—Y-ya está aquí— Lavanda levanto la vista al ver como los temblores se volvían más y más fuertes, generando ruidos preocupantes sobre su cabeza. Regreso la vista a la computadora frente ella, la cual se llenaba de números, números que de hecho su compañera estaba analizando y configurando a la distancia— ¡Ustedes ¿Cómo están esos sistemas?! ¡Necesitamos encender esta cosa ahora mismo!
La gente a su lado trabaja arduamente también. Los había convencido de que ahora mismo era su mejor opción y de hecho, Lavanda también pensaba eso. Si lo que estaba sobre sus cabezas era un Exterior, entonces…
— ¡Esto será fabuloso!— Dijo la voz de su compañera, provocando que Lavanda hiciera una mueca.
— ¡Estás loca, es un…!
—Tranquila, sé que es grave pero eso no quiere decir que no pueda evitar sorprenderme. El que hayan creado este tipo de arma para matar a esa cosa, es increíble ¿Sabes? Ya conocen a su enemigo y aprovechan todo para matarlo— Aseguro la chica en el comunicador— Déjamelo a mí ¿Si? Sé paciente ¡Será fantástico! Además ¡Estamos por llegar!
No diría lo mismo si ella estuviera justo debajo del monstruo.
Hela logro levantar una barrera junto con Kayo, evitando que los escombros los aplastaran en el último momento aun así, no sería suficiente por lo que al instante Kayo hizo explotar su energía para atravesar los escombros aunque no parecía hacer la gran cosa, más allá de remover todo a su alrededor y provocar pequeños derrumbes.
—Nos tiraron demasiados escombros— Kayo estaba concentrada en la barrera.
Amelia creo una espada de luz que atravesó no solo la barrera de Kayo, si no que varios escombros con el fin de llegar al exterior pero no sabía si ya lo había alcanzado. Desde donde estaban no se lograba ver, incluso cuando la espada se evaporo, pues al instante otros escombros cubrieron el hueco que se formó.
—Mierda— Amelia hizo una mueca, apretando su muñeca. Le hubiera gustado hacer lo que hacia la otra niña mágica pero aun no podía controlar bien sus poderes. Esa era la verdad.
—Lo lograras— Le dijo Kayo, esbozando una leve sonrisa e incluso guiñándole un ojo.
Amelia trono los labios, le lanzo una mirada hostil y se preparó para seguir haciendo lo mismo.
—M-maestra, debería intentar dispersar los escombros, sería lo mejor— Kayo miro a Hela quien estaba apoyando la barrera de luz con vientos que cargaban con el peso de los escombros.
— ¿Aguantaras?
—Si— Kayo asintió y se enterró en el suelo, reforzando la barrera, que brillo— Aunque no se por cuánto tiempo más…
Radis quería ayudar pero no podía, lo que la hizo maldecirse.
Además, no pudo evitar preocuparse por la gente, de nuevo ¿Qué cosa estaba pasando?
El monstruo estaba por golpear de nuevo el suelo pero algunos escombros explotaron a su lado, provocándole una ligera sorpresa, más bien, le generaron curiosidad y fue todavía más cuando una figura pequeña le ataco, generando una cicatriz en el cráneo que parecía su cara.
La criatura miro a Khaz con aquellos ojos oscuros y vacíos, mientras la herida en su cráneo se regeneraba de forma grotesca, entre nubles y manos oscuras que tomaban el hueso y lo estiraban.
— ¡¿Me recuerdas, monstruo?!— Khaz regreso al suelo y se preparó para atacar de nuevo. Ya no sería derrotado tan fácilmente y aunque estaba aterrado, no se detendría hasta matarlo, hasta que todo estuviera listo.
El monstruo gruño, y esa voz recorrió cada uno de los huesos de Khaz, interrumpiendo su embiste, haciéndolo vibrar de terror y quemando sus oídos con múltiples voces que hablaban sin sintaxis o sentido. Se preguntó entonces ¿Siempre pudo hablar? ¿Antes lo hizo? Quizá lo olvido o lo bloqueo por el trauma. Esas no eran palabras, era un canto horrible que quemaba la existencia misma.
La criatura levanto la vista pues Sasakhle había comenzado a brillar, listo para abrir fuego con el arma purificadora de planetas.
La realidad es que la gente en la base fue la que lo activo por puro e instintivo miedo. Ese monstruo incluso parecía mirarlos a través de las tormentas, de las paredes de la nave, cubriéndolos de un frio mucho más intenso que el que habría en el mismísimo espacio. Todos podían verlo, infinito y con un poder inconmensurable.
Khaz se quedó congelado unos segundos, el tiempo suficiente para que la criatura levantara su brazo y lanzara una ventisca tan potente, tan poderosa que no solo termino reventando la gran base, antes, el orgullo de los cuatro planetas si no destrozando otras naves cercanas, las mismas donde venían los otros líderes.
Los fragmentos de las naves comenzaron a caer, generando una lluvia de fuego y metal y pronto, Sasakhle haría lo mismo, destruyendo, seguramente, gran parte del planeta.
La lluvia de fuego y nueve comenzó a su alrededor, entonces volvió a mirar a Khaz.
Esta vez no hubo palabras cripticas o expresiones que pudiera interpretar pero Khaz lo entendió todo. La única verdad es que ese ser los había dejado vivir en el planeta, en el sistema solar, en ese universo, sobre todo a él porque lo divertía. Todo esto no era más que una diversión para él.
El monstruo levanto el brazo para golpear a Khaz pero este logro moverse por poco, retrocediendo pero siendo arrojado por la onda de choque, entonces se detuvo en el aire y se impulsó hacia él, listo para lanzarle un haz de luz cargada con todo el poder que ahora tenía.