— ¿Quieres un poco de café?— Preguntó José, acercándose a Hela quien estaba mirando al techo de su habitación con sus pensamientos tan dispersos que incluso había dejado la puerta abierta, algo muy raro en ella.
—S-sí, gracias— Hela tomo el café con ambas manos en cuanto se sentó en el borde de la cama.
Ambos se quedaron en silencio, dando leves sorbos al café. Ese chico ya sabía cómo le gustaba el café.
—Si hubiéramos llegado a tiempo…
—No fue culpa de ustedes ni de nadie— José negó con la cabeza, evitando que terminara de hablar— Fuimos débiles y confiados, sin mencionar que fuimos descuidados con él pues lo dejamos solo cuando no era como nosotros…
—Ese comentario lo hubiera molestado mucho— Señalo la chica, mirándolo con cierto enojo también.
—Lo sé pero no deja de ser verdad así que…
Hela estaba llorando pues sabía que era cierto. Ese idiota lo había prometido, que no moriría, que sería mucho más cuidadoso…
—No quiero perderlo todo de nuevo— Dijo la chica sorbiendo sus mocos, tratado de evitar que siguieran cayendo sus lágrimas y más sobre su café que estaba delicioso.
—Seremos más fuertes y no perderemos a nadie más— Le tranquilizo José, quitándole la tasa del café y abrazándola.
Antaño, lo habría apartado pero sentir su calidez, de alguna forma le aliviaba.
Hela asintió, limpiando sus lágrimas en su ropa, tratando de convencerse de que podía hacerlo mejor.
—Gracias por salvar mi café…
—De nada— José sonrió.
Aquel día, Hela suspiro para agarrar coraje y se acercó.
— ¿E-estas bien?— Hela siempre había querido hablar con Amapola, más en cuanto paso lo de Diego. Para ese momento se preguntaba que tanto le importaban todos ellos y siempre concluía lo mismo: Le importaban y quería hacer lo suficiente por ellos aunque no supiera como.
—Sí, lo estaré— El rostro sonriente de Amapola dejaba en claro que seguía sufriendo pero ella no lo dijo, lo que incomodo a Hela. Le recordaba un poco al propio Diego— ¿Qué pasa? No te preocupes por mi ¿Bien? Yo solo quiero que los demás estén bien.
—Fueron tú y Alejandro quienes… — Lo perdieron todo, quería decir.
—Sí, lo sé pero creo que a esos dos no les hubiese gustado que estemos tristes y llorando por ellos y está claro que no le gustaría que nos fragmentáramos por esto— Amapola tomo la mano de Hela, a lo que esta se dejó— Tengo que hacer lo posible porque eso no pase… Así que por favor…
Hela solo la abrazo, entendiéndola. La ayudaría en lo que pudiera pues sentía que les había fallado a todos.
Aunque incluso tras los esfuerzos de Amapola y de la misma Hela, el grupo se fragmento y con la deserción de Ulises tiempo más tarde, los ánimos estaban por los suelos y las fricciones eran un poco más graves.
—Estaremos bien— Celeste levanto la voz hacia las chicas del grupo durante lo que parecía la última reunión— Incluso si nos separamos, estaremos bien, somos más fuertes, más que esa vez, no se repetirá incluso si trabajamos en parejas.
Todas las chicas la miraron con atención.
—Y cuando todo termine, podremos reunirnos para divertirnos juntos— Celeste de verdad quería creer en eso. La sonrisa que les regalo era honesta y brillante.
—Tiene razón— Lavanda le secundo, levantando la voz— La verdad es que todas ustedes se han convertido en mi familia y me gustaría que cuando todo terminara, nos reunamos para divertirnos juntas, sin Krajs, sin guerras y con todos los demás vivos y felices a nuestro lado.
—Sí, suena bien. Me apunto— Dijo Amapola, asintiendo con una leve sonrisa. Aún tenía los ojos hinchados pero siempre trataba de ser útil asistiendo a las reuniones e incluso haciendo misiones— Es lo que ambos hubiesen querido.
Se tragó las lágrimas, algo que Roció noto, acercándose a ella para consolarla.
Amapola había fallado en mantenerlos unidos. Le dolía.
De alguna forma Hela se sentía igual de frustrada pero logro aguantarse las lágrimas.
—Estaremos bien— Dijo Navier, la chica mágica que se había agregado recientemente con el deceso de Catherine. La chica era agradable pero la energía de Catherine era insustituible.
Su vida fue extrañamente tranquila después de eso, entre misiones e incluso entre diversiones con José.
— ¡Mira lo que me mando Amapola!— José corrió hacia la chica con una maseta en las manos— Le pedí que si encontraba una de estas, me la mandara para ti y creo que ni dudo en hacerlo.
— ¡¿Aún existen este tipo de flores?!— Hela abrió los ojos con sorpresa y la tomo para terminar en una hermosa sonrisa— ¡Gracias! Pero…
—Es por tu cumpleaños— Le dijo el chico, esbozando una sonrisa.
— ¿Mi cumpleaños?— La chica se mostró confundida en principio y luego asintió— Si, creo que es en dos días…
—Quería que llegara el mero día pero llego antes y bueno, es mejor que la tengas tu desde ahorita que la tenga yo y que se me seque— Dijo José rascando su nuca con vergüenza— Tu sabrás cuidarla como ninguna otra persona.