Nexus Parte I l: El Laberinto De Las Pesadillas.

Sobre un miedo racional.

Alejandro fue arrastrado por Catherine hasta la casa, seguido de sus amigos quienes se reían mientras hablaban en la puerta de como la lluvia les cayó de sorpresa y de lo divertido que fue. Incluso José estaba ahí, riéndose con ellos.

— ¿No tú te fuiste a lo oscuro?— Preguntó Alejandro, inclinando un poco su rostro hacia su amigo.

—Si quiero y por eso me voy a subir al cuarto ¡No entren en un rato, por favor!— José sujeto a Hela y la arrastro pisos arriba mientras esta se sonrojaba un poco.

— ¡No debes decirlo en voz alta!— Se quejó Hela, aparentando resignación.

—Los niños deben liberar tensión— Diego no pudo evitar decirlo en voz alta— Bueno, entonces ¿Qué hacemos? No podemos subir y todos tener sexo, sería incomodo porque ya lo sabemos ¿No creen?

—Habla por ti— Alejandro hablo con confianza.

—No, aun no— Le detuvo Catherine— Traje juegos de mesa ¿Qué les parece si jugamos?

— ¡Sí!— Dijo Celeste dando pequeños saltos.

—Voy por la botana, creo que había en las alacenas— Se ofreció Diego mientras Amapola se encaminaba con él.

—No lo vayas a hacer en la cocina, que todos comemos— Alejandro levanto la voz hacia ambos.

— ¡Cállate!— Le respondió la pareja al unísono.

Los chicos comenzaron a acomodar el turista, aquel juego donde comprabas países mientras platicaban de sus vidas, cosa que de alguna manera hacía sentir muy bien a Alejandro pues no había tenido tiempo de reconectar tras el comienzo de su entrenamiento y de la guerra…

— ¿Qué tienes?— Preguntó Catherine, inclinando su rostro hacia él.

— ¿Eh? Nada, solo pensaba, discúlpame— Alejandro le beso la frente antes de decir eso.

— ¡Estamos aquí para divertimos! ¡Luego piensas en el trabajo!— Le dijo Catherine besando sus labios a lo que este lo acepto. Sus labios eran tan cálidos como recordaba porque…

—Sí, lo sé…— Respondió esté, centrándose de nuevo en el juego.

— ¿En serio? ¿Conoces esas palabras?— Susurro alguien detrás de él, provocándole un escalofrío, algo raro ya que el raramente sentía peligro, ni siquiera en los Krajs se sentía… ¿En qué estaba pensando ahora?

Cuando volteo, no había nadie pues todos estaban frente a él, podía ver a Diego y Amapola en la cocina y a sus amigos, jugueteando frente a él mientras elegían que color de carrito escogían para jugar.

Se centró en el juego. Catherine tenía razón, no era momento de pensar en trabajo.

La noche cayó, la lluvia nunca se detuvo pero no hubo problema pues todos disfrutaban de la compañía del otro. Fue una noche de fiesta, comiendo y alcoholizándose con moderación, al menos los que lo hacían, porque otros simplemente se dejaron llevar hasta que sus cuerpos los pararon.

Alejandro abrió los ojos cuando escucho un ruido.

Una sombra se movió hacia la salida de la casa y al ver a sus amigos dormidos, decidió seguirla por seguridad de ellos. De todos modos un ladrón no era algo a lo que le tuviera miedo aunque en retrospectiva, si traía un arma de fuego, entonces podría haber sido una mala elección ir solo.

Pero lo que estaba frente a la puerta no era un ladrón, era una niña de, al menos por su estatura eso pensó. Una niña de no más de nueve años con un vestido rosa. Su rostro estaba pecoso, de cabellos oscuros que le llegaban hasta el hombro. Los brillantes ojos dorados de la chica se podían ver incluso en la penumbra, brillando de manera perturbadora.

— ¿Estás perdida?— Pregunto Alejandro, acercándose con lentitud a ella.

—Yo no pero ¿Qué tal tú?— La sonrisa de la chica también podía verse en la oscuridad.

— ¿Eh?— Alejandro no le tomo importancia a eso y trato de extender su mano hacia la chica, siendo en ese momento donde noto que de sus dedos goteaban un líquido negro que olía como… Sangre­— ¿Qué?

— ¿Por qué no observas con detenimiento?— La voz de la niña era tranquila y agradable pero denotaba una oscuridad como ninguna antes había escuchado. Era la voz que le había causado aquel escalofrió durante la reunión.

Entonces se giró para ver a sus amigos, muertos.

José y Hela estaban ahorcados, pegado uno contra otro, ambos con los ojos blancos y con marcas moradas en sus cuellos.

Ulises y Rosy habían sido decapitados de alguna forma, mientras la sangre manchaba aquel sillón rentado y mientras sus rostros posaban sobre la chimenea, como si fueran trofeos.

Celeste y Edward estaban uno frente a otro, con agujeros de bala en sus cabezas, mientras ellos mismos sostenían un arma. Alejandro pensó que se habían suicidado o quizá… Él provoco que se haya apuntado el uno al otro.

Diego estaba tumbado en una de las esquinas de la habitación, con las venas de las muñecas cortadas, mientras la sangre se acumulaba en un vaso que contenía un pincel con el que Amapola había estado pintando sobre las paredes. Esta parecía viva, aunque su espalda se estremecía mientras daba pinceladas.

— ¿A-Amapola?— Alejandro trato de acercarse pero esta se apartó enseguida.



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En el texto hay: pesadillas, multiverso, chicasmagicas

Editado: 29.01.2023

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