Ni contigo, ni sin ti

Capítulo 20

Lucas se acercó a su madre, que había salido al jardín junto a Sergio. Elena lo miró con desconcierto, pero Sergio, que conocía toda la verdad, cerró los ojos, sintiendo el dolor de su hermano como si fuera propio.

—Mamá… —comenzó a decir.

—Lo sé —lo interrumpió Elena—. Vete, estaré bien.

Lucas asintió con dificultad y luego se volvió hacia su hermano.

—Sergio, dile que mañana no hace falta que vaya a hacer las entrevistas… Ni el resto de la semana.

Sergio asintió en silencio.

Lucas se dirigió a su habitación, pero antes de entrar, su mirada se detuvo en la puerta cerrada de Emma.

Su inexistente relación se había sellado del mismo modo que aquella puerta.

Suspiró, cogió sus cosas y salió de la habitación. Arrastró los pies por la casa, sintiendo cómo cada paso lo alejaba y le dolía más que el anterior.

Al llegar al coche, echó un último vistazo a la casa.

"No debería haber vuelto", pensó, antes de arrancar el motor y perderse en la carretera, intentando dejar atrás el dolor.

Sergio observó con pesar cómo se iba alejando por la calle hasta que giró en el cruce y lo perdió de vista.

Mientras tanto, en su habitación, Emma lloraba desconsoladamente.

Entre ellos nunca había habido nada realmente… y, aun así, dolía como si hubieran compartido una vida entera.

Enterró la cabeza en la almohada, dejando que sus sollozos se perdieran entre las sábanas.

Así, envuelta en un mar de lágrimas, el agotamiento la venció y terminó quedándose dormida.

Al día siguiente, Emma despertó con un dolor de cabeza punzante. Se sentía agotada, como si no hubiera descansado en absoluto.

Se incorporó con esfuerzo y caminó hasta la ventana. El sol asomaba por el horizonte, iluminando el cielo con su resplandor dorado.

La claridad le lastimó los ojos. Los cerró con fuerza.

De repente, un mareo la hizo tambalearse.

¿Qué le pasaba?

No sabía si su cuerpo la estaba traicionando o si simplemente su corazón ya no soportaba más. Todo lo que había reprimido en los últimos días estaba pasándole factura.

Se dejó caer en la cama y apoyó la cabeza entre sus manos. Todo le daba vueltas.

Así no podía ir a trabajar.

Como pudo, le mandó un mensaje a Daniela para avisarle. La respuesta no tardó en llegar:

"Descansa, Em. Mejórate."

Emma suspiró y volvió a meterse bajo las sábanas, tapándose hasta la nariz.

Se quedó allí, quieta, hasta que unos leves golpes sonaron en la puerta.

—Em, soy yo —dijo Sergio desde el otro lado.

—Pasa —respondió ella con voz apagada.

Sergio entró con lentitud, como si temiera que cualquier movimiento brusco la asustara.

—¿Estás bien?

—Creo que me he puesto enferma —susurró Emma.

Sergio se acercó, observándola con detenimiento. Estaba pálida. No tenía buen aspecto.

—Te dejaré descansar entonces —dijo con suavidad antes de salir y cerrar la puerta.

Emma volvió a quedarse sola con sus pensamientos.

Apretó los dedos contra la colcha.

Una idea comenzaba a tomar forma en su mente…

Sacudió la cabeza y la apartó de inmediato.

No podía seguir pensando en él.

No debía.

Necesitaba olvidarlo. Olvidarlo a él, a todo, al mundo entero.

Cogió sus auriculares y subió el volumen de la música al máximo.

Quería dejar de escuchar su propia mente.

Se dejó llevar. Y sin darse cuenta, el sueño la reclamó de nuevo.

—Em… —Sergio la llamó con suavidad.

Emma se removió entre las sábanas, aún atrapada en la somnolencia.

—Mmm… —murmuró sin abrir los ojos.

—Necesitas comer algo. —Su voz sonó calmada, pero firme—. Te he traído un sándwich.

Le señaló el plato que había dejado en la mesita de noche.

Emma entreabrió los ojos y se frotó la cara con desgana.

—Gracias… —murmuró con voz pastosa por el sueño.

Sergio no dijo nada más. Simplemente asintió y salió de la habitación, dejándola otra vez sola.

Con un suspiro, Emma se incorporó y tomó el plato. Dio un pequeño mordisco al sándwich, masticando lentamente mientras su mente divagaba.

Los pensamientos volvieron a arremolinarse en su cabeza.

Todo lo que había pasado en las últimas semanas… cómo su vida había cambiado por completo.

Si alguien se lo hubiera dicho meses atrás, se habría reído.




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