Nexus Parte I V: La Singularidad

La prueba.

Edwin golpeo el suelo con su bastón y las niñas junto con él terminaron en una especie de cueva llena de cristales de colores que reflejaban la luz y que generaban figuras aterradoras, entonces estas se movieron en dirección a las niñas mágicas, formando picos y grandes formas peligrosas.

—La realidad es que estas piedras no valen nada en otro Oasis, son simples geodas aunque debido al material de recubrimiento, son en parte transparentes pero para este Oasis, son las piedras más valiosas del universo aunque— Edwin se encogió de hombros— Cuando descubran esta gran mina, entenderán que no era tan raro ¿Lo ven? Nuestra realidad puede cambiar de un momento a otro.

Los cristales se formaron como si estuvieran vivos, creando grandes manos cristalizadas y filosas y un rostro que parecía muy molesto. Con sus dientes filosos saliendo de su boca de forma irregular y sus ojos brillando en tonos rojizos.

Lavanda corto el brazo del monstruo muy rápido mientras Celeste iba hasta su rostro para cortarlo, mientras los hilos de tiempo se enredaban en él por todos lados, gracias a los movimientos de las chicas quienes fueron atadas por estos hilos, lo que hizo que el tiempo regresara a antes de volverse un ser consiente.

O eso pensaba pero el monstruo seguía ahí, aunque se volvió más pequeño.

Navier cayó de arriba y le golpeo, congelándolo al instante y formando una pequeña tormenta que lo dijo inmóvil.

—Su poder es superior al mío…— Roció hizo una mueca. Ambos controlaban conceptos muy superiores pero él...

—No tanto así— Edwin estaba ahora frente a ellas, lo que las sorprendió— Solo que la realidad que tu conocías es diferente, por ejemplo los cristales no pueden estar vivos ¿No? Pero aquí sí, lo único que hiciste es hacerlo más pequeño, menos cargado de materiales valiosos.

Con otro golpe al suelo, todo cambio.

Las chicas estaban cayendo al aire libre.

Roció giro y se detuvo, pisando el aire e hizo que el viento atrapara a sus amigas.

Navier creo una plataforma de polvo blanco congelándola al instante.

—Esta es la tierra del Oasis 689089 y hace mucho tiempo ocurrió un desastre y la superficie se volvió inhabitable así que la gente ahora vive en el cielo, en plataformas gigantes, como en esa serie, los superondas o algo así…— Les dijo Edwin caminando en el aire.

— ¿Los supersónicos?— Preguntó Lavanda.

—Sí, esa, buena serie— Edwin se mostró orgulloso. Cuando las chicas parpadeaban el tipo estaba en una posición diferente y cada una de ellas lo veía en diferentes lugares— De hecho hay otros Oasis en posiciones similares pero yo no puedo intervenir porque, bueno, es parte de su ciclo, si yo u otra fuerza cambiaran las cosas, el Oasis mismo caduca antes de tiempo y muere.

— ¿Y con el hombre cristal?

—Ah, eso, pues Roció debería saberlo…

—Cuando trate de regresarlo a su estado anterior, el tiempo solo lo hizo más pequeño así que solo puedo suponer que ese monstruo es un ser vivo de ese mundo— Dijo Roció mirándolo con atención.

—Así es, la realidad es que cuando encuentren esa mina, empezara una guerra que podría terminar con la humildad pero de nuevo, no podía hacer nada, es su ciclo. Un planeta no afecta a todo un Oasis, ni cuando está habitado— Edwin se encogió de hombros.

—Al final nos está haciendo escucharlo— Navier hizo una mueca.

—No sean tan malas, solo es un rato— El tipo pego en el cielo, pero aun así, un sonido de impacto sonó.

Ahora estaban en un planeta desértico, donde la gravedad al instante las hizo arrodillarse.

—En este Oasis, esta debe ser la tierra pero como ven, no existe, un planeta deshabitado más— El hombre se encogió— ¿Lo entienden? Su Oasis no es especial, ni el de nadie, en cambio, un poder creado por los Devastadores ha estado reiniciando su Oasis varias veces, de forma irregular y peligrosa.

Las chicas se mantuvieron en silencio.

—Los Devastadores fueron la primera raza que visitó el Desierto Blanco, la primera en alcanzar un nivel cinco en la escala de Kardashev, una raza que no era la humana y que solo esparció dolor y destrucción, incluso los Iluminados, la raza de Dualidad, la moldeadora de su Oasis, perecieron pese a estar en un nivel similar… Al final su conquista destruirá el equilibrio de los Oasis, ya saben, por el efecto reflejo, no sé si Edwina les hablo de eso.

Las chicas intercambiaron miradas.

—Si yo introduzco una cuchara en un Oasis donde no existen, con el tiempo, la cuchara se creara en Oasis cercanos al primero, formando una cadena y lo mismo paso con los Edwin Schrödinger que con el tiempo descubrieron el Desierto Blanco, solo hacía falta uno, entonces ¿Qué pasa si conquistan uno de esos Oasis? Por reflejo, el resto de Oasis caerá también así que para evitar eso yo decidí destruir a los Devastadores.

Eso sorprendió a las chicas, quienes comprendieron la gravedad de sus palabras.

­—Desde entonces existe la Singularidad 00, para proteger el equilibrio y seguro pensaran ¿Por qué reiniciarlos? ¿Por qué no dejar que una raza avance más nivel en la escala y que quizá puedan salir al desierto blanco y hasta ayudarme?— El hombre les miro con frialdad— No valen la pena pues ninguno ha pasado la prueba.   




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