Nexus Parte I: Los Remanentes.

Un ser perfecto.

— ¿Cuánto tiempo más debemos esperar?— Preguntó Celeste, recostada en el regazo de Edward mientras jugueteaba con su arma en el suelo— ¡La cosa esa ya estaba en el aire, solo es ponerlo en reversa y listo!

—Qué bueno que estamos sentados— Gabino se encogió de hombros.

—La verdad es que es bastante bonito con naturaleza pero también es solitario y no me deja relajarme— Celeste miraba la zona donde estaban con atención, pues dejando de lado el enorme agujero dejado por ella, el resto estaba tan abandonado como de costumbre.  

La naturaleza estaba retomando lo que era suyo, por lo que el color verde abundaba, desde pastos grandes, hasta arboles enormes, muy diferentes a los de antes, algo que alegraba a la chica, pero ver restos de casas y los grandes edificios ahora llenos de vegetación la hacían recordar que vivir afuera era peligroso y que esos tiempos, donde podía divertirse, estaban muy lejos.  

No pudo evitar pensar en lo que perdió y todas sus emociones horrendas de ese tiempo.

— ¿Cómo te sientes?— Gabino fue a sentarse junto a Lavanda, la cual seguía miraba a la nada.

—Cansada— La chica se recargo en su hombro con naturalidad cuando se sentó a su lado— No suelo usar mi poder mágico y la verdad es que me desgasta mucho a sobremanera

—A nadie le molesta tu magia…

—A mi si, pues a veces no me siento bien usándola, no me siento humana— La chica miro su mano— Es raro… A veces me aterra el no poder regresar de este estado y perderme en la furia.

—Yo siempre voy a estar ahí— Dijo este, acariciando su cabello.

—De verdad espero eso— Dijo esta, sonriendo un poco mientras el color rojo de sus mejillas se intensificaba— Pero si te soy honesta, es un desperdicio usar mis poderes contra cosas que no sean Krajs.

Gabino sabía que, como todos, ella solo peleaba para matar Krajs.

—No me puedo comunicar con la base— Edward aun trataba de comunicarse— ¿Habrá pasado algo?

—Debe ser Alejandro jugando—­ Le dijo Celeste, mirándolo hacia arriba. Ya había dejado de jugar con su arma— ¡Alejandro, ya responde, por favor! ¡Queremos ir a casa y comer hamburguesas! ¡Yo las invito pero ya!

Pero no hubo respuestas. 

—Es raro. Nunca le diría que no a una hamburguesa— Admitió Celeste, irguiéndose de su cómodo lugar— ¡Amigo, está bien que quieras ser gracioso pero no es para tanto! Al menos dinos si ya mandaron el transporte.

—Quizá si pasó algo…— Señalo Edward.

—Imposible, al menos no en la Madriguera— Gabino negó con la cabeza pero como un flechazo, recordó la ley de vida que lo había guiado hasta ahora, la ley de Murphy— Aunque no es imposible del todo…

—Ese lugar es muy seguro e indetectable así que no deberíamos ser tan negativos, quizá están ocupados con otra cosa— Lavanda miro a sus compañeros con despreocupación—Por cierto ¿Quieren agua? Les daré…

Ella siempre cargaba algunos suplementos.

—Te la acepto— Dijo Celeste estirando sus manos para que la chica se las pasara.

Gabino quería decirle que se levantara ella misma, pero la actitud servicial de Lavanda tampoco ayudaba.

— ¡Cuidado!— Grito Edward levantando su arma hacia Gabino quien no pudo reaccionar a tiempo, no porque el ataque haya sido rápido, sino porque había bajado la guardia sin pensarlo.

La criatura cerro sus dientes a su alrededor y solo pudo ver como por el paladar con varias filas de dientes estaban acomodados de forma irregular mientras la oscuridad se cernía a su alrededor.

El campo de energía era increíble contra armas de fuego y mágicas pero eso no parecía mágico.

Al instante, sujeto la boca con sus manos para que no se cerrara, para que entonces varios sonidos de disparos provocaran que el monstruo gruñera y escupiera sangre, que cayó sobre este.

Gabino aprovecho para escapar de su boca, entonces creo varios picos de tierra que atravesaron al monstruo de un lado al otro de forma violenta, tanta que los alaridos hicieron temblar la tierra.

Gabino pudo alejarse un poco más, pero se sentía tembloroso. Había sido aterrador.

— ¿Cómo es que sigue vivo?— Preguntó Celeste, de nuevo desenvainado su espada.

— ¡No lo sé!— Lavanda se concentró y tras un destello, se transformó pero no era como antes, era más bien una transformación parcial— ¡Mierda, lo que me faltaba, aun no estoy lista!

La transformación parcial de Bella era el mismo vestido de color amarillo que ahora, solo la mitad derecha le llegaba hasta abajo mientras que la otra mitad, le llegaba sobre la rodilla, las botas blancas le llegaban hasta debajo de la rodilla, el corsé parecía suelto y la manga desapareció del lado derecho del vestido. Los holanes solo estaban en la zona larga de la falda.

El monstruo rompió los picos de tierra y los arranco de su cuerpo sin pensarlo mucho, incluso su boca ya se había recuperado del daño. Por otro lado, era mucho más pequeño que al que se enfrentaron hace poco aunque con la misma cabeza.

Gabino entendió que eso fue lo que olvidaron.




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