Nexus Parte I V: La Singularidad

Charlas despreocupadas.

—Puedo usar mi lucero para prender fuego— Le dijo José a Alejandro quien estaba peleando con los cerillos, el alcohol y las ramas para prender el fuego y poder comenzar a cocinar.

—Cállate, se lo que hago— Alejandro hizo una mueca.

—La verdad es que no lo parece— Navier estaba mirándolos con atención, acomodando la comida en una mesa.

—A ver, háganlo ustedes— El chico se apartó.

­         —Yo lo hago— Celeste se acercó al fuego como si nada y en tan solo un minuto el fuego ya estaba listo— Ahí esta ¿Era tan difícil? No se trataba de ponerle todo el alcohol nada más.

—Ya wey, vamos a preparar— José incito a Alejandro que parecía un tanto indignado.

—Volví a ganar— Dijo Lavanda con emoción cuando terminaron la ronda del juego de cartas.

—Es improbable que haya ganado ya cinco veces seguidas— Ulises no terminaba de creérselo. Él era bueno jugando a las cartas y ahora tenía casi todo su juego en la mano pues no tuvo tiempo de tirar nada— Ya se, estas usando tu poder.

— ¿Por quién me tomas?— Roció le regaño.

Amapola aun no terminaba de comprender el juego.

—Tan enérgicos como siempre— Señalo Gabino quien estaba picando la verdura para las hamburguesas.

—Que agusticidad la verdad— Dijo Edward quien lo estaba ayudando.

Ambos sonreían plácidamente.

—Ese cable va acá— Dijo Hela mirando la bocina a la que Diego trataba de conectar el celular con la música— No, no, acá, tarado.

— ¡Oye!— Diego se quejó— Si pudieras levantar más la lámpara, creo que encontraría el lugar al que debo conectarlo ¿Por qué no tenían bocinas con conexión inalámbrica? Y lo que es peor ¿Por qué te toco acomodarla conmigo?

— ¿Algún problema?— La chica puso su mano sobre el hombro del chico.

—Tienes razón, no hay problema ¿Podrías levantar un poco más la lámpara? Si no es mucha molestia— Diego continuo trabajando.

—Bien, bien— Hela sonrió y levanta la lámpara.

—Es bueno ver que ya estas sonriendo más— Dijo Diego conectando el aparato, entonces lo probo pero se escuchaba con interferencia, lo que lo hizo hacer una mueca— Espero que no sea el cable…

—Es difícil, ellos dijeron que…

—No te los tomes tan a pecho, incluso si fueron duros contigo— Le dijo Diego quien noto que el sonido ya salía mejor— Aunque no lo creas el que puedan estar tan despreocupados ahora es porque estás aquí…

—Y tu…

—Ahí lo tienes, en el fondo, les preocupamos así que tranquila, no debes sentirte incomoda— Diego le tendió el celular con una sonrisa— ¿Lista para escuchar las rolas de las que nos perdimos mientras estábamos en guerra?

Después de eso los chicos comenzaron prepararse sus hamburguesas mientras platicaban y compartían pensamientos sobre la música que se creó en la ciudad del cielo y en la Ciudad Sumergida.

— ¿El cielo siempre fue tan brillante?— Pregunto Alejandro mirando el cielo, estrellado y con una gran luna llena.

Todos se giraron a ver el cielo con fascinación.

—Quizá solo teníamos demasiado tiempo sin verlo— Diego se encogió de hombros, aun así no aparto la vista.

Gabino por poco toma la carne que Alejandro había preparado para él— Ahí vas de nuevo.

—Es que ya no tiene tiempo de ver el cielo— Se burló Ulises.

—Ya está grande, igual y no vio que no era su hamburguesa— Siguió José.

Todos se rieron.

—Te diría algo de tipo, extrañas tu hogar pero tu hogar no está allá arriba, bueno, debería de estar mucho más arriba ¿O más abajo?— Preguntó Diego hacia Amapola quien se quedó perdida mirando el cielo.

—Nunca fue mi hogar, al ser creados, casi al instante nos mandan a un Oasis, quizá solo tengamos alguna instrucción pero las memorias son borradas solo para activarse en cuando aparece el numero— Explico.

—Lo siento.

—No te preocupes.

—Entonces este es tu hogar— Diego tomo su mano a lo que esta asintió, apretándosela con tal fuerza que lo doblo— ¡Oye, oye!

—Aun no estás del todo perdonado— Le dijo Amapola, apartándose de él quien había terminado de rodillas, quejándose.

—No hay pedo, en la noche se contentan— Dijo José en voz alta, sonrojando a Amapola quien levanto un cuchillo y fue por él pero este se apartó riéndose un poco y poniéndose detrás de Hela.

—Oye, defiéndete tu— Hela lo pateo hacia Amapola.

—Las mujeres son difíciles— Dijo Alejandro hacia Diego.

—No quiero que me lo digas tú— Dijo Diego.

La noche avanzo con tranquilidad hasta que llegó la noche.

—Esta es su habitación­— José les mostro su habitación a Diego y a Amapola.

— ¿Juntos?— Preguntó Amapola, un tanto alarmada.

Diego sintió una lanza atravesando su cuerpo aun así, mantuvo su sonrisa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.