Nexus Parte I: Los Remanentes.

La humanidad nunca cambia.

Celeste cayó al suelo, pudiendo solo meter las manos por poco— Ah, odio esto…

— ¡Celeste!— Edward se acercó a ella para ayudarla, cosa que esta agradeció en silencio— Parece que dos sigue siendo tu límite de utilización. Quizá necesites practicar o entrenar a forma base para no tener que usarlo.   

— ¡Si nunca lo uso!— Se quejó Celeste.

—Irene, esa cosa regreso y…—Comenzó Gabino por el comunicador, esperando esta vez, sí recibir respuesta pero nada.

— ¡Chicos!— Gabino se sintió aliviado de que Amapola haya respondido pero se escuchaba agitada— Perdón por el nulo contacto, pero el transporte ya debe ir en camino. Los necesitamos, estamos siendo atacados por The End ahora mismo…

­— ¡¿La Madriguera está bajo ataque?!— Todos estaban sorprendidos ante esa noticia, tanto que olvidaron hablar sobre el monstruo— ¿Cómo paso? ¡La Madriguera era indetectable e impenetrable!

—Dejando de lado la Ciudad del Cielo, ese lugar es el más seguro del mundo ¿Cómo paso?— Preguntó Edward, con el ceño fruncido— ¿Desde dentro? Es lo más probable y seguro, la verdad…

—Sospechamos que así es— Confirmo Amapola con seriedad— No se preocupen, de momento las cosas no están tan mal pero eso podía cambiar ahora que saben dónde estamos.

—Estaremos ahí en cuanto podamos— Aseguró Gabino, mirando al cielo y esperando que el transporte no llegue tarde— ¡Mierda! ¿Por qué las cosas nunca son fáciles? ¡Queremos acabar con esto ¿Por qué no se puede?!

—Tranquilo— Lavanda tomo su mano.

—No, no, no puedo solo tomarlo con tranquilidad— Gabino se sentó en uno de los escombros, bajando el rostro— ¡Hemos peleado por casi tres años contra enemigos de la humanidad y ahora vienen esos fanáticos y solo provocan caos entre nosotros!

—Fuimos estúpidos al pensar que un enemigo común nos uniría de verdad— Aseguro Edward, apretando sus puños.

— ¡Tranquilos!— Celeste cubrió la mano de Edward para que se tranquilizara— Sabemos que somos defectuosos y que ellos están locos pero no podemos frustrarnos ahora ¡Un problema a la vez!

—Celeste tiene razón— Lavanda le sonrió a Gabino mientras entrecruzaba sus manos con las de él— Sé que es mejor rendirse y dejarlo todo pero aún podemos solucionarlo juntos y si no… Entonces iré a donde tú digas…

Gabino la contemplo con atención.

Celeste miro a Gabino y por poco se levanta para sujetarlo pero este término soltando un largo suspiro, cargado de frustración, cansancio y hartazgo, todo aquello que le molestaba estaba ahí contenido.

—Supongo que no podemos tirar la toalla aún— Afirmo Gabino.

— ¡Yo te apoyo!— Le dijo Lavanda.

Todos miraron al cielo, esperando que el transporte llegara pronto.

— ¡Estamos a un paso más de que la humanidad sea bendita con el amor de los dioses quienes vinieron a purificar nuestros pecados, a nosotros y a nutrir una nueva vida!— Gritó el tipo que parecía el líder, levantando su guadaña hacía arriba con exageración.

Frente a él, varios terroristas disparaban a los guardias a diestra y siniestra. 

Los guardias de la ciudad no parecían tener mucho problema, al menos hasta que los tipos comenzaron a lanzarse contra ellos, recibiendo disparos para momentos después explotar, causando grandes daños.

El tipo de la guadaña miro hacía las cámaras con una gran sonrisa.

El tipo llevaba una armadura similar al uniforme de José, con llamas en la armadura y su guadaña estaba, de hecho, bañada en fuego con una empuñadora negra como el carbón. Era un hombre de tez blanca, había perdido su ojo derecho, teniendo el otro de un color oscuro, de labios delgados, nariz respingada, sin pelo pero con barba.

—Esa gente de verdad perdió la cabeza ¿Suicidarse como si nada? ¡Qué asco!— Dijo Colín mirando las cámaras mientras pasaba su mano por sus cabellos— Supongo que no me queda otra más que ir ¿No?

— ¡Espera…!— Irene le sujeto el brazo.

— ¿Oh? ¿Qué pasa?— Colín le sonrió con astucia mientras se acababa a ella— ¿Prefieres que me quede aquí?

—Ah… ¡No! Pero se supone que eres mi guardiana— Irene se sonrojo un poco pero aun así hablaba con seguridad, como la líder que era— De todos modos, no será fácil lidiar con ese tipo.

— ¿Quién es?— Preguntó Colín, volviendo a mirar las cámaras.

—Según los registros, su nombre es Jacob Lancaster, el líder de The End, uno de los dos— Explico Amapola con una mueca seria— No solo es un loco de atar, sino también un usuario de Tesoro Sagrado.

— ¡No bromees!— Colín miro a Amapola con sorpresa y luego miro a Irene— No se supone que tus amigos son los únicos que pueden manipular los Tesoros por eso de que no todos podrían resistirlos.

—Hay una excepción a esa regla de la resistencia mágica pero es verdad que muy pocos podrían usarlas, ya que las diseñe para ellos y también para él— Dijo Irene, recordando un poco— Solo que él no es de por aquí…

— ¿Aquí? Ah… La otra línea ¿No?— Colín lo entendió a medias. No estaba muy metida en los temas multiversales— Así que es un traidor que se unió a una secta porque ¿Le lavaron el cerebro?




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