Nexus Parte I V: La Singularidad

La mejor versión.

Antes de comenzar el ataque, los líderes se reunieron en la cabeza del gato, la base central de la Singularidad para hablar sobre las acciones de Edwina y su nuevo grupo de rebeldes.

—Acciones insensatas, como siempre de parte de esa mujer— Menciono Marianne. Estaba cubierta por una bata blanca enorme y ella misma parecía estar agachada, viéndose solo aquel cráneo blanco deformando en donde debería estar su cabeza.

—Era tu deber cazarla ¿Por qué sigue regresando?— Preguntó Samantha, visiblemente malhumorada, con los brazos cruzados. Sin ver su rostro era difícil saber si estaba molesta o no.

—Quizá me parece divertido que sus intentos, que cada uno de ellos termine tan mal— Le dijo Hernando encogiéndose de hombros.

—No podemos perder tiempo con Edwina— Les dijo el líder contemplándolos con atención— Esta vez, dejaremos que se acerque más, entonces la atraparemos ¡No permitiremos más insurgencias de su parte!

—Fuiste tú quien dijo que la dejáramos ir la primera vez— Le dijo Samantha.

—Culpable, si pero tú tampoco parecías deseosa de seguirla, al fin y al cabo…

—Te detendré ahí mismo— Samantha se mostró irritada, apuntándole con su dedo— Como sea, esta vez iré por ella directamente y yo la matare ¡Me debe demasiadas explicaciones!

— ¿Aun pedirás una explicación tras todo lo que paso?— Marianne ni le miro.

­— ¿Qué tiene de malo?— Preguntó Samantha y pese a que no se notaba, se mostró consternada.

Sus compañeros aun con sus máscaras solo se podía entender el: Amiga, date cuenta.

Marianne por otro lado no pudo evitar preocuparse un poco, pues sabía que Amapola vendría en aquel grupo, casi seguro por lo que tendría que eliminarla, aun si ese era su último deseo.

El grupo de Hela y Amapola estaban corriendo por los grandes pasillos de base gato, no habían entrado por la biblioteca si no por la parte detrás, aquella que según lo que les dijo Edwina, se centraba en los experimentos mecánicos grandes y que en términos generales, era su antigua zona de trabajo.

Los chicos pudieron observar los millones de experimentos que estaban realizándose, desde robots gigantes hasta experimentos un poco más pequeños pero todos mecánicos. Los robots iban de un lado a otro, volando por ahí y por allá. Grandes brazos mecánicos iban de un lado a otro, pasando instrumentos a los muchos trabajadores de la zona. Era una escena digna de una historia de ciencia ficción.  

Como paso en la biblioteca, nadie les puso atención.

— ¿Sabes a dónde vamos?— Preguntó Hela a Amapola quien era su guía.

—Lo recuerdo vagamente…— Acepto la pelirroja.

Los chicos ignoraron la zona hasta llegar a un nuevo pasillo que se adentraba más en la base pero entonces todos lograron sentir los temblores, por lo que se detuvieron. No parecían temblores de combarte.

Diego hizo un rápido movimiento, desplegando su tesoro sagrado y apunto al frente, preparándose para lanzar aquellas notas flotantes que al instante se dispersaron por todos lados, solo que todas eran blancas ahora.

Una figura gigante apareció entre el pasillo y trato de embestir pero las notas reventaron, generando ondas sonoras. Esta vez no hubo luz o elementos, si no puro sonido penetrante que hizo que la figura cayera hacia un lado, desorientada.

—Listo, esta…— Diego quería verse épico pero al instante corrió hacia la figura tirada en el suelo con los ojos brillantes y comenzó a señalarla— ¿Están viendo esto? ¡Es una quimera! ¡Como las mitológicas!

— ¿Una quimera? ¿Vato, estas bien?— José no podía entenderlo.

— ¡Claro que sí, es genial!— Diego miro al ser tumbado, entonces Amapola corrió para cortar la cola de serpiente que ya estaba lista para matar al chico— Ah, olvide la cola de serpiente…

Amapola le dio un golpe en la cabeza a su compañero— Céntrate…

—Perdón— Dijo Diego sin más.

La criatura trato de levantarse pero José le aplasto la cabeza, la de león con una patada de fuego que le reventó todo el cráneo.

Todos siguieron avanzando por el pasillo hasta que se toparon con una zona abierta, en forma de panóptico, con un gran pilar blanco en medio y con lo que parecían paneles de cristal desde donde se observaban animales, todos y cada uno de ellos modificados, algunos incluso eran monstruos mitológicos e incluso había bebés, siendo atendidos por robots vestidos de enfermeras.

En el pilar, una figura vestida de blanco los observaba.

—Ma… Miss M— Amapola observo con atención a la figura que solo levanto su rostro.

—Amapola— Hablo la figura.

Diego quería decir algo ingenioso pero se limitó a observar a Amapola quien miraba a su madre, su verdadera madre mirándola desde arriba, con aquella mascara y con su figura cubierta de blanco.

—Veo en ti, modificaciones— Miss M miro a Diego con atención— Tu firma de energía no es la misma que la de los otros mortales del Oasis Nexus 1001-2.

—Un gusto, yo soy el novio de su hija y…




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