Nexus Parte I: Los Remanentes.

Actos Egoístas.

—Pudiste haberme ignorado y no haberme regresado mis memorias ¿Sabes? Creo que hubiera sido más fácil y lo único que pasara es que morirá antes en el campo de batalla y nadie se enteraría— Dijo Diego, dejando caer sus hombros con despreocupación.

—Tú lo has dicho pero prefiero tenerte vigilado… Por todo lo que ayudaste antes y lo que significas para mí, en realidad— Admitió Irene, mirándolo con seriedad.

—Lo agradezco, señorita diosa, pero eso es irresponsable… Es como usar el dinero del pueblo para comprar un yate de oro o algo así ¿Me entiendes? No parece justo— Comento Diego con ironía.

—Es mi propio acto egoísta— La chica miro su mano de carne y hueso para luego cerrar su puño— Y por otro lado, no me llames así, de momento seguiré siendo tu hermana ¿De acuerdo?

—Tampoco puedo negarme ¿O sí?

— ¿No estas feliz? Creí que…

—Veamos… Cuando perdí mis memorias me quede con una extraña sensación de pérdida, como si me faltara algo, me sentí triste incluso teniendo a mis amigos y ahora, de un momento a otro, empieza una invasión y resulta que si perdí algo, así que lo recuperó de golpe solo porque es conveniente— Diego le miro con cierto recelo— ¿No es algo injusto? Dime algo ¿También perderé mis memorias cuando todo termine?

Irene no pudo decirle nada.

—Eso es un si…

— ¡No! Ya no tengo razones para hacerlo, salvo el hecho de que soy una diosa.

—Una diosa que no puede terminar con una amenaza así por si sola ¿Qué son esas cosas? Seguro que lo sabes pero prefieres callártelo ¿A qué si?— Diego estaba siendo bastante hostil— ¿Qué pierdes si me dices? ¿No somos hermanos? Nadie nos escucha aquí…

—Si pudiera terminarlo, lo haría— Admitió la chica, dándose media vuelta— Como sea, solo quería que supieras que te he creado un arma tan fuerte como la de los chicos y si quieres saber por qué lo hice… Fue para protegerte, no porque fueras necesario ni porque...

—Si me conocieras, creo que entenderías que hubiese sido preferible morir en el olvido— Admitió Diego, mirándola de mala gana aunque esta ya no lo viera— ¿Eso es todo? La verdad es que me tengo que ir.

—Si…

Diego abrió la puerta de la sala y regreso la vista por encima de su hombro— Y si es verdad lo que dices, no esperes que te deba algo, eres una diosa, creo que ya tienes toda la trampa que necesitas.

Irene no esperaba ese giro de acontecimientos.

Tras aquello y pese a que ella los visitaba a menudo durante los entrenamientos y durante sus misiones, él jamás le dirigió palabras a menos que fuera necesario. Tampoco la había llamado hermana después de aquello.

Con el avance de la guerra, incluso esos tiempos se redujeron todavía más.

—Tengo que hablar con ustedes, Diego y Amapola— Le detuvo durante su última reunión.

Diego estaba por salir, pero se detuvo en la puerta, mientras Amapola pasaba la vista entre ambos.

— ¿Puedes sentarte?— Preguntó Irene, con cierta frustración.

Diego, con resignación, le hizo caso.

—La ventaja es que a tu arma le deshabilite la segunda etapa pero…—Irene le miro con seriedad mientras le mostraba unos datos en su holograma— La corrosión ha aumentado en tu cuerpo por alguna razón…

—Pues…—Comenzó Amapola pero Diego negó con la cabeza.

— ¿Qué pasa?— Volvió a preguntar Irene, que lo noto.

—No importa ¿Si?— Diego le quito importancia con un gesto— Supongo que solo la he usado mucho últimamente, eso es todo y no puedo dejar que Amapola lo haga todo ¿Cierto?

—Entiendo que no me quieras contar pero debes entender que es riesgoso— Irene sabía que el nivel de corrosión era muy antinatural— No puedes ir por allá haciendo lo que ellos hacen, no eres como ellos ¿Entiendes?

—Bueno, es verdad pero no tendría que tener cuidado si alguien no hubiese sido egoísta ¿No te parece? Yo podía estar peleando con alguien más o muerto pero no, preferiste ser egoísta— Le recrimino.

— ¡¿Eso te molesta?! Hice esa arma para ti porque ni quería que murieras, que estuvieras indefenso ¡Porque me preocupas!— Le grito Irene, sin poder aguantar más— ¿Me odias? No comprendo cómo puedes ser tan cruel conmigo y contigo mismo…

—Te dejaré en claro algo ¿Bien? Que me hayas regresado la memoria es algo que agradezco pero no esperes que sea tu hermano, tú no eres mi hermana y si hubiese sido por ti, yo seguiría ignorando todo lo que paso ¿Protegerme? No me hagas reír, seguro es solo lástima porque todos podrían hacerlo, menos yo…

— ¡Eso no es cierto!— Le grito Irene, temblando de enojo.

—La verdad es que no importa, lo que creas tú, lo que yo crea, no importa, lo que importa es que ya no te veo como mi hermana y si me muero o no, es mi problema ¿Bien? No te metas, por favor. Ya encontraras a alguien más apto para tu Tesoro defectuoso— Le dijo Diego fríamente, para salir de ahí sin mirarla de nuevo.

— ¡Espera, Diego, eso fue…!— Amapola fue tras él.

Irene termino destrozando la mesa con un puñetazo pero tras uno segundos, también salió de ahí.




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