Nexus Parte I V: La Singularidad

Nunca estarás sola.

Edwina no se necesitaba más que a sí misma para ganar y más sabiendo que eran tres genios completos en el cuerpo de una hermosa chica ¡No podía perder con simples chicas con poderes regalados! ¡Y menos cuando ella fue quien las creo! ¡Sus poderes son mierda!

¿Cómo diablos la estaban superando? No, no debía pensar en eso.

La realidad es que podía descreerlas, claro que podía y lo haría con un chasquido de dedos.

Las niñas volvieron a su forma base con aquel chasquido, perdiendo ambos Orígenes.

— ¿Lo ven?—Edwina las miro desde arriba, sentada en la nada cruzándose de piernas como si nada— ¡No pueden vencerme! Pero no es necesario, de verdad las dejare vivir ¡Ustedes fueron mi medio para estar aquí! ¡Es lo justo! ¡Creare un universo solo para ustedes! ¡Todo será perfecto!

Las niñas se contemplaron entre ellas, mostrándose incrédulas.

Edwina tomo los hilos de Roció que buscaban quebrar el tiempo para revertir el efecto de su chasquido y los tiro al suelo— Se terminó, queridas, de verdad, les prometo que seré piadosa, es más ¿Por qué no me dicen a quien más traer? Lo haré, solo habitaran los que ustedes quieran de su Oasis.

—No lo creo— Hela apareció detrás de ella para cortar su cabeza pero esta se giró para cortar su brazo y pese a que se quejó e hizo una mueca, la verdad es que esbozó una sonrisa que confundió a la científica.

La sangre la salpico, prendiéndola en llamas que no le hicieron daño— Esto es… Ya veo, aun tienes su tesoro, bueno, qué más da, ya no… —Las llamas aumentaron de temperatura tan rápido que las llamas se tornaron azules.

Edwina salió de entre las llamas, apartando algunas llamas de su ropa solo para por poco ser cortada por Lavanda quien dividió la imagen del tiempo frente a sus ojos, logrando darle por poco pero impactándola con fuerza contra el suelo.

Edwina salió de entre los escombros haciendo una mueca, notando entonces que las niñas mágicas de nuevo portaban sus dos Orígenes.

—Imposible…

— ¿De qué hablas? Somos diosas ¡Ya nada es imposible!— Dijo Celeste tomando el mango de sus dos espadas.

De un momento a otro Edwina perdió la cabeza gracias a Celeste pero al instante su cuerpo se recuperó y pese a que trato de patearla hacia abajo, termino amarrada por Roció con sus hilos.

Con un movimiento increíble termino frente a Lavanda quien corto a Edwina pese a que su realidad fue cambiada. Literalmente de nuevo había cortado entre la realidad, poniendo la suya a la fuerza, causando tal daño que estaba claro que incluso estaba actuando el Origen de la degradación sobre los ataques de todos.

Pero Edwina no percibió esta realidad, por lo que estaba bien, sin ningún daño.

Frente a ella, la observaba Navier y Hela con una gran sonrisa, entonces de un momento a otro termino siendo lanzada por una ventisca tan fuerte que pareció quemar su piel como si hubiese sido de fuego solo para ser rodeada de vacío causado por Roció quien manipulaba el viento.

Pero Edwina ya no necesitaba respirar.

Disperso el aire solo para ser impactada por un grito de Amapola que termino despedazándola de un momento a otro, algo que claro pudo evitar pero solo para ser curada de forma tan brusca que de todas formas termino herida, desgarrando su piel y sus huesos.

De nuevo tuvo que cambiar la realidad y apartarse de ella, cambiando de zona. Termino de rodillas.

—Imposible, esas niñas no pueden superarme ¡Soy un genio! ¡He pensado en este momento desde siempre y no será estropeado por moscas con ideales de amistad! Eso sería…

— ¿Demasiado ridículo?— Termino la Edwina extrovertida.

­ —Cierra la boca, no tenemos tiempo para burlarnos— Dijo la Edwina seria.

—Ah, claro ¿Se estaban burlando?— Dijo la Edwina que ahora tenía el control.

—Claro que si— Dijo la seria— Somos genios ¿Por qué no has terminado con ellas? ¡Elimínalas!

—Quiero pero parece que el cuerpo no me deja, quizá sea culpa tuya, al fin y al cabo tu pasaste mucho tiempo con ellas. Te volviste blanda, quizá confías en ellas de verdad ¿No? Que ridículo— Respondió la Edwina del cuerpo.

— ¿Qué dices?— Respondió la Edwina extrovertida— ¡Claro que no! Son como todas las demás, mentirosas. Ni siquiera forme un lazo con las científicas que eran demasiado ingenuas y tontas.

—No lo parece, yo las habría matado a la primera oportunidad— Dijo la seria.

—En cambio, cambiaste conmigo, parece que tú tampoco querías matarlas— Dijo la que controlaba el cuerpo.

—Tu dijiste que lo harías rápido ¿No?— Dijo la extrovertida, encogiéndose de hombros.

—Cierto y mírate, no solo estas tardando mucho, sino que además tuviste que huir para tomar aliento ¿Qué diablos te pasa? Esa no es la actitud de un genio— Preguntó la seria cruzándose de brazos.

— ¿Ah sí? Entonces cambia y mátalas, si tanto te gusta quejarte ¡Yo soy tan genio como cualquiera de ustedes o más!— Dijo la que aún tenía el control.

— ¿Bromeas? Ya no me pareces tan lista— Dijo la extrovertida con una gran sonrisa.




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