Ni contigo, ni sin ti

Capítulo 7

Emma había pasado el resto de la mañana tratando de ignorar la sensación que le había dejado el abrazo de Lucas. No debía significar nada. No podía significar nada.

Pero su mente no paraba de traicionarla, trayendo de vuelta la calidez de sus brazos y el modo en que la sostuvo sin decir nada, sin burlas ni comentarios sarcásticos. Como si de verdad le importara.

Sacudió la cabeza mientras se acercaba a la cafetera de la oficina para servirse un café. Solo quedaba una hora para que terminara la jornada laboral.

Tras recomponerse, Daniela le había asignado un pequeño escritorio en la oficina que estaba frente a su despacho. Allí había otro escritorio que, según le había dicho su jefa, Lucas usaría si lo necesitaba. Emma soltó una risa seca. Parecía que el universo se reía de ella una y otra vez.

Bebió un sorbo de café, aprovechando la pausa para reacomodar sus pensamientos.

Justo en ese momento, el causante de sus problemas apareció por la puerta con la misma seguridad de siempre, un par de revistas en la mano y su característica sonrisa ladeada.

—Em, qué suerte que aún estés aquí. Justo quería hablar contigo.

Emma cerró los ojos un instante y respiró hondo antes de girarse hacia él.

—Estoy ocupada, Lucas.

—Solo será un minuto —dijo él, levantando las manos en señal de paz.

Emma cruzó los brazos.

—¿Y bien?

Lucas dejó las revistas sobre su escritorio y abrió una de ellas para señalar el artículo que ella había escrito.

—Tu artículo está en todas partes. Todo el mundo lo está comentando.

Emma bajó la mirada. Su nombre resaltaba en letras pequeñas, pero ahí estaba.

—Felicidades —dijo Lucas, con un tono inusualmente genuino.

Emma tragó saliva. No sabía cómo responderle, así que optó por el sarcasmo.

—¿Desde cuándo eres mi fan número uno?

Lucas sonrió, pero en lugar de soltar algún comentario ingenioso, su mirada se volvió más seria.

—No soy tu fan. Solo… te conozco desde siempre. Y sé cuánto te ha costado llegar hasta aquí.

Emma sintió un pequeño nudo en el estómago.

—No necesito que me recuerdes nada.

—Lo sé. Pero quiero que lo sepas.

El tono de Lucas era distinto. No el del chico arrogante que la sacaba de quicio, sino el de alguien que hablaba en serio. Y Emma no estaba preparada para eso.

—Ya te dije que estoy ocupada.

Lucas suspiró, como si esperara esa respuesta.

—Bien. Solo quería felicitarte.

Se giró para irse, pero antes de salir, murmuró algo casi imperceptible:

—Siempre supe que lo lograrías.

Emma sintió que su estómago se encogía.

No quería admitirlo, pero las palabras de Lucas la afectaban más de lo que le gustaría.

Y eso, sin duda, era peligroso.




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