La única verdad es que Edwin Schrödinger era simplemente Edwin Schrödinger.
Un hombre dedicado a la ciencia, un hombre que perdió gente en el camino, desde amigos, hasta parejas sentimentales, hasta jefes estrictos que admiraba con todo su ser y que al igual que perdió, gano, desde amigos, amantes y jefes que admirar. Valió la pena cada paso que dio.
Incluso cuando vio la oscuridad no solo de la humanidad sino de otras razas en múltiples Oasis jamás perdió la fe en ninguno de ellos, en que tarde o temprano se tomarían las decisiones correctas.
A diferencia de sus amigos que trabajaban para perfeccionar a la humanidad, a los Oasis, la tecnología, a la naturaleza, él pensaba que lo único que necesitaba la humanidad y cualquier raza era tomar la mejor decisión.
Muchas especies llegaban al Desierto Blanco pero cuando debían tomar una decisión, tomaron la equivocada para todos y por eso Edwin no tenía más opción que reiniciarlos, no desurtirlos, porque al final, todos merecen otra oportunidad.
Con el tiempo se tomara la decisión correcta y entonces la Singularidad podría ya no ser necesaria.
Y lo sabía porque el mismo muchas veces tomo la decisión incorrecta, como cuando manipulo a la Eupithecia orichloris genéticamente. Esas polillas solo debían destruir un Oasis y terminaron causando daño a más de mil Oasis.
La cosa con Oasis Nexus 2001-2 no era que ya había sido reiniciado más veces, que ojo, él era consciente de que no era el Oasis más reiniciado, si no que estaban tomando la decisión incorrecta, de nuevo.
Escuchar a otra versión de él y venir a tirar algo que es necesario para todos.
No solo vigilaban los Oasis, también vigilaban a los Exteriores que de a poco habían comenzado a avanzar contaminando los Oasis.
Ellos no entendían nada y lo peor de todo es que eran reacias a escucharlo. Otro error.
Las pobres chicas se estaban recuperando de sus heridas por lo que con un golpe en el suelo, todas cambiaron a un ambiente frio lleno de nieve— Seguro esto les gustara ¿No? Ahora ¿Por qué no terminamos de hablar?
—Creí que ya habíamos hablado— Celeste temblaba mientras su cuerpo se recuperaba de las quemaduras de su cuerpo.
Sus curaciones eran muy rápidas pero el daño que recibieron era demasiado grande.
—Claro que no, me encanta compartir lo que se, ahora ¿Por qué no hablamos de la Singularidad 00? No solo buscamos al Oasis elegido ya sea que venga a nosotros o que lo creeremos nosotros sino que también enfrentamos a los Exteriores— Dijo el hombre mirándolas con atención— Ustedes mismas vieron lo que uno puede hacer, ese Kraj, un enemigo formidable ¿No?
No les traía recuerdos buenos.
—Nuestro deber también es evitar que uno de esos se coma un Oasis— Dijo el hombre mostrándose preocupado— ¿Sabían que el Kraj no era más que un niño? Dejando de lado su clara identidad como un niño, si lo comparamos con otros Exteriores, era un mocoso.
— ¿Un niño? No jodas…— Dijo Navier negando con la cabeza.
— ¿Ustedes evitaran que esos errores vayan por ahí destruyendo otros Oasis? Destruyendo el suyo incluso ¿Se imaginan? Me matan y tiempo después tienen a los Exteriores ahí, listos para comerse su Oasis ¡Miles de Kraj mucho más fueres que el que enfrentaron!— Dijo el hombre pensándolo unos segundos— La probabilidad es baja pero nunca cero.
Pensar enfrentar monstruos más fuertes que el Kraj era una pesadilla de verdad.
— ¿Ahora lo entienden?— Les dijo Edwin mirándolas con atención. Sus expresiones de incredulidad lo decían todo.
— ¿Y qué esperas que hagamos? ¿Qué dejemos que destruyas nuestro Oasis?— Preguntó Navier poniéndose de pie lista para pelear— ¡No dejaremos que eso pase! ¡Si vas a matarnos, entonces hazlo, no caeremos sin pelear!
Roció había logrado alcanzarlo desde atrás junto con Celeste, adelantando sus movimientos pero este evito el corte con su bastón, entonces un motón de rayos cayeron sobre él.
Pero entonces el tipo le pego en la cabeza con su bastón pues ya estaba detrás de ella, haciéndola caer a lo que el tiempo regreso, generando como consecuencia ondas de viento completamente locas que eran potenciadas por la nieve y el poder de Navier.
Celeste de nuevo había tratado de cortarlo con su espada mientras Lavanda lanzaba un corte desde el otro lado pero este tomo ambas espadas con sus manos, entonces un montón de hilos lo ataron, generándole cortes en todo el cuerpo y de un momento a otro Navier le lanzo un corte con tal poder que rompió la tierra bajo ella.
Edwin estaba en el suelo, fingiendo que se estaba limpiando la suciedad— Un gran movimiento, lo admito.
Entonces el hielo tembló y desde abajo una mano gigante lo aplasto.
— ¿Y eso qué?— Celeste no pudo evitar abrir mucho los ojos al ver eso.
—Idea de Alejandro, un enorme mecha de hielo— Dijo la chica haciendo emerger al robot desde el suelo, un robot bastante grande, de hecho, ya que incluso alcanzaba las nubes de aquel mundo.
Era brusco, con largos brazos y piernas, con unas botas y unas manos igual de grandes que terminaban en unos largos dedos, mientras que portaba un casco completo que cubría su rostro con un cuerno en la cabeza. Era todo blanco por la arena blanca.