Nexus Parte I V: La Singularidad

Nadie es mejor que yo.

Samantha abrió los ojos tras un rato, respirando de forma irregular y mareada, hasta que noto que estaba sobre el regazo de Edwina quien le miraba con cierta preocupación. Al instante la chica se apartó pero no pudo moverse mucho pues su cuerpo estaba muy pesado.

— ¿De verdad perdí?— La chica sujeto su rostro, notando que estaba temblando.

—Al menos estas bien— Edwina le contemplo, estirando su mano hacia ella para tocar su frente, o quizá su rostro pero Samantha la aparto bruscamente, dándole un manotazo— Lo siento.

— ¿Qué mierda quieres? ¿Reírte más de mí?— Samantha frunció los labios.

—No, quería ver que estuvieras bien— Le dijo Edwina haciendo un puchero— ¿De verdad crees que soy un monstruo?

— ¿Entonces porque te fuiste?— Samantha se rio amargamente, dándose cuenta de que sus reclamos eran estúpidos a estas alturas— No, la verdad es que ya no me importa ¡Ya me harte de pensar en porque la gente hace cosas!

—Me fui porque lo que hacen está mal, no pueden basar todo en predicciones, es inútil…

—Predicciones hechas miles de veces— Samantha le miro con severidad— Ninguna especie, ni la humana, ni los ipomeos, ni los subterráneos, ninguna pudo ver más allá de sus intereses y está bien, pero no podemos permitir que el egoísmo de ellos condenen a más y más… ¡Y tú lo sabes mejor que nadie!

—Es verdad— Edwina hizo una mueca pero tomo la mano de Samantha— Pero yo creo que existe otra manera…

— ¿Cuál?— La chica no la aparto, no quería, solo quería…

—Que yo tome el control de todo— Dijo Edwina mirándola con severidad.

Antes de que Samantha pudiera reaccionar, fue atravesada por Edwina, por una máquina que simulaba un brazo metálico y que terminaba en una espada. Samantha al instante trato de volverse líquido pero su Origen no funcionaba.

De nuevo fue lastimada por sentirse un poco cómoda con alguien, alguien en quien quería confiar de verdad pese a todo. Escupió sangre mientras hacia lo posible por extraerse esa arma pero se estaba quedando sin fuerzas.

—Me costó convencer a las otras dos de hacer esto pero creo que al final entendieron mi punto— Edwina acomodo sus lentes mientras su expresión se mostraba seria— En este y en otros mundos, nadie es mejor que yo.

La máquina término de extraer el Origen, lo que hizo que Samantha se tumbara al suelo boca abajo, débil, mareada y escupiendo más sangre. La herida no era fatal pero la sangre no dejaba de salir desde su boca, oídos e incluso ojos, lo que dejaba en claro que era riesgoso para el usuario extraer así un Oasis.

—Tiene sentido, ustedes han estado mucho tiempo unidos al Origen, prácticamente ya forman parte del concepto mismo, así que quitar una parte de ustedes es la muerte. Una lástima— Señalo Edwina, con lágrimas cayendo por su rostro— Oh, vaya…

Samantha le miro con severidad, aunque su cuerpo ardía.

—Lo siento— Dijo la voz débil de Edwina, mientras apretaba sus puños. Su expresión había cambiado por una más avergonzada, incluso había bajado la vista— Lo siento, yo…

—Que idiota fui o más bien que idiota fue el líder, mira que pasar por alto que no son una, si no tres— Dijo Samantha esbozando una sonrisa rojiza— Aunque supongo que terminar enganchada a alguien con más de una cara es lo normal en mí.

—Yo también te amo— Dijo la voz de Edwina un poco más alta. La expresión que Samantha conocía muy bien, la de aquella molesta Edwina que siempre la importunaba en su laboratorio— Pero debes entender que…

— ¿Qué? ¿Qué eres mejor todos?

—Pues… Si— La chica parecía avergonzada mientras limpiaba sus mejillas y sus lágrimas— Tu podrías venir conmigo, las otras dos están de acuerdo, yo me hare responsable… Quiero que estés conmigo, a mi lado mientras cambio al multiverso...

Samantha soltó una risotada que sorprendió a Edwina.

—El mismo sueño que el del líder…

La expresión de Edwina volvió a cambiar, volviéndose seria de nuevo—Sí, pero yo lo hare sola, nunca he necesitado a nadie ¡Soy un genio! ¿Por qué diablos necesitaría unirme a otros?

—Ustedes son tres…

—Es verdad pero solo una de nosotras es la genio en este campo— Dijo mientras Edwina apretaba los labios. Su expresión expreso tristeza, dolor. Sus ojos no reflejaban frialdad o aquella chispa de la Edwina de siempre. Esta era la tercera— Yo hare que todo cambie para bien, por eso…

Estiro su mano.

Samantha introdujo su mano en la herida para empeorarla y se apartó de Edwina— ¡Parece que tengo pésimos gustos! Pero te diré que nadie puede sola, ni tu ni yo ¡Incluso si eres un genio!

—Entonces no eres un genio real— Dijo, cambiando de nuevo, a aquella expresión fría.

Samantha se maldijo por ser tan idiota incluso en sus últimos momentos.

Regresando al presente, tanto Hela como Amapola terminaron impactando entre ellas pues Edwina había desaparecido y ahora se encontraba pegada al techo, mirándolas con seriedad, aun sosteniendo el bastón de la realidad.

Con un parpadeo, ella desapareció junto con Edwin.




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