Nexus Parte I: Los Remanentes.

Aquella que desea morir.

Cuando aquella batalla termino, Roció no sabía que si tenía suerte de que la capturaran con vida o tenía muy mala suerte.

—Esta niña… También estaba en el ejército enemigo— Dijo uno de los soldados mientras veía a Roció con atención— Tan joven… ¿Deberíamos encerrarla? ¿O llevarla a otro de los refugios?

—No podemos arriesgarnos a que sea una infiltrada, sin mencionar que estamos faltos de mano de obra así que…— El otro soldado se acercó a ella con una mueca seria— Desconozco cuál fue tu razón para unirte a esos tipos pero ahora estarás con nosotros y lucharas para nosotros ¿Entendido? Si no…

¿Si se negaba, la matarían? Claro, entonces…

—Bien…— La chica termino asintiendo pero tenía una expresión fría.

— ¿Y esa mirada qué?— Preguntó el soldado de mala gana listo para golpearla pero esta le detuvo el golpe como si nada— Maldita mocosa…

—Basta, vámonos de aquí— Le dijo el otro, deteniéndole— Tu también, niña… 

¿Por qué no la mataron? Estaba provocándolo ¿Por qué se detuvieron? Esa actitud suicida significaba que poco a poco se estaba volviendo loca como su hermano y su mamá.

Su entrenamiento comenzó y pese a ya tener conocimientos en combate, pelear contra los Krajs era diferente a matar humanos, por lo que tuvo que recibir entrenamiento adicional, sin mencionar que la producción del armamento mágico había comenzado por lo que debía entrenar con ese también.

Ella se acoplo muy rápido, quizá por su gran experiencia en combarte o quizá porque todo lo hacían tan al pie de la letra que no necesitaba indicaciones extra, no dudaba y sobre todo no paraba cuando le dolía.

Al final y gracias a eso, ella termino siendo reclutada para el grupo de chicas que estaba por formarse para recibir mejoras todavía más poderosas que las otorgadas a todos los soldados.

Ella se preguntó si podía llegar hasta ahí, siendo quien era y teniendo el historial que tenía pero a nadie parecía importarle en ese lugar.

De hecho, en ese lugar los soldados sonreían de vez en vez, algo que le causaba una gran incomodidad.  

En aquel nuevo grupo las chicas a su alrededor no se parecían entre ellas. Algunas parecían resplandecer con cada movimiento, nacidas para el combate y la magia mientras que otras parecían dispuestas a morir como ella, otras desprendían un odio que ella podía sentir tan claro como el agua y otras tantas no parecían listas para estar ahí pues eran temerosas.

¿Por qué demonios estaban ahí? ¿No tenían opción, como ella?

—Sé que no ha sido fácil pero deben seguir adelante ¡Ustedes serán las armas que nos lleven a la victoria!— Dijo Irene, la chica que estaba frente al proyecto— ¡Solo un poco más y obtendrán el poder que todos necesitamos!

Claro que esas palabras no motivaron a todas y mientras algunas desertaban al paso del entrenamiento, otras solo morían a medio camino.

A Roció aquel entrenamiento no le parecía la gran cosa aunque esperaba que eso cambiara y morirse también a la mitad.  

—Pues vaya mierda— Siempre se decía mientras veía a más y más chicas desaparecer.

Roció se preguntó porque ella no se moría y otras tantas, que parecían dispuestas a seguir adelante, si lo hacían. Porque ellas se quedaban a medio camino y no ella misma, que era lo que quería.

Quizá si era cuestión de genética y ella estaba lista para esas cosas o ¿Habría otra cosa?

Las niñas mágicas surgieron y se convirtieron en el arma definitiva para derrotar Krajs ya que ellas podían darle pelea a los más grandes y no solo darles pelea, podían derrotarlos con relativa facilidad.

Sin mencionar que sus magias las potenciaban y les daban variedad durante los combates, teniendo chicas que podían curar e incluso chicas que por si solas podían generar la fuerza de una bomba atómica en sus puños.

Y ella solo podía invocar un huso repleto de hilo, cosa que la molesto a sobremanera ya que se había esforzado tanto y todo había terminado tan rápido para algo tan… Soso.

El hilo era tan fuerte como para atravesar a los Krajs pero su poder mágico no parecía listo para despertar. O al menos ella no sabía cómo activarlo aún, pero no importaba, con las demás era suficiente, ella solo debía esperar que la mataran.

Pero a veces no podía evitar molestarse de no tener un poder mágico propio.

—No te preocupes— Irene le hablo con tranquilidad cuando se reunieron o más bien, cuando la misma Irene la busco— Los poderes mágicos de una niña despiertan cuando son necesarios… Quizá de momento no es necesario, porque quizá es tan poderoso como para que no se despierte aún ¡Espero que tu tengas el poder de salvarnos a todos!

¿Por qué ella tendría un poder así? Lo único que quería era morir, no salvarlos a todos…

— ¿Qué mierda estas diciendo? Si esta magia realmente tuviera ese poder, hace mucho que habríamos ganado— Le recrimino la chica de mala gana— La verdad es que solo podemos morir.

Irene se quedó callada unos segundos— Puede ser pero desde que ustedes y los soldados mágicos aparecieron, las cosas han mejorado ¿Sabes? Y sé que mejoraran más ¡No podemos rendirnos!




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