun así, tuvieron que encender la calefacción y ponerse ropa para el clima para cuando aterrizaran.
—Vaya, estos trajes cuentan con calefacción incorporada, que genial— Mandrágora se mostró intrigada, pasando sus dedos por la tela ahora caliente que llevaba encima, figurando un suéter grueso— Pensé que esta clase de telas sería mucho más pesadas pero no ¡De verdad es increíble y alienígena!
—La escama debería estar por aquí pero… No sé si eso es un problema— Señalo Gerard por la ventana mientras se acomodaba una bufanda sobre su cuello.
Ambas chicas asomaron la vista, notando que estaban cerca de un pueblo donde había gente, de hecho había gente como esperándolos, todos cubiertos de túnicas negras, entonces todos prendieron luces, como guiando a la nave para que aterrice con seguridad. Las luces del pueblo se lograban ver a lo lejos como otros faros pero debido a la tormenta, no se lograba ver nada con claridad.
— ¿Confiamos en ellos?— Preguntó Gerard, deteniendo el avance de la nave— No sé yo si sea buena idea…
—No parece que tengan malas intenciones…— Mandrágora se encogió de hombros.
—Pero no podemos saberlo con certeza aunque no tenemos opciones— Kayo frunció los labios, entonces intercambio miradas con Gerard y sin muchas opciones, decidieron seguir las indicaciones, guiando al nave por el camino que habían formado las personas con esas luces.
El aterrizaje fue tranquilo, pese a todo.
— ¡Bienvenidos a Otakhi!— Saludo un hombre, con un grito, cubierto por esa túnica negra que se movía con el viento frio del planeta.
— ¡¿Eh?! ¡¿Hola?!— Preguntó Kayo, cubriéndose con la bufanda que traía.
— ¡No es un buen lugar para hablar, síganme al pueblo, ahí al menos estaremos calientitos!— Aseguro el hombre, moviendo su mano en dirección al pueblo, entonces noto que los tres se quedaron quietos— ¡Confíen en nosotros, por favor! ¡Son los amigos de Lirio y Blas ¿No?!
Esos nombres al menos llamaron la atención de Kayo, que término asintiendo tras unos segundos de sentir el poderoso frio del planeta recorrer su cuerpo de nuevo, caminando seguida de sus compañeros. Todos estaban tratando de no sumergir los pies en la nieve gruesa.
¿Cómo sabía que conocían a esos chicos? Kayo esperaba no estarlos guiando a una trampa.
Entraron al pueblo, notando que atravesaron un pequeño campo cálido que rodeaba la ciudad. No era un campo energético tal cual, solo era calor y ahí, la nieve no se amontonaba tanto, por lo que era más fácil caminar.
—Ya veo, aprovechan los pocos rayos del sol que caen en esos paneles. Solo había escuchado de esta tecnología de aprovechamiento. Podría hasta ser un poco mejor que la Plora— Mandrágora se encogió de hombros, aunque sus ojos denotaban lo interesada que estaba.
— ¿No la energía del sol debería ser todavía mejor que usar plantas?— Gerard levanto una ceja en su dirección.
—Si pero la capacidad y durabilidad es un problema pues ese tipo de energía tiende a acabarse muy rápido y a dispersarse igual de rápido, aunque aquí… Parece que lo solucionaron— Mandrágora estaba sorprendida.
— ¡Kayo!— Lirio corrió hacia ella para abrazarla.
— ¡¿Lirio?! ¡¿Qué hacen aquí?!— Preguntó Kayo, bastante sorprendida pero aceptando el abrazo.
—Qué bueno que estas bien— Le dijo Blas desde atrás, saludándola con la mano.
—Lo mismo digo…— Kayo le sonrió, moviendo su mano en su dirección, pero volvió la vista a la chica que aun rodeaba en su abrazo— Pero reitero ¿Cómo es que están aquí?
—Es una larga historia…— Lirio hizo una mueca.
—Y muy divertida— Sacarosa estaba de pie, ahí cerca.
— ¡¿Tú?! ¡¿Qué haces aquí?!— Kayo movió a Lirio hacia ella mientras se colocaba en posición de combate pero sin soltarla.
—Tranquila, chica, estoy aquí en paz— Sacarosa levanto sus manos en señal de rendición.
Una risotada los sorprendió a todos, haciéndolos girar la vista hacia la figura que estaba a su lado, aun cubierta por la túnica negra, entonces se retiró la capucha y sonrió hacia los nuevos— Hemos recibido a muchas personas interesantes últimamente, como sea ¿Por qué no vamos a la plaza? Seguro tienen hambre. Luego podrán ponerse al corriente.
Khaz, el líder de Otakhi era un hombre alto, bastante alto, de dos metros, de tez clara, muy pálida, como la de un fantasma, de cuerpo delgado, casi esquelético, de labios delgados, nariz respingada y unos brillantes ojos rojos rasgados. Sus cabellos eran negros con mechones blancos que no parecían canas.
—Ya que ustedes fueron quienes ayudaron a Lirio y a Blas, la comida corre por mi cuenta— Aseguro el hombre sentándose en una mesa y señalando hacia detrás de él— Pueden pedir lo que quieran en donde quieran.
Muchos de los residentes se parecían a Khaz, aunque algunos eran más bajos, regordetes o bien con tonos de piel más oscuros pero nunca tanto como para decir que se asolean. La mayoría debían ser Albinos, como pensó Gerard. Había otros tantos que tenían el rostro manchado, seguro de alguna hiperpigmentación pero de nuevo, no eran muchos y estas manchas tampoco eran muy oscuras.