Nexus Parte I V: La Singularidad

Verdaderos sueños.

— ¿Qué me dices, entonces?— Preguntó Diego cuando termino de hablar, dejándose caer en el sillón, como si se hubiese quitado un peso de encima. Amapola estaba a su lado, mirando a Celeste con atención, visiblemente nerviosa.

Edward también la observaba con atención, moviendo sus dedos uno sobre otro.

—Cuando nos conocimos estaba enojada con la vida, por todo lo que me paso ¿Lo recuerdas?— Diego asintió. Ellos eran cercanos incluso desde un poco antes de que el incidente de los Luceros comenzara en la Academia Luzbell— Buscaba volver a ser la que era antes de enfermar, lo deseaba con fuerza pero estando con ustedes y conmigo misma, me di cuenta de que no servía de nada cambiar el destino, o el futuro, lo acepte y visualice lo que quería hacer, ahora lo hago, hasta cierto punto, ayudar a los demás pero ¿Qué haré cuando todo termine? No lo sé.

—Yo te lo ofrezco, es tu decisión tomar ese camino o no. A Amapola se lo prometí pero tú también eres importante, debía ponerlo sobre la mesa— Diego hablaba de su fórmula. Estaba claro que ella podría curar su asma y regresarla a su momento más brillante— ¡Los dejo pensarlo! ¡Lo que decidas será lo mejor para ti al final!

—Te quiero mucho y te apoyo ¿Bien?— Le dijo Amapola apretando sus manos, lo que Celeste acepto, apretándoselas de regreso.

La pareja se quedó sola.

— ¿Quieres que me vaya?— Preguntó Edward al notarla tan seria.

—No, por favor, quédate conmigo— Dijo la chica, abrazándolo con fuerza.

Estaba llorando.

Celeste se puso a repasar lo mucho que creció.

Primero, enfermo, sufrió como nunca, ya no podría hacer lo que siempre quiso ser, bioquímica y luego cuando pensó que no podría seguir ese sueño, alguien le ofreció un futuro de ensueño.

Al principio lo acepto pero tras conocer a sus amigos, ver como cada uno tenía sus problemas y que de todos modos se levantaron para proteger el futuro que tenían por delante, se dio cuenta de que no podía ser una cobarde.

Esa es ella, con todo y enfermedad y debía seguir adelante, pensando en ella y su felicidad.

Luego enfrento al Kraj, donde al volverse una niña mágica termino aceptando otra parte de sí misma que rechazaba, su propia feminidad, quizá algo simple pero que le sirvió para seguir entendiéndose.

Ahora sabía que ella era Celeste Velázquez, una chica asmática que lucho por la humanidad y que cuando todo terminara la guerra… No sabía qué hacer.

—Antes del Kraj ¿Qué querías hacer?— José negó con la cabeza— No, eso ya no importa, ahora eres una chica bien diferente ¿No? Más femenina y…

—Deja de bromear pero si, supongo que es verdad— Celeste se rio— Creo que podría hacer cualquier cosa, como irme de viaje, siempre he querido viajar pero…

—Todo está hecho un desmadre— Señalo Alejandro.

—Exacto— Celeste lo acepto.

— ¿Viajar por el mundo ayudando a la gente?— Ulises había escuchado eso antes.

—Creo que antes hubiese sido algo que haría pero ahora, no quiero hacerlo ¿Sabes?— Celeste negó con la cabeza— Sonara mal pero he tenido suficiente de estar al frente, creo que… Quiero ser egoísta.

—Es lo que siempre digo— Dijo Diego, estirándose en donde estaba.

—Eso es lo que siempre haces— Dijo José.

—Uy, nada más “desaparecí en combate” un tiempo y luego regrese, no pensé que podrían todas princesas— Dijo el chico, riéndose.

—Supongo que solo haz lo que quieras, no suena a mucha ayuda pero es la verdad— Dijo José.

—A veces hasta el ser más frio puede hablar con sabiduría— Ulises se mostró sorprendió.

—Oh bueno, cállate ¿No?

Celeste no recordaba la última vez que todos ellos se reunieron y aunque sabía que faltaban algunas personas, seguramente estarían por ahí, preocupadas por el futuro de la tierra, o quizá solo disfrutando de sus últimos momentos.

Aquella noche, Celeste se quedó en la sala, contemplando a la nada.

—Pensé que habías salido— Le dijo Edward.

— ¿Con este frio? Querrás que me muera— Dijo la chica, negando con la cabeza.

—Ah, cierto— Edward se sentó a su lado— ¿Aún estas pensando?

— ¿Tu que harás cuando todo termine?— Preguntó la chica.

—Yo he pensado que querría estar contigo pero también quiero aprender sobre el desierto blanco— Dijo Edward mirando hacia el frente pero sorprendiendo a la chica— Supongo que me dio mucha curiosidad y creo que mi curiosidad solo aumentara cuando lo veamos de frente.

— ¡Es un sueño increíble!— Acepto la chica, con un brillo en los ojos.

— ¿Y tú? ¿Ya lo pensaste?

—Tengo ideas— Celeste asintió— Quiero poner una panadería, lo he pensado desde hace mucho tiempo pero también quiero seguir ayudando a la gente que lo necesite y pese a que no puedo ser médica o bioquímica, pensé que podría ayudar de otra forma pero no sé qué forma.

—Es un avance…




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