Nexus Parte I V: La Singularidad

Las dos caras de una moneda.

— ¿Reiniciar todo el desierto blanco? ¿Si quiera es posible? Suena como una maldita locura— Alejandro estaba consternado por todo lo que había pasado de un momento a otro. Y no solo él, todos los demás estaban igual.

—Tranquilos, los dejare vivir, me han ayudado mucho ¿Qué les parece? Este lugar, lo volveré una fortaleza que no se verá afectada por el último ciclo de Samsara de todos. Estarán a salvo mientras yo reformo los Oasis a mi manera.

—No puedes hacer eso, nuestro poder no es tan grande ni con todos los Orígenes del Desierto Blanco— Señalo Edwin.

—Porque no sabes explotarlo— Edwina giro su rostro, jalo un poco su parpado hacia abajo y le saco la lengua— Pero yo no soy como tú o como los otros ¡Yo soy una verdadero genio! ¡Lo lograre!

— ¿Así que aún no sabes cómo?— Marianne le miro con atención, esbozando una sonrisa astuta— Solo una idiota actúa precipitadamente.

—No son tan lenta, solo dame un mes— Edwina sonrió aunque Marianne noto que no era su sonrisa confiada de siempre— Lograre hacer lo que ustedes no hicieron en millones y millones de años.

—Lamentablemente no podrás hacerlo— Le dijo Edwin mirándola con atención— Seguimos siendo humanos y no tenemos conocimientos ni autoridad real sobre el desierto blanco.

— ¡No puedes limitarme! ¡Ninguno! ¡No saben hasta dónde llega mi inteligencia!— Le grito Edwina mirándola con atención— Si tú conoces tus limites, perfecto, quédate con ellos pero yo ¡Soy infinita! ¡Soy la mejor versión de mí!

Edwina bajo los brazos y los miro a todos con una mueca aburrida y seria— No soy como ustedes… ¡Yo soy un genio de verdad!

Edwina era un genio de verdad, de eso estaba segura.

—Solo los idiotas entienden sus deficiencias— Le dijo Edwin.

Edwin era un genio de verdad, de eso estaba seguro.

¿Qué posibilidades había de que una persona naciera con tres personalidades diferentes, cada una con las cualidades de un genio nato? La realidad es que en el desierto blanco no era raro pero siempre había excepciones más significativas que otras.

¿Qué posibilidades había de que alguien sin talento, sin una chispa de motivación se convirtiera en un genio? Bueno, en el desierto blanco, no era imposible.    

Edwina fue consciente de esto desde el principio, no era como los demás, intercambiando notas con cada una de sus personalidades desde muy joven. Era muy fácil para ella mantener las apariencias y no levantar sospechas sobre su estado.

Eran tres genios verdaderos y cada personalidad investigo cosas por aparte: Psicología, cuántica e ingeniería.

Por otro lado, Edwin no quería ser científico en primer lugar, simplemente le gustaba observar las nubes durante las clases.

La personalidad original de Edwina era una chica tranquila, introvertida pero muy poco cerrada. Tendía a escuchar mucho a las otras dos personalidades y esta fue la que se centró en la física cuántica.

La personalidad extrovertida era muy enérgica y entrometida, por lo que terminaba metiendo muchas veces en problemas a las otras dos, siendo esta la que investigo ingeniería para crear aparatos.

La más seria, centrada y misteriosa se encargó de estudiar psicología.

Edwin, por otro lado termino estudiando física por pura presión de su madre.  

Edwina era un genio en cada una de las tres áreas por lo que a nadie sorprendió cuando obtuvo doctorado en cada una de sus áreas, y no solo uno, varios en cada uno de ellos a tan temprana edad.

Mientras tanto, Edwin tuvo que huir de Alemania al desaprobar el antisemitismo de los nazis incluso cuando ya era un profesor bastante reconocido en física.

Pero los que son buenos en lo que hacen rápidamente pierden motivación y deben buscar nuevas fronteras pero esa niña genio no buscaría otras ahí, si no otros mundos, en otras posibilidades porque un humano moría y ella también lo haría tarde o temprano. Debía acelerar el proceso de saberlo todo.

Pero los que son buenos en lo que hacen muchas veces se ven impedidos por las circunstancias, como paso con Edwin quien tuvo que huir y sufrir despidos por sus fuertes ideas antinazis lo que llevo a nunca encontrar una estabilidad real.

Edwina entendió que no servía de nada mejorar el cuerpo humano; mejor manejar el tiempo y el espacio. Entonces el tiempo seria ilimitado.

Edwin quería hacer algo que valiera la pena recordar.

Entonces tras trabajar con algunos otros científicos término creando una máquina que, en teoría podría mandarlo a otro universo, lamentablemente salió tan bien que termino solo en el desierto blanco.

Pero no vio el desierto blanco que ya todos conocían, si no uno en guerra, pues los Desterrados habían comenzado su conquista multiversal.

— ¿Qué está pasando? Es una locura— Edwin hizo una mueca, aterrorizado.

—Lo es— Una voz llamo su atención. Una mujer de tez olivácea, de cabellos morenos con las puntas brillantes, como si fueran cristales que reflejaban el tiempo— Es una lástima de verdad…

— ¿Quién eres?— Edwin quedo completamente fascinado.




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