Nexus Parte I: Los Remanentes.

Aquella que nunca perdió la esperanza.

¿Por qué se esforzaba si quería morir? 

—“…Está claro que no te quieres morir así que mejor deja de decir mamadas, chica y centrémonos en lo que estamos haciendo”— La molesta voz de Ulises regresaba una y otra vez a su cabeza mientras trataba de responder aquella pregunta.

Ese tipo no podía hablar sobre ella ya que no la conocía lo suficiente.

—Si me lo preguntas a mí… Es él más difícil de tratar de todos— Le dijo una vez Catherine mientras todas las chicas mágicas comían juntas— De hecho es al que menos conozco ya que entro tiempo después a nuestro grupo de amigos antes de que todo comenzara y pese a lo unido que ya es, también es el más reservado de todos así que… No creo que te esté ayudando lo que te estoy diciendo, en realidad, jaja.

Catherine quería que todos se llevaran bien pero Ulises era una gran roca sin emociones visibles.

—No te preocupes, en realidad no necesito saber más de él— Ella pensaba que hablar con él sería solo un desperdició— Cumplir con la misión es lo único que importa ¿No es cierto? Por esto todas estamos aquí.

Catherine pensaba que estaba preguntando porque le interesaba pero ella ya no dijo nada.

Por otro lado, Roció estaba muy segura de lo que decía. Al menos hasta aquella misión.

Ulises lanzaba sus discos a diestra y siniestra, cortando a los Krajs como si fueran de papel mientras ella los redirigía con sus hilos o bien, cortaba a sus propios enemigos como si nada gracias a los hilos.

Un Demoledor le golpeo sin que ella se diera cuenta.

Ulises quería ir en su ayuda pero tras acercarse a la chica derribada, el monstruo termino cortado en pedazos pues extendió sus hilos cuando cayó y con un rápido movimiento de su huso, los hilos se expandieron hasta el monstruo.

—Eres muy lento— Le dijo esta, limpiando su ropa.

—Sí, creo que si— Ulises no pudo evitar sentirse aliviado mientras tomaba sus discos de regreso— Hay que movernos ahora.

Los dos comenzaron a moverse a gran velocidad para llegar a su objetivo, una caravana de transporte que fue derribada por algunos Krajs y que llevaban materias necesarias para la Ciudad del Cielo.

Dos Devastadores los recibieron con sus cañones.

Roció extendió su huso y los hilos sirvieron como escudos para ambos mientras avanzaban.

Ulises lanzo sus armas hacia afuera del escudo de hilos sin necesidad de ver, entonces estos fueron hasta los enemigos quienes evitaron los discos gracias a varios látigos que venían de un par de Acorazados que también estaba ahí, observando y listos para matar.

Los cañones se detuvieron y cuando Roció pensó en quitar los hilos, un Caballero Negro choco contra la barrera de hilos que se vio rasgada cerca de Ulises, sorprendiéndolos a ambos.

Los cañones eran muy potentes así que Roció no se sorprendió de que sus hilos terminaran flanqueando con ese último ataque directo.

Un segundo golpe termino por destrozar la barrera del lado de Ulises, quien rápido invoco sus discos hasta sus manos, tratando de que pasaran por el cuerpo del Caballero pero este levanto su coraza, con la que los discos revotaron y usando su taladro a máxima velocidad, le pego en el pecho, lanzándolo contra los escombros.

Todo paso tan rápido que Roció no pudo ni extender sus hilos para alejar al tipo.   

— ¡Ulises!— Grito la chica, tratando de ir por él pero siendo lanzada por uno de los cañones del Devastador que la lanzo lejos de Ulises contra un edificio cercano que no se había derribado aún.

Roció se sentó entre los escombros, tosiendo.

Alguien normal, incluso con armadura mágica se vería exterminado por ese disparo así que agradeció ser una niña mágica. No tenía muchos daños visibles, su ropa solo estaba sucia y algo quemada en las zonas que le dio. De hecho no pudo evitar quejarse cuando trato de levantarse de un salto.

Al final, se tragó su dolor y fue de nuevo al combate esperando que Ulises este bien.

Ulises se logró poner de pie y saltar hacia atrás antes de que el Caballero Negro por poco  le diera con su taladro en la cara.

Le había sacado el aire aquel primer golpe, tanto que cuando se irguió, tuvo que toser varias veces y se felicitó por siempre tener aquella barrera de vientos para evitar peores daños. Si no la hubiese tenido, quizá su armadura si hubiese salido afectada y él con ella.

El Caballero Negro trato de empalarlo de nuevo a lo que este salto, elevándose con el aire y haciendo que los discos fueran hasta su mano para lanzarlos con velocidad hacia el ser que los evito con su escudo pero esta vez, controlados por el chico, regresaron hacia la criatura por los costados atravesándole solo un costado pues el otro fue desviado por el escudo del monstruo.

Solo tenía un escudo, al fin y al cabo.

Ulises comenzó a atacarlo así, por lo que cuando trataba de cubrirse de uno de los discos, el otro se enterraba en su cuerpo, haciéndolo quejarse, entonces de un momento a otro y cuando la criatura se vio abrumada por los movimientos del viento, estos terminaron cortando su cabeza cuando se cruzaron, antes de regresar a las manos de Ulises.




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