Nexus Parte I I I: El Kraj.

Pesares.

Diego pensó que fue un idiota toda su vida.

Sobre todo durante la época de calma, antes de estallar la segunda guerra contra el Kraj, cuando Irene se presentó frente a ellos con la idea de no solo crear niñas mágicas, si no de crear un ejército con portadores de luceros para enfrentar al enemigo.

—Lo haremos— Dijo Alejandro con cierta emoción en su tono.

—Con esto creo que si podemos ganar así que lo hare también— Dijo Celeste, mostrándose positiva.

—Así que eso es lo que paso ¿Eh?— Diego interrumpió aquella reunión con un tono un poco más serio— Así que ahora que me necesitas, me regresas la memoria pero mientras tanto….

— ¿La memoria? ¿De verdad?— José paso la mirada entre Diego e Irene a lo que todos se mostraron expectantes.

—Hermano…

— ¿Ahora somos hermanos? No somos hermanos, ya no— Diego le miro con severidad y luego miro a sus amigos listo para recriminarles que no le hayan dicho la verdad pero solo pudo soltar un largo suspiro. Tendrían sus razones, razones que ahora no importan— Como sea…

—E-espera…— Irene negó con la cabeza— La verdad es que aun debemos ser hermanos…

— ¿Debemos? Ya veo, ya veo— Diego le miro con una ceja levantada— Seremos hermanos en papeles, si lo necesitas, como antes pero nada más, no eres mi hermana, diosa de la magia. Lo que se me hace raro es que si de verdad podías intervenir ¿Por qué hasta ahora? ¡Ya perdimos!

Los del grupo también miraron a Irene quien dejó caer los hombros.

—Queríamos actuar, mi hermana y yo pero no sabíamos que hacer, como hacerlo— Irene negó con la cabeza, mostrándose avergonzada— Pero ahora sabemos que debemos hacer así que… ¡Confíen en nosotras! ¡Salvaremos a la humanidad todos juntos!

—No te preocupes, lo haremos…— Celeste le tranquilizo con una sonrisa. El resto hizo lo mismo.

—Cualquier cosa sirve ahora, la verdad— Diego hizo una mueca y se fue de ahí dejando al grupo sin palabras.

Celeste quería ir tras él pero Gabino negó con la cabeza— Necesita tiempo. Ya después hablaremos con él.

—Yo haré lo mismo— Irene asintió— Aunque no creo que me escuche de nuevo.

Aun tras hablar con todos, Diego mantuvo sus reservas con Irene ya que pese a que sentía cierto alivio de que la sensación extraña que tenía cuando veía a una chica parecida a ella tenía explicación ahora, el descubrir que todo fue inventado, no sentó tan bien.

—Pudiste haberme ignorado y no haberme regresado mis memorias ¿Sabes? Creo que hubiera sido más fácil y lo único que pasaría es que morirá antes en el campo de batalla y nadie se enteraría— Dijo Diego, dejando caer sus hombros con despreocupación.

—Tú lo has dicho pero prefiero tenerte vigilado… Por todo lo que ayudaste antes y lo que significas para mí, en realidad— Admitió Irene, mirándolo con seriedad, esperando que sus sentimientos lo tocaran.

—Lo agradezco, señorita diosa, pero eso es irresponsable… Es como usar el dinero del pueblo para comprar un yate de oro o algo así ¿Me entiendes? No parece justo para nadie— Comento Diego con ironía., evitando fruncir los labios. Lo único que hacía era aumentar el dolor.

—Es mi propio acto egoísta— La chica miro su mano de carne y hueso para luego cerrar su puño— Y por otro lado, no me llames así, de momento seguiré siendo tu hermana ¿De acuerdo?

—Tampoco puedo negarme ¿O sí?

— ¿No estas feliz? Creí que…

—Veamos… Cuando perdí mis memorias me quede con una extraña sensación de pérdida, como si me faltara algo, me sentí triste incluso teniendo a mis amigos y ahora, de un momento a otro, empieza una invasión y resulta que si perdí algo, así que lo recuperó de golpe solo porque es conveniente— Diego le miro con cierto recelo— ¿No es algo injusto? Dime algo ¿También perderé mis memorias cuando todo termine?

Irene no pudo decirle nada.

—Eso es un si…

— ¡No! Ya no tengo razones para hacerlo, salvo el hecho de que soy una diosa.

—Una diosa que no puede terminar con una amenaza así por si sola ¿Qué son esas cosas? Seguro que lo sabes pero prefieres callártelo ¿A qué si?— Diego estaba siendo bastante hostil e incluso injusto pero en ese momento no pudo medir sus palabras— ¿Qué pierdes si me dices? ¿No somos hermanos? Nadie nos escucha aquí…

—Si pudiera terminarlo, lo haría— Admitió la chica, dándose media vuelta, para evitar mirarlo y evitar soltar lagrimas— C-como sea, solo quería que supieras que te he creado un arma tan fuerte como la de los chicos y si quieres saber por qué lo hice… Fue para protegerte, no porque fueras necesario ni porque...

—Si me conocieras, creo que entenderías que hubiese sido preferible morir en el olvido— Admitió Diego, mirándola de mala gana aunque esta ya no lo viera— ¿Eso es todo? La verdad es que me tengo que ir.

—Si…

Diego abrió la puerta de la sala y regreso la vista por encima de su hombro— Y si es verdad lo que dices, no esperes que te deba algo, eres una diosa, creo que ya tienes toda la trampa que necesitas.

El chico se maldijo cuando termino pero no sabía de qué otra forma lidiar con sus sentimientos extraños, invasores y que ni parecían suyos.




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