Todos allí se quedaron estupefactos.
- ¿De qué estás hablando Alina? - dijo Julen
- No lo soporto más - susurré
Me acerqué a Julen con decisión y le señalé agresivamente con el dedo.
- No quiero que vuelvas a acercarte a mi, como se te oc....
- ¡ALINA! - gritó el monstruo desde la entrada.
Los cinco allí presentes nos giramos hacia el.
Carl se acercó amenazadoramente hacia mi y sin poder hacer nada, su mano golpeó mi mejilla.
- ¿¡Que te crees que hac.... - comenzó a gritarle Julen
Pero sus palabras fueron cortadas cuando, del bolsillo de atrás de Carl, sacó una pistola con la que nos apuntó.
- ¡¡Carl!! - le grité agarrando la pistola con mis dos manos y empujándola hacia abajo para que nosotros dejáramos de ser su objetivo.
- ¡Te vas a enterar! - me gritaba
El resto del J4 iban hacia el pero yo les paré.
- No os metáis, no hagáis nada, solo sentaros allí.
- ¡Por supuesto! ¡Nadie va a salir de esta habitación! - exigía el monstruo.
Ellos no hicieron caso y empezaron a gritarle a Carl, intentar golpearle o sacarlo de la sala.
Pude notar como la poca paciencia que el monstruo tenía se iba consumiendo.
- ¡Sentaros! - gritó el
- ¡¡Nunca!! ¡¡Sal de aquí o te buscarás un buen problema!! - respondió Jack
- ¡Os mataré!
- ¡Tu no harás nada! - le dije yo
Aquello fue un caos. Fue un estruendo, un sonido ensordecedor el que hizo que el silencio reinara en la sala.
En un momento, Carl levantó el arma y fue a disparar a uno de nosotros, pero yo me di cuenta a tiempo y pude volver a agarrar el arma y desviarla, siendo nuevo objetivo mi hombro izquierdo.
- Aishh - reprimí un quejido.
- ¡ALINA! - gritó Nick
- ¡No! ¡Parad! Estoy bien - dije poniendo mi otra mano sobre la herida.
- ¡SENTAROS Y NO DIGÁIS NI UNA PALABRA! - gritó Carl.
Ellos hicieron caso.
- Aver, ¿cuál es tu problema? - le dije enfadada - ¿No fue suficiente?
- Nunca lo será - me respondió acercando su asquerosa cara a la mía.
- ¡Dime de una vez! ¿Qué es lo que quieres? - pronuncié casi gritando
El silencio seguía reinando.
- ¿Quieres matarme a mi? - dije mientras cogía su mano, la que sostenía la pistola, y la puse sobre mi frente. Algunos chicos del J4 ahogaron un grito -¡Adelante! ¡Hazlo! ¡Es lo que por muchos años has querido, ¿no?!
Los chicos, que ya no sabían que estaba pasando, después de aquellas frases su cabeza era un lago de preguntas.
- Pero déjame decirte que matarme no solucionará nada, es más, solo te creará mas problemas - empecé a decir soltando toda mi valentía.
Carl, tembloroso, bajó el arma y empezó a dirigirla hacia el.
- ¡Ah! ¿Quieres suicidarte? ¡Vamos! No pienso frenarte, pero al igual que antes, esto no solucionará nada, el único que sale perdiendo eres tu - al fin era yo la que llevaba las riendas en el problema.
El comenzó a bajar de nuevo el arma, esta vez rindiéndose, apuntando al suelo.
- Entonces dime....¿por qué has vuelto? ¡Podrías terminar en la cárcel si cuento todo lo que hiciste! ¿Es eso lo que buscas? ¡Desaparecer es lo mejor que hiciste! Si estás aquí de nuevo, dime, ¿que es lo que quieres? - aquello creó unos segundos de silencio absoluto.
- ¡A ti! - respondió.
El silencio se hizo aún más profundo todavía.
- Me estás diciendo que has venido aquí, traes un arma, cosa que ya es ilegal, y encima a una universidad, amenazas a mis amigos....solo por esa tontería??
- ¡¡NO ES UNA TONTERÍA!! - Gritó volviendo a levantar el arma hacia el J4, de los cuales algunos ya no podían retener las lágrimas del terror.
La sangre que resbalaba por mi brazo iba empapando la camisa hasta gotear en el suelo.
- ¡Vale, está bien! - dije calmándole - No es una tontería.
Hice una pausa.
- Está bien. Haremos un trato - los ojos del J4 no se apartaban de mi, mientras, intentaban averiguar cuál sería mi próximo paso - Yo me voy contigo - el hizo un amago de sonrisa, los chicos me miraban espantados - a cambio tienes que dármela - dije señalando el arma.
El me la entregó y me abrazó llorando.
- Perdón Alina, ¡perdón! - lloriqueaba una y otra vez mientras hacía el abrazo más fuerte, pero yo sabía que aquel "perdón" era vacío, que aquellas lágrimas tenían el mismo significado que las de un cocodrilo: Ninguno.
La próxima vez me golpearía más fuerte.
La próxima vez involucraría a más personas con la que sabía que podía hacerme mucho daño.
La próxima vez podría ser la siguiente noticia en el telediario y el periódico.
- Tranquilo Carl, todo está bien - dije con palabras más vacías que su corazón mientras, con agilidad, desmonté toda el arma para que no pudiera usarla: saqué la recarga de balas y otra más que estaba en la cámara.