Ni 1millón de Estrellas

Capítulo 26

La anestesia me había dejado algo atontada. No conseguía espabilarme del todo, aunque los pensamientos en mi cabeza si estaban claros.

El murmullo en el lugar era nulo.

¿Estaba sola?

Me levanté de aquel lugar. Mi cuerpo se sentía algo dolorido, pero no lo suficiente como para seguir postrada en aquella incómoda cama. 

Me asomé por la ventana y vi una maravillosa terraza a tan solo un par de plantas más arriba de donde yo estaba.

Decidido. Voy a subir ahí arria.

Necesitaba respirar aire fresco y que mejor que hacerlo con buenas vistas.

Sin pensarlo dos veces, salí de mi habitación y subí a la azotea del hospital.

- Que maravilla - dije en un suspiro mientras me sentaba en el muro que te protegía de una caída mortal. 

Me gustaba el riesgo, pero no soy tan tonta como para caerme aunque me subiera al muro. Si me subí ahí es porque sabía que no había peligro y que para caerme, alguien tenía que empujarme.

 

Me quedé allí mirando la ciudad. Tan bonita. Tan elegante. Las luces de las casas se posaban en la ciudad como si fueran estrellas terrestres. Una brisa acariciaba mi piel mientras escuchaba el poco ruido que hacían aquella noche los coches. Era una completa fantasía.

 

 

 

- ¡NO ALINA!

 

 

 

 

 

 

 

 

Estaba en la habitación de es tonta esperando a que despertara. Me costó muchísimo que los padres y hermana de ella me dejaran a solas en aquella habitación. Alina estaba fuera de peligro y ellos tendrían que descansar para ir a trabajar a su nuevo trabajo.

Necesitábamos un jardinero y alguien que se encargara de dirigir a todas las sirvientas y, a pesar de que mes costó convencerlos ya que no querían ser ayudados, terminaron aceptando dichos trabajos.

Y para mi sorpresa y la de mis cuidadores, son mucho más buenos de lo que pensábamos.

 

Salí un segundo de la habitación y fui al comedor del lugar para comprar un bocadillo y algo de beber para cuando Alina despertara.

Pero a esa estúpida no se la puede dejar sola en ningún momento.

Volví al lugar y al abrir la puerta....no estaba.

- Alina - la llamé - ¿Donde estás?

Ni rastro. Ni un papel, ni un aviso de los doctores. Nada.

Bajé a recepción y le pregunté a la doctora por Alina.

- Ninguno de nosotros la hemos sacado de allí - dijo con notable preocupación mientras cogía el telefono y avisaba a los doctores - ¿Cuando la vistes por última vez?

- Hace nasa, solo bajé a por unos aperitivos y cuando volví, ya no estaba.

- No puede andar muy lejos. Quédate aquí. Nosotros te avisaremos - finalizó mientras se iba.

Pero yo no pensaba quedarme allí de brazos cruzados y esperando. Rápidamente me fui por las escaleras y comencé a buscarla por cada pasillo.

Fue en ese momento cuando caí en algo....

Normalmente, en todas las películas, los afectados tienen depresiones, bajones o intentan hacer cosas de las que arrepentirse. 

Entonces fui.

Subí  a la azotea y allí estaba. Subida en el muro.

Mi corazón casi se para en aquel momento.

- ¡NO ALINA! - grité llamando su atención mientras corría hacia ella.

- Ju.... - empezó a nombrarme pero no la dejé terminar.

- NO, NO PUEDES HACER ESO - decía mientras la cogía y la bajaba de aquel muro - LO SIENTO ALINA, PERDÓN POR LO IMBECIL QUE HE SIDO. SIMPLEMENTE....UN MALENTENDIDO DETRÁS DE OTRO....ADEMÁS YO SOY UN ESTUPIDO CIEGO QUE NO SE DA CUENTA DE LAS COSAS - dije al borde de las lágrimas mientras agarraba sus manos con las mías - Perdón de verdad, Alina. Siempre has sido tu, por más que lo he intentado, no he podido. Tú eres la dueña de mi corazón, tú eres quién me hace despertar con alegría cada mañana y por la que sacrificaría cualquier cosa por tal de que estuvieras bien. Alina, no puedes hacer esto, no te dejaré hacer esto, no pue.... 

En ese momento, ella, Alina, me silenció.

Sus labios se posaron sobre los míos con dulzura. Le correspondí.

Puse la mano en su nuca atraiéndola aún más a mi cuerpo y ella posó sus manos en mi cintura, abrazándome.

El beso duró, pero no más de lo que me hubiera gustado.

- No te preocupes Julen, no estoy enfadada. - me sonrió.

Aquella sonrisa.

- Pero tu....

- ¿El muro? - rió - ¿Enserio pensabas que sería capaz de hacer algo así? ¡Solo estaba mirando las vistas! Desde encima del muro se ven mucho mejor - rió con su típica gracia.

Fue tanto el alivio y lo tonto que fui, que las lágrimas resbalaron por mi cara.

- ¡No llores! - decía ella mientras reía e intentaba limpiarme la cara, pero yo solo me mantenía con las manos cubriéndola y mirando hacia abajo.

- Me habías asustado - sorbí mi nariz.

- ¡Ya está! - decía abrazándome - no te pongas así - reía mientras me consolaba.



#41045 en Novela romántica
#10467 en Joven Adulto

En el texto hay: adolescentes, drama, amor

Editado: 18.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.