Nexus Parte I V: La Singularidad

Nuestros sueños.

— ¿Qué se supone que haces?— Celeste miraba con atención a Diego quien estaba escribiendo frenéticamente en una pequeña libreta mientras lanzaba miradas a sus amigos quienes realizaban diferentes actividades, ya sea hablar, jugar juegos de mesa o cocinando. Algunos solo cantaban muy alto.

—Escribiendo, está claro— Diego hizo girar su lápiz en sus dedos— Ah, me salió finalmente.

—Claro pero ¿Qué estas escribiendo?— Celeste le contemplo como si se hubiese vuelto tonto.

—Algo que me gustaría aprovechar más tarde— Diego esbozo una leve sonrisa— Cuando todo termine me gustaría sacar un libro y pese a que al principio quería una historia épica de nosotros contra los malos, quizá me incline más por una historia de recuentos de vida, quizá… Sobre sueños.

— ¿Sueños?

— ¿Qué haremos cuando todo termine? ¿Qué será de nosotros, los viejos héroes, ahora que ya no son necesarios? De eso hablo— Aunque Diego solo quería escucharse épico.

—Suena a algo que leería o viviría— Acepto Celeste mientras Diego se encogía de hombros.

—Así que de verdad eres escritor— Navier se sentó a lado de Celeste.

— ¿Soy así de famoso?— Diego estaba orgulloso.

—Por eso y por los nombres raros— Recordó Navier.

— ¿Raros?—Diego le miro con atención.

—Te llevarías bien con ella, hace dibujos…—Comenzó Alejandro pero Navier le golpeo el costado con su codo— Bueno, bueno, lo siento.

—Me serviría una dibujante que le guste realmente dibujar, hace tiempo trate de que otro dibujante que ambos conocemos dibujara algunas cosas pero nunca supo dibujar una avispa— Diego se encogió de hombros.

Alejandro puso mala cara.

— ¿Una avispa?— Navier se quedó confundido.

— ¿Quieres verla?— Diego se levantó.

— ¿Todavía la tienes?— Alejandro se sorprendió.

—Claro— Diego levanto su pulgar.

Tras la comida, algunos fueron a la piscina mientras otros seguirían jugando dentro de la casa. Las platicas amenas y las risas no faltaban mientras los chicos se expresaban sin muchas presiones.

Diego observaba aquello desde el balcón que daba a la piscina.

— ¿Por qué estas acá y no abajo, con ellos?— Preguntó Amapola, caminando hacia la barandilla del balcón para mirar a sus amigos— ¿No dijiste que los extrañas y que querías pasar tiempo con ellos?

—Pero esta es mi forma de convivir con ellos— Dijo el chico, aclarando su garganta.

— ¿Acá solo?

—Ya no estoy solo— Señalo Diego y Amapola suspiro.

—Pero…

—Pero nada, la verdad es que me gusta verlos ¿Sabes? Aún tenemos ciertas preocupaciones pero poder ver que piensan en el futuro, que harán algo cuando todo esto termine me gusta mucho. Yo solo espero que lo logren— Diego se encogió de hombros.

Diego era una persona que solía preocuparse por la gente a su alrededor, a veces cuidaba mucho sus palabras, otras veces no pero en general trataba de no lastimar a nadie y al mismo tiempo, trataba de ayudar a la gente a su alrededor a ser feliz, al menos a dejarles en claro que no están solos.

La fórmula que uso en la pierna de Amapola era muestra de ello. Aunque eso también era debido a su culpa.

Era bastante testarudo cuando quería.    

—Pero ¿Y tú?

—Yo también tengo mis sueños, no te preocupes— Diego se quedó pensativo— Pero no voy a negar que mucha de mi felicidad depende de las personas a mi alrededor, incluyéndote, claro.

Amapola se sonrojo, apartando la vista.

— ¿Qué harás cuando todo termine?— Preguntó Diego.

—No lo sé…

—Tenemos que descubrirlo antes de que llegue el momento— Le dijo Diego.

—Creo que me sentiría bien mientras los demás lo estén— Admitió Amapola, girándose hacia él.

—No lo malinterpretes, pese a que es lo que quiero, yo también tengo mis sueños, aun quiero ser escritor, quizá comprar una casa, vivir con una linda pelirroja algo tsundere y quizá tener…

— ¡¿Cómo que Tsundere?!— Amapola se giró hacia él, sonrojada pero mirándolo mal.

—A lo que quiero llegar es que todos necesitamos un sueño propio, un motivo por el que seguimos aquí, peleando, por el que no hemos desertado, por el que querríamos derrotar a la Singularidad, eso…

Amapola se quedó pensando.

—Me duele un poco que tengas que pensarlo.

—No sé trata de eso— Amapola negó con la cabeza— Yo quiero estar contigo pero solo eso, creo que tras los cuatro reinicios, la verdad es que lo único que quiero es llegar al final de mi vida.

Amapola ya le había contado a él sobre los reinicios y sobre todas las veces que se lo encontró en esos mundos.

—Eso también es un sueño así que hagamos lo posible por cumplirlo— Diego se levantó y tomo su mano, cosa que Amapola acepto— ¿Quieres comer? Tengo una receta en la cabeza.




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