Nexus Parte I: Los Remanentes.

La humanidad merece ser destruida.

— ¡Se mía!— Susurró el tipo mientras trataba de someterla. Lo estaba logrando pues pese a tener la edad de ella, ya tenía un entrenamiento y no se podía comparar en fuerza— ¡Lucho por todos y es lo único que pido!

Hela estaba aterrada, llorando mientras trataba de golpearlo y de salir corriendo pero era débil, era una mujer débil que estaba por dejar que hicieran algo horrendo con su cuerpo. Estaba temblando mientras peleaba y sentía una presión en su garganta y su pecho.

Era horrible esa sensación de no poder hacer nada, de ser débil y de cómo manos horrendas y sucias la tocaban como si fuera un simple objeto.   

— ¡No!— Trato de gritar de nuevo  cuando el tipo le soltó la boca, pero este aprovecho para tratar de amordazarla con un trapo para que no gritara más, lo que ella aprovecho para lanzar una patada en los puntos bajos del tipo que no tuvo más opción que soltarla, sujetándose con dolor— ¡Ayuda!, alguien, mamá!

No había nadie en el lugar por lo que comenzó a correr al campamento, llorando y haciendo lo posible por no caerse del miedo. Su cuerpo estaba temblando horrible y no había nadie que la ayudará.

Había sido un momento de impotencia horrendo que había terminado por derrumbarla, llorando con desesperación. Se sentía sucia, como una mujer horrenda, como un desecho o un simple objeto.

Su padre le dijo era un tesoro pero ahora ¿Cómo demonios iba a verlo a los ojos?

Ella logro regresar al campamento, solo para desplomarse de cansancio.

Cuando abrió los ojos, lo primero que hizo fue llorar.

—Ya, mi princesa— Su madre la abrazo con fuerza mientras esta hacia lo mismo, sollozando entre sus brazos— Debió ser duro pero estas bien ¿Si? Mi niña preciosa ¡Yo te protegeré!

— ¡Ma-mamá!— Sollozo entre sus brazos.

— ¡Ya, ya! ¡Yo te protegeré, lo prometo! ¡Nadie más te tocara!— Su madre también estaba llorando de impotencia.

Una madre que no podía proteger a sus hijos no merecía el título de madre.

Después de eso, la mujer se tomó unos días mientras su pequeña se recuperaba.

Un médico trato de analizarla pero tuvieron que buscar a una mujer pues la pobre Hela terminaba con un severo ataque de pánico cuando veía a un hombre y más si este era un médico militar, o sea, lo que más abundaba en donde estaban.

Al final ella se recuperó pero el miedo al sexo opuesto, perduro.

—No necesitas preocuparte por mí— Ella estaba decidida a ser fuerte por el trabajo porque pese a todo, la gente seguía muriendo en una guerra— Creo que puedo regresar al trabajo.

—No puedes— Era lo que siempre decía.

—No me derrumbare, lo prometo— Dijo está, tratando de convencerla— Tengo fuerzas y puedo hacer cosas sencillas como organizar los recursos o ayudarte a ti a preparar las cámaras de estilización…

— ¡No!— Grito su marre con severidad

— ¿Por qué no?— Hela no pudo evitar preguntar al ver la violenta reacción de su madre.

—Porque ese bastardo sigue ahí— Su madre había hecho lo posible porque lo encerraran, porque lo mataran pero al ser un soldado, un recurso necesario, no hicieron nada, ni sus amigos, ni los altos. No hubo ni una sanción.

—Tranquila, solo lo evitaré— Dijo está, tomando su brazo.

Estaba aterrada de volver a verlo pero tenía que hacerlo, no podía ser una cobarde, no cuando su madre se había desgastado tanto en tan poco tiempo. Sin mencionar que si se vuelve inútil, la apartaran de ahí y esos significaba separarse de la única familia que le quedaba.

— ¡No!— Negó de nuevo su madre— No voy a perderte solo por eso…

—Me haré fuerte— Le dijo esta, tratado de tranquilizarla.

Su madre había hecho lo posible por mantenerla lejos de ese lugar, pero con la falta de personal y el aumento de la intensidad de la guerra, ella regreso a trabajar y aunque Hela estaba feliz, era consciente de que su madre la vigilaba con mucha atención.

Y debido a algunas consideraciones pudo evitar tratar con hombres, cosa que en realidad le alegraba.

Ella estaba acomodando algunos materiales en las bodegas, buscando jeringas que se supone que habían llegado ayer pero con la cantidad de material que había llegado al mismo tiempo, se perdieron entre las montañas de cajas nuevas.

Sus bodegas eran acomodadas casi diario pero con la falta de personal, todavía más presente, algunos trabajos que no eran de médicos o de ayudantes de médicos, terminaban sobre sus hombros.

—H-hola— Saludo una voz que reconoció al instante, por lo que retrocedió, asustada.

Hela negó con la cabeza, levantando ambas manos, lista para gritar.

—No, espera— Este se quedó quieto, justo en la entrada— Solo quiero disculparme por lo que hice ¡Soy una horrenda persona y te prometo que pagaré por lo que hice! Yo… conocí a una chica y no me gustaría que le hicieran nada ¡Solo quiero disculparme!

Hela le miraba con odio.

—Sé que la disculpa no vale nada— El chico sonrió con nerviosismo— Pero haré lo posible por ganármela a ella y…




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