Los restos de la explosión caían como una lluvia de fuego, desde los fragmentos más pequeños hasta los más grandes y el polvo se introducía en la nariz de Edward que se había quedado atrás, mirando aquel ataque milagroso frente a ellos.
—I-increíble— Susurró para sí mismo.
Tras unos segundos, los chicos cayeron a su lado, como si nada.
— ¡Eso fue increíble!— Les dijo Edward, esbozando una gran sonrisa.
—¡No sobrevivió!— Marie logro retirarse la máscara del rostro, dejando ver el resto de su blanco rostro e incluso aquel liquido negro cayo de su cuerpo como si fuera algún tipo de tinte, pero la chica se desplomo al instante, siendo recibida por Bianca que logro sujetarla antes de golpearse.
— ¡De verdad lo logramos!— Navier no pudo evitar gritarlo con emoción mientras se dejaba caer al suelo.
Todos terminaron cayendo de forma similar, recargándose donde podían o solo sentándose en el suelo, pues la tensión que sentían, toda, se fue.
—Sabía que lo lograrían— Diego miro a sus compañeros, entonces miro a Amapola que se quedó mirándole de forma severa— Ya entendí, ya entendí, lo siento.
—Cierto, cierto ¿Cómo es que estas vivo?— Preguntó Celeste haciendo una mueca.
—En primera, deben dejar de matar a la gente que está “desaparecida en combate” creo ¿Si estoy dado así, verdad?— Preguntó hacia Amapola quién asintió, pero no parecía muy segura— ¡Como sea, es su culpa por creerme muerto!
Amapola le pego en el costado con cierta fuerza.
—Bueno, también es mi culpa— Diego se sobo el brazo, mientras apartaba la vista.
—Ya tendremos tiempo para ponernos al corriente— Alejandro se acostó en el suelo— Es incomodo pero ahora mismo me parece el lugar más cómodo del mundo ¡Muero de hambre!
— ¡Chicos! ¡La señal no ha desaparecido!— Hablo Beatrisa con cierta inquietud. Al principio también se relajó pero cuando vio que la señal no desapareció, sus alarmas saltaron.
— ¡No me jodas!— José miro hacia la explosión.
La tintura que cayó de Marie se movió hasta la explosión y pese a que Hela trato de enterrar una de sus espadas en ella, no toda la tintura termino corroída por la sangre así que siguió avanzando.
En el centro de la explosión, el Kraj seguía ahí, quieto.
—“¡Eso fue increíble!”— Grito el Kraj, quien trato de avanzar con dificultad, pues su cuerpo estaba destrozado, tanto que su brazo termino cayéndose por sí solo— “Si no hubiera convertido todo mi cuerpo en líquido, probablemente estaría muerto…”
Cuando lo vieron mejor, notaron la sangre negra que caía desde su sonrisa y su ojo que se movía de forma nerviosa por todos lados, como si no pudiera centrarse en alguno de sus enemigos. Su cuerpo estaba destrozado, con partes quemadas, otras caídas.
—Hay que matarlo ahora— Lavanda avanzo con rapidez.
El líquido del cuerpo de Marie se fusiono con él y no solo ese charco apareció, si no varios más desde diferentes lados llegaron para unirse a él.
—Los otros cuerpos…—Susurró Marie mirando al monstruo, a lo que Bianca miro hacia su enemigo.
Antes de que Hela y Lavanda lograran alcanzarlo, el líquido se levantó para cubrirlo y acto seguido, las aparto lejos.
—“Verán, los cuerpos de los Remanentes tenían algo de mí, por eso no desaparecían así que solo estoy tomándolo de regreso”— Dijo el Kraj mientras aquella esfera de agua oscura le rodeaba— “Quería destrozar el cuerpo de Marie pero el hecho de no haberse fundido con mi mascara la hizo más humana que Kraj así que…”
—Púdrete, bastardo— Le dijo Marie, levantándole su dedo medio con la mano izquierda pues pudo notar que su mano derecha, aquella que parecía más afectada por el líquido negro, ya no podía sentirla ni moverla como quería.
Si la había afectado de alguna forma.
Diego ya se había acercado a ella para ver cómo estaba.
—Estoy bien, vayan y maten a ese hijo de perra— Marie les sonrió a Bianca y a su hermano.
—Bien, pero…
—Yo la cuido— Edward se acercó para ayudar, o mejor dicho, para no estorbar.
— ¿Esa es tu tercera forma? No es la gran cosa— Navier se quedó mirando la esfera de líquido negro que se movía por todos lados— Esperaba algo tan grande como la segunda ¿O quizá un arma?
Las niñas habían estado tratando de atacar pero el líquido las apartaba como si nada.
—“¿Un arma? ¡Qué buena idea!”— El líquido entonces cayo, manchado todo el suelo.
— ¿Fallo?— Pregunto Lavanda, apuntándole con su espada.
El suelo bajo sus pies tembló y entonces comenzó a romperse, provocando que las niñas mágicas se apartaran.
Desde el suelo emergió la última forma del Kraj.
Desde el líquido negro, un cuerpo enorme de cintura para arriba se alzaba. De quizá unos cincuenta metros, compuesto del mismo líquido y con muchos huesos que lo rodeaban, todos enormes y blancos. Desde el pecho crecía un cuello, con una columna con costillas y que terminaba con el cráneo de lo que parecía un tiranosaurio con ojos rojos y unos enormes dientes. Una de sus manos era larga, cubierta de otra columna vertebral que terminaba en el rostro de otro animal prehistórico con grandes dientes y que tenía brazos grandes. Su otra mano era una vértebra total pero que terminaba en un látigo con muchos huesos creciendo de forma irregular por todos lados. Su cuello era largo y terminaba en un enorme rostro sonriente, con la máscara destrozada, los dientes estaban formados por los restos de la máscara y el ojo se movía con inteligencia.